sábado, 25 de junio de 2022

LA GUERRA PERDIDA DEL PSOE POR ESPAÑA NO ENTRARA EN LA OTAN.

 La guerra perdida del PSOE por que España no entrara en la OTAN: «Fue un error consultar a los españoles»

Felipe González defendió con firmeza que no ingresáramos en la Alianza, amenazando a Calvo Sotelo y participando en manifestaciones de más de 250.000 personas al grito de «OTAN no, bases fuera»… hasta que llegó al poder y cambió de postura

El Rey Felipe VI, acompañado de Pedro Sánchez, presidía este lunes la celebración del 40 aniversario de la adhesión de España a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En su discurso, el presidente del Gobierno aseguró que «pertenecer a esta organización es fundamental para garantizar lo que somos», posicionándose en contra de la postura que tomó Felipe González cuando era secretario general de los socialistas y líder de la oposición durante las legislaturas de Adolfo Suárez, primero, y Calvo Sotelo, después.

Fue este último presidente quien declaró públicamente, durante su discurso de investidura el 18 de febrero de 1981, la intención de su Gobierno de que España ingresara en la OTAN. Esto suponía un giro radical en la política exterior desarrollada por Suárez, que había estrechado los lazos con líderes tan poco simpatizantes del Tratado del Atlántico Norte como Fidel Castro o Yaser Arafat.

«Me propongo iniciar las consultas con los grupos parlamentarios a fin de articular una mayoría, escoger el momento y definir las condiciones y modalidades en que España estaría dispuesta a participar en la Alianza», declaró desde la tribuna.

«La decisión es coherente con nuestra concepción general de la política española, pero, ante todo, a una necesidad defensiva y de seguridad. La política exterior es ante todo búsqueda de seguridad, y es evidente que esa seguridad tiene un componente militar. También está claro que ese componente militar no puede ser, y en este momento nadie lo considera así, un componente aislado», añadió, dirigiéndose a la bancada del PSOE, que en aquellos años defendía con firmeza la no entrada en la OTAN y participaba en todo tipo de campañas y manifestaciones de protesta. En noviembre de 1981 se reunieron más de 250.000 personas en la Ciudad Universitaria de Madrid al grito de «OTAN no, bases fuera».

El antimilitarismo

Calvo Sotelo y su partido, Unión de Centro Democrático (UCD), no lo iban a tener fácil. España acababa de salir de cuarenta años de dictadura y todavía tenía muy presente la Guerra Civil, con su medio millón de muertos y su medio millón de desplazados. Según un sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de 1976, un año de la muerte de Franco, el 40% de los españoles pensaban que España debía entrar en la OTAN, mientras el 17% estaba en contra y el 43 % no se manifestaba. En cambio, el 71% era partidario de ingresar en la Comunidad Económica Europea (CEE).

En los siguientes cinco años la postura viró aún más hacia el «No». Los españoles parecían tener otras preocupaciones, sumidos como estaban en la Transición, en los terribles años de plomo de ETA y en la crisis económica, a lo que se sumó el golpe de Estado del 23-F, que hizo tambalearse a la recién estrenada democracia. En otra encuesta realizada esta vez por ‘El País’ en 1981, solo el 18% de la población estaba a favor de entrar en la organización, mientras que un 52% estaba en contra y un 30% no respondía.

En esos momentos, Gozález ya amenazaba con celebrar un referéndum si llegaba al poder, tal y como informaba ABC en octubre de ese año. El líder del PSOE estaba convencido de que si consultaba a los españoles le darían la razón y votarían en contra del ingreso. «Si se hace la consulta ahora del ingreso de España en el Tratado, el tema quedará cerrado para el Partido Socialista, pero, si no se hace, mi partido hará la consulta cuando el pueblo, más pronto que tarde, nos dé su confianza para gobernar», declaró en una tensa sesión parlamentaria.

La entrada

Calvo Sotelo insistió en que no cedería a las presiones y recabó el apoyo de los partidos de derecha (Alianza Popular y UCD), que votaron a favor junto a los nacionalistas vascos y catalanes (186 votos). El bloque de la izquierda, encabezado por PSOE y PCE, obtuvo solo 146 votos en contra. El 30 de mayo de 1982, por lo tanto, España se convirtió en el miembro número 16 de la OTAN. La guerra, sin embargo, no acabó ahí. Cinco meses después, González obtenía una amplia mayoría absoluta con la promesa de su referéndum sobre la permanencia o no en la organización.

Sin embargo, lo que en principio parecía una postura firme, fue cambiando a medida que pasaba el tiempo en el poder. En 1984, González aprobó el llamado Decálogo de Paz y Seguridad, que debería aprobarse con el referéndum e incluía ciertos requisitos para permanecer en la organización. Ya no era un «no» rotundo. Finalmente, la publicación de la consulta en el BOE, en 1986, no dejó lugar a dudas de las nuevas intenciones del Gobierno socialista, pues precisamente tres condiciones: no integrarse en la estructura militar, la prohibición de instalar o introducir armas nucleares en territorio español y la obligación de reducir progresivamente la presencia militar estadounidense.

El texto, sin embargo, fue tachado tanto por la izquierda como por la derecha de difícil y engañoso, pero aún así se preguntó a los españoles el 12 de marzo de 1986: «¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?». El referéndum quedó aprobado con el voto favorable del 52,24% de los participantes, mientras que el «No» obtuvo el 39,8%. El resto se dividía entre votos blancos y nulos, con una participación del 59,42%

El «error»

Más de dos décadas después, el ya expresidente González reconoció en una entrevista a TVE que aquel periodio del referéndum y las discusiones sobre si España debía permanecer o no a esta organización dirigida, en principio, por Estados Unidos fue uno de los más difíciles de su carrera política. Sus palabras exactas fueron: «Fue un error serio. A los ciudadanos no se les debe consultar si quieren estar o no en un pacto militar, esto se debe llevar en los programas y se decide en las elecciones».

Para el movimiento anti-OTAN esta decisión de Felipe González fue una decepción enorme y las grandes manifestaciones antibélicas en España no regresaron hasta el «No a la guerra» de Irak en 2003. Pero esas no fueron las únicas consecuencias. En la política nacional, el PSOE se alejó de los movimientos sociales y, para aglutinarlos a su alrededor, nació Izquierda Unida con el PCE como centro de referencia. Sin embargo, lo más importante es que las condiciones acordadas en el referéndum no se cumplieron: en 1988 se firmó un nuevo acuerdo con Estados Unidos que permitía la introducción de armas nucleares en España, previo acuerdo del Gobierno español, y un año después el país se integraba en la estructura militar, justo lo contrario de lo que se había prometido.

En estos cuarenta años, España ha participado en 22 misiones de la OTAN con 125.000 efectivos de las fuerzas armadas, de los cuales 119 han muerto. La primera operación se produjo en 1992 y consistió en patrullar el Mediterráneo, pero ese mismo año fueron enviados 46.000 militares españoles a Bosnia-Herzegovina.

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