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viernes, 12 de enero de 2024

LA CARESTÍA DE LA VIDA.

RECORDANDO.

Mucho se habla del incremento del valor de su contenido. Es cierto que últimamente la inflación disparó los precios de todos los productos y servicios, pero, salvo algunos artículos puntuales, no veo motivo de alarma.

¿Por qué hace 50 años el 80% de los españoles trabajaban en el campo y hoy rondan el 6%? Entre padres e hijos se da una gran variedad de profesiones y trabajos, pero solo algún hijo agricultor sigue el trabajo de su padre, y el que marchó o nació en la ciudad no regresa. La correlación trabajo/beneficio económico no anima, y los conocimientos necesarios para realizar las múltiples tareas adecuadamente no es tan sencillo, ni se adquieren de la noche a la mañana.

La gente mayor, echemos la vista atrás, y los jóvenes bien harían en informarse. Hace unos 50 años las familias gastaban una media del 80% de sus ingresos en alimentación; hoy no llegan al 20% y con una cantidad, variedad y calidad de productos que no admite parangón. Y no culpemos a la Guerra Civil, que también, si comparamos tiempos anteriores más beneficiados salimos.

Trabajé tres años, del 56 al 59, en una tienda almacén. El aceite de oliva, a 13,70 pesetas/litro al público. El azúcar, a 11,40 pesetas/kilo. Al comercio se vendía a 10,85 pesetas. Sacos de maíz de 100 kilos comprados por 500 pesetas se vendían con pronto pago en 510. Un 2% de beneficio. La gasolina pago adelantado a CAMPSA, precio 5,50 pesetas/litro, te descontaban 360 pesetas en 4.000 litros, 9 céntimos litro. Márgenes comerciales hoy increíbles. El arroz, de 6 a 9 pesetas kilo; el calasparra, a 12. Las empresas pagaban el litro de leche sobre 3,25 pesetas. No había leche envasada en comercios; del ganadero al consumidor servida a domicilio, 5 pesetas litro. Los huevos en temporada de producción baja, como sería la actual, 60 pesetas la docena. Ese precio en plazas de abastos en la zona oriental de Asturias; los compraban señoras que luego los revendían en comercios de Sama y La Felguera, la comarca minera donde corría el dinero. Bien seguro que al consumidor no bajarían de las 80 pesetas.

Los salarios en trabajos duros como la corta y acarreo de madera por esas fechas, entre 40 y 50 pesetas diarias. En trabajos no tan pesados yo conocí quien laboraba de 8 a 9 horas por 35 pesetas diarias de lunes a sábado, 210; y si hubiese abandonado el sustituto lo habría encontrado rápidamente.

Más atrás, 1935, en la construcción de la carretera de mi pueblo a pico y pala manuales, que mecánicas no había, 5 pesetas diarias. Lo normal hubiesen sido 4 pero como era la obra de la Diputación Provincial, y la Administración propugnaba salarios de 5 pesetas, así se pagaba. Casi todos los días despedían trabajadores que no rendían lo suficiente y se admitían otros. Algunos vivían a más de 10 kilómetros, ida y vuelta, caminando.

El aceite, a 3 pesetas el kilo; el arroz, a 1. Echen unas fáciles cuentas y verán si ahora tenemos los comestibles caros. Y no pensemos que los funcionarios estaban mucho mejor pagados.

Yo veo que el alto nivel de vida que disfrutamos en buena parte se debe a que los alimentos aumentaron su precio de forma ridícula en relación a los salarios. Un amigo aquí en Oviedo, profesor que abandonó luego de estudiar creo que me dijo dos años para entrar en Ensidesa como jefe de grupo, ante mi sorpresa, me dijo que si no conocía aquel dicho de "pasar más hambre que un maestro escuela". Atestiguando esto podría dar informes concretos, pero me estoy extendiendo demasiado.

Hay un dicho: "La buena vida es cara; hay otra más barata, pero ya no es vida". Hoy la inmensa mayoría de las familias vive una buena vida que para sí hubiesen querido los antiguos ricos, que eran muy pocos. Hoy disfrutamos de buenas viviendas en general, un coche o dos por familia, toda clase de electrodomésticos, vacaciones en playa, montaña o el extranjero, fines de semana y puentes en casa de aldea, comer, desayunar o cenar en bares o restaurantes, visitar terrazas a cualquier hora... Pero "ay, qué dolor", la hipoteca de la que es imposible divorciarse, no como de la mujer. Esa sí que nos complica la vida. Si no comiésemos, ¡qué bueno! Pero lo hacemos tres veces o más por día.

Hablo de 60 años atrás, mucho en la vida de una persona, unos segundos en la historia del género humano y su evolución en este hermoso y poco admirado planeta que nos estamos cargando.

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