Eli Pariser en la sede de Fundacion Telefonica en Madrid.
“Hoy no hay alternativa a las plataformas como Facebook”.
Uno de los más destacados emprendedores e ideólogos de Internet defiende la utilidad del contenido viral en las redes sociales.
Son tiempos agitados a ambos lados del Atlántico, entre la zozobra del Brexit y el ascenso de Donald Trump a la Casa Blanca. Aunque a la mayoría esos resultados de las urnas le han sumido en un estado de conmoción, Eli Pariser (Maine, 1980) ha mantenido la calma: él ya predijo todo esto. Su libro El filtro burbuja, publicado en 2011 y editado ahora en español por Taurus, versa sobre cómo las plataformas de Internet como Facebook y Google, con sus complejos algoritmos, filtran la información que le llega al internauta de tal modo que este acaba expuesto solo a ideas que le son afines, desechando argumentos contrarios y enriquecedores. Según escribió Pariser entonces, “la democracia requiere que los ciudadanos vean las cosas desde otros puntos de vista, pero en lugar de eso estamos cada vez más cerrados en nuestras burbujas”.
Pregunta. ¿Este concepto de burbujas con filtros que usted ha hecho famoso puede explicar los resultados electorales de Donald Trump en EE UU y Jeremy Corbyn en Reino Unido?
Respuesta. Sí y no. No creo que Trump fuese elegido solo a causa de las redes sociales. Solo hay que fijarse en los votantes que le apoyaron mayoritariamente. No son gente que se informe a través de Twitter u otras redes sociales. Y a la vez, la sorpresa que se llevaron los periodistas y las élites políticas al ver que Trump había ganado las elecciones se explica por los filtros burbuja, porque hizo que les fuese fácil olvidar la realidad en la que vivían muchos estadounidenses. Lo mismo ha ocurrido en Reino Unido.
Debemos admitirlo: hoy en día las noticias compiten con el entretenimiento, y deben ser atractivas.
P. Cada vez se leen menos diarios impresos. Incluso las páginas web de noticias pierden fuerza frente a la distribución de información en plataformas como Google o Facebook. Algún efecto tendrán estas sobre el voto…
R. Por supuesto. Lo que quiero decir es que aún no hemos llegado al punto en el que la gran mayoría de la gente recibe sus noticias a través de estos algoritmos. Desde luego hay personas que son adictas al consumo de noticia y visitan constantemente las páginas web de los diarios, pero es una parte muy pequeña de la población. Luego hay una gran mayoría que espera que Facebook les avise de algo si es lo suficientemente importante. Esa sí es una mayoría del electorado. Consumen noticias a través de sus redes de amigos y de los algoritmos.
P. A usted se le ocurrió este concepto del filtro burbuja en 2011. En Internet han cambiado mucho las cosas. ¿Esta idea se mantiene intacta?
R. El concepto básico sí. Existe ese proceso de filtrado, de una enorme cantidad de informaciones que pueden llegar al lector, que son seleccionadas por esos algoritmos. Lo que ha cambiado es que todo ese constructo ha tomado consciencia de sí mismo. Ahora mismo, medios de comunicación como el suyo crean noticias y las distribuyen con la intención expresa de entrar en esa burbuja y llegar hasta los lectores.
P. Hay quien discrepa de ese concepto. Al hablar de una burbuja pensamos en un lector aislado. Pero también se puede interpretar Internet como un medio en el que descubrir informaciones e ideas que ni imagina que existen.
En el pasado hubo rumores, teorías de la conspiración, pero no adquirían la apariencia de medios de comunicación serios
R. Sí, Internet puede ser una herramienta extraordinaria para descubrir ideas. Puedo leer cualquier diario del mundo, algo imposible hace 20 años. Pero, ¿lo hago? No. Las posibilidades son diferentes de la realidad. Facebook se centra cada vez más en los vídeos y, en concreto, en ver vídeos de forma pasiva. Eso no es un modelo de descubrimiento.
