¿O NO HAY RAZÓN PARA ELLO?
Hace "cuatro días" éramos el país más risueño, alegre, gracioso y empático del mundo, y hoy, hace "dos días", nos hemos convertido en el país más soso, aburrido, avinagrado y antipático del mundo.
No te puedes reír, hacer chistes, mofa, befa, bufa, chufla y cuchufleta de sucesos y personajes de hace más de 40 años porque te empuran, pero ¡ojo!, hoy por hoy, que no se te ocurra emular los éxitos de Arévalo (d.e.p.), contando chistes de cojos, bizcos, mariquitas, negros, cheposos, gitanos, cazurros, leperos, tacaños, gordos, flacos, novias, suegras, gangosos o polvos mal echados, porque siempre habrá un cojo, un bizco, un mariquita, un negro, un cheposo, un gitano, un cazurro, un lepero, un tacaño, un gordo, un flaco, una novia, una suegra, un gangoso o uno que echó un polvo mal echado que podrá sentirse ofendido en lo más profundo de su ser.
En ese caso, intervención urgente de la fiscalía (ya sabemos quién manda en la fiscalía); acusación inmediata por "delito de odio", y terminas en el trullo de uno a cuatro años... ¡Con lo que nos hemos reído durante décadas con nuestro querido Arévalo!
Aunque no siempre haga falta ser humorista para contar chistes, como ejemplifica Pedro Sánchez al recordarnos que "cuando sale a la calle, la gente le vitorea" (buenísimo), a partir de ahora tendremos que conformarnos con una nueva generación de histriónicos personajes políticos, en la mente de todos.
¡Un hurra por Arévalo y esa generación prodigiosa de humoristas que alegraron nuestras vidas, y un réquiem por la libertad de expresión!
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