HACIA EL MUNDO DE ETERNA JUVENTUD.
Jamás tanto la sanidad pública como la vejez han estado tan abandonadas y tan fuera del lugar que les corresponde como bienestar de una sociedad que se precie. Una sociedad que no protege su sanidad y a sus mayores es una sociedad podrida y cobarde.
Lo dice bien el gurú de Pedro Sánchez, están construyendo una España joven, moderna y, dice, sin hipotecas. ¿De qué hipotecas se desprenderán? De ¿compromisos firmes en defensa de la sanidad, educación, servicios sociales, pensiones y mayores? Ya que el otro tipo de hipotecas no parece que desaparecerán, así como así, la deuda y el déficit así lo certifican para muchos años y generaciones.
Al grano. Los que tienen enfermedades crónicas o pelean con enfermedades de alguno de sus seres queridos saben muy bien la veloz decadencia de nuestra sanidad. Antes, todo era adelantarse a las enfermedades, prevenir y dar consulta rápida a quien padece una enfermedad de esas que no vale para mañana la cita. No hablamos de la situación actual con la pandemia donde todo se multiplicó, hasta la pachorra y vagancia del profesional que ya padecía de ellas. Hablamos de antes y de ahora, ya que la pandemia deja resquicios de aminorar saturaciones.
Antes, había un compromiso firme de atender a esos enfermos crónicos, hay enfermedades y enfermos que no pueden estar en listas de espera, o bien por el sufrimiento que causan al enfermo, o por dejar que la enfermedad se haga imposible por retardo en la atención. Antes el especialista (como decía, sabemos todos de que hablo) se preocupaba de sus pacientes, tenías su teléfono, incluso te decía que, si te encontrabas mal, acudieras a la consulta sin previa cita sin mayor problema. Ahora no, todo es atasco, desatención y quejas de estar hasta arriba de trabajo. Es cierto, muchas especialidades (una de ellas Digestivo, está hasta arriba de trabajo, pero precisamente es la que mejor atención tiene, con un equipo enorme en el HUCA, donde Sabino Riestra y sus colaboradoras (todos y todas, grandes profesionales y mejores personas) Ruth, Isabel... alguno me queda, pero no los traté como los anteriores) no todas funcionan como este grupo de profesionales. Los puedes llamar, mandar correo, te llaman, se preocupan, estos merecen mencionarse y destacarse ¡porque sí!
Ahora podríamos mencionar lo opuesto, pero no, lo dejaremos para mejor ocasión, y si se repite asiduamente con otros pacientes, mejor ellos tomen conciencia: a estos no los llames, la llamada se queda por el camino y cortada de raíz por los intermediarios de menor rango, fieles colaboradores al desprestigio y la desatención de la especialidad. Si quieres respeto y atención de verdad, llama a es@ especialista a consulta privada, verás la diferencia entre tomarte por imbécil y serlo.
Todo esto se traslada al médico de cabecera; ya están contagiados; ese profesional que era como de la familia, era confidente, asesor y mejor persona, pasó a mejor vida. Alguno quedará, pero no lo encuentro.
Se dirán: ¡qué tiene que ver la vejez? Mucho, la enfermedad aprieta según se cumplen años. Las físicas y mentales, si añades el desarraigo familiar actual, tenemos lo que vemos en nuestra sanidad, abandono. Lo vimos claramente con la pandemia, fue tal el genocidio permitido, e incluso protocolos de crueldad superior, como aquellos de no ingresarlos cuando se contagiaban dejándolos morir como perros en las residencias. Alguien todavía tendrá que pagar por semejante exterminio consentido. También lo vemos con estas listas de espera vergonzosas, donde aplicado a edad avanzada es aniquilación y gerontofobia. Parezco duro, pero no. Si ustedes están desbordados, queremos verlos denunciar falta de personal. Si ustedes no están capacitados, váyanse. Si ustedes no nacieron para esta profesión tan maravillosa de entrega, atención y solución... ya no pintan nada ahí.
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