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jueves, 11 de enero de 2024

LA IA (INTELIGENCIA ARTIFICIAL)

NO EXISTE POR SI SOLA.

Cuando yo era pequeñu, con saber el significado de S. A., S. L. y poco más, ya podías leer el periódico sin hacerte la picha un lío. ¡Ahora! ¡No jose! Aún yo, que leo no más de lo meramente imprescindible para tener idea de la fiesta que me atañe, no me canso de echar pestes a causa del infinito laberinto siglático literario. Aydiosss...

Bueno, las siglas cuyo significado, desde hace unos días, he logrado, a fuerza de ser los fideos de todas las sopas escritas, he logrado, decía, retener, son I. A. Inteligencia Artificial.

Como he dicho, leo lo imprescindible, y de la inteligencia artificial lo único que se me ha quedado es el temor que, parece ser, causa su desarrollo.

¿Por qué? Y, sobre todo, ¿por parte de quién está justificado?

Preguntas que me respondo, públicamente si La Nueva quiere, porque resulta que las respuestas no parecen ser tan obvias como a mí me parece.

Primero. La inteligencia artificial, como no podría ser de otra manera, es un producto de la inteligencia natural. Lo que, claro, evidentemente, ¡podría! traer consigo un peligro realmente mortal si no se depura, ¡minuciosamente!, la natural que la crea. De no ser así, o sea, si, a la hora de crearla, logramos contra la maldad inmunizarla, coño, ¡qué maravilla! ¡Qué supermegamaravilla!

Entre otras cosas, imaginar a Sánchez, y compaña, juzgados, condenados y ejecutados de conformidad con la sentencia dictada por la artificial inteligencia... Ahora mismo, imposible imaginarme un mayor placer.

Lo malo de este asunto es que las maravillas de esta dimensión no suelen ser otra cosa que meras utopías. El ser humano es lo que es, o sea, lo que está siendo.

¿Qué es lo que enfanga la creación y aplicación de cualquier código legal?

Si crean las leyes diversas Irenes Montero y las hacen aplicar Pedros Sánchez diversos... De cajón, ¿no? K + K = 2K, o sea, pura KK.

¿Se imaginan a traidores, villanos, y descerebrados que se creen iluminados, patrocinando, creando, consintiendo, leyes racionales, justas, contra la traición y la villanía?

Pues eso. Y por eso.

De ahí el justificado temor a la inteligencia artificial. Porque, conforme a la lógica evidencia, ¿qué es lo que nos jode la existencia? La basura que acompaña a la inteligencia.

La inteligencia, pura, sin sentimientos ni apetencias que minan sus cimientos, haría de la vida una sucesión de buenos, justos, momentos. Por supuesto, salpicados con los, lamentablemente, imposibles de evitar dictados por la naturaleza inaccesible. ¡Pero!

Los que mandan son los que mandan y las leyes no las hacen los mandados. Los mandados se limitan a tirar piedras sobre sus tejados, eligiendo, irracionalmente, a quienes han de mandarlos.

La inteligencia para la ciencia y para la política la indecencia. Y la inocencia, que también.

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