En 2012, Pariser fundó Upworthy, el pionero de los sitios virales. Sus titulares cambiaron las reglas del juego en Internet buscando fomentar la curiosidad. El ejemplo maestro: “Alguien le dio unas tijeras a unos niños. Esto es lo que sucedió luego”. Aupado por el algoritmo de Facebook, Upworthy llegó a sumar 80 millones de usuarios únicos. Pronto, esa red social pasó a penalizar esos titulares, que considera tramposos.
P. Con Upworthy ustedes se dieron cuenta de que los hechos por sí mismos no despiertan curiosidad. Se necesita algo de atractivo emocional. Pero ¿puede durar ese método de viralización?
R. Nuestros métodos con Upworthy se han copiado mucho. Algunas veces me gustan esas copias y otras, no. Nuestra intención era hacer las noticias entretenidas y atractivas, además de informativas. Debemos admitirlo: hoy en día las noticias compiten con el entretenimiento, y deben ser atractivas.
P. ¿Es consciente de que muchos periodistas consideran que el adjetivo “viral” es algo degradante para su trabajo?
R. Sí. Creen que se puede perder parte de complejidad y rigor. Por eso hay que tomar prevenciones. Upworthy tiene un equipo dedicado a comprobar datos muy riguroso. En realidad, ¿qué es eso que llamamos medios virales? Son medios de noticias que la gente está dispuesta a compartir con sus amigos. Creo que no es una mala aspiración, en realidad, porque si lo consigues, le haces un favor a la gente.
P. A ustedes en Upworthy les ocurrió lo que para muchos editores de medios es una pesadilla: un cambio de algoritmo en Facebook que hunde el tráfico. ¿Cómo solucionaron este problema?
R. Si ese es su temor, no le puedo dar una respuesta muy satisfactoria. Nosotros previmos los cambios que iba a hacer Facebook y avanzamos en esa dirección.
P. Convirtieron Upworthy en una plataforma de vídeos.
R. Así es. En realidad soy un fatalista de las plataformas de Internet como Facebook o Google. La comunicación de masas ya se ha trasladado a ellas. Eso significa cederles el poder de distribución y aceptar que pueden decidir lo que entra y lo que no. Es un problema, pero hoy por hoy no hay alternativa a ellas. Además, creo que es bueno que haya medios de comunicación en los que participe una gran cantidad de gente, algo importante en democracia, pues esta no puede servirse solo de un pequeño grupo de ciudadanos muy cultos que pagan por su información.
P. Hablando de la democracia y de su estabilidad, ¿son las noticias falsas algo nuevo?
R. Lo que es nuevo es la capacidad que tienen estas noticias falsas de llegar a millones de personas, a pesar de estar alojadas en unos medios de comunicación de los que nadie ha oído hablar nunca. Sí, en el pasado hubo rumores, teorías de la conspiración, pero no adquirían la apariencia de medios de comunicación serios para aparentar credibilidad, como sucede hoy.
En la prehistoria de las redes sociales, entre 2004 y 2008, Pariser dirigió MoveOn.org, una plataforma de movilización política de la que se sirvió un grupo de jóvenes idealistas que tenía un sueño: ver en la Casa Blanca a un candidato por el que muy pocos apostaban, de nombre Barack Obama. Los métodos y dinámicas de aquella plataforma, especialmente el ‘crowfunding’, han sido copiados hasta la saciedad en todo el mundo, incluida España.
“Creo que entonces mucha gente se dio cuenta de que era posible organizarse políticamente de forma diferente. Previamente todo se hacía con anuncios publicitarios y campañas muy medidas, con propaganda clásica”, explica Parisier, invitado a Madrid por la Fundación Telefónica, el Aspen Institute de España y Taurus. “Iniciativas como aquella le han demostrado a la gente que vale la pena comprometerse. A los políticos ya no les financian sólo grandes ‘lobbies’ o grupos de presión, sino ciudadanos que se organizan por sí mismos”
INTERNET ES TODO EN LA COMUNICACIÓN A TRAVÉS DE LAS REDES SOCIALES Y CREARÁ OTRO MODO DE PENSAR Y DE VIVIR, LO MÁS PREOCUPANTE ES QUE TODO EL MUNDO PUEDE DEJAR SU IMPRONTA A MEDIADA DE SUS INQUIETUDES Y DESEOS SIN MEDICIÓN DE SUS PALABRAS NI REFLEXIÓN.
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