martes, 23 de febrero de 2021

UNA ESPAÑA DESCONOCIDA.

CON UN GOBIERNO PERDIDO.

 Israel ha terminado con el confinamiento gracias a la eficacia en vacunar a la población. Como dice Antonio Papell, ¿nadie va a viajar allá para ver cómo se hace?

Pero hay un dato alentador, los contagios bajan por primera vez en la pandemia en todo el mundo y aún falta el efecto de la vacuna, ya que en la mayoría de países no han comenzado a vacunar. Me alegra que bajen los contagios así, pero me preocupa que no sea el principio de un tsunami posterior. ¿El virus por sí solo se difumina, se está pertrechando para atacar con nuevas cepas o variantes?, no sé... Todas estas preguntas deberían tener alguna respuesta científica.

Mientras se muere gente a cientos cada día en España, y sigue la incertidumbre de las consecuencias económicas de esta pandemia, el Gobierno sigue enfrascado en divisiones entre niñatos irresponsables consintiendo que parte de los mismos estén poniendo palos en las ruedas para solucionar lo que toca; lo que toca es lo urgente, y no las pelotas suyas.

Llevamos seis días de algarabías, saqueos, robos, quemas, destrozos, atentados contra la autoridad, alentando y consintiendo la violencia más rastrera, la que se aprovecha para saquear negocios de familias que llevan un año de sufrimiento para que estos matones baratos atemoricen y atenten contra la seguridad ciudadana. Les pondré un ejemplo: la Policía recibe una llamada de que unos ladrones están robando un banco o una tienda, ¿irán allá y les darán órdenes superiores que dejen que los maleantes saqueen todo y se vayan de rositas? Pues eso están consiguiendo con estas formas de dejar expandirse el terrorismo callejero.

La violencia en un Estado de derecho, en una democracia, jamás debe ser permitida y menos andar con contemplaciones.

Deben el presidente y el ministro del Interior decretar “estado de excepción”, que no es otra cosa que “un arma legal de las autoridades administrativas -con limitaciones claro está- para ejercer detenciones a cualquier persona para la conservación del orden, siempre que existan en esas zonas sospechas fundadas de que esas personas vayan a provocar alteraciones del orden público".

A los violentos ni agua, no se les pueden conceder resquicios de legalidad o de justificación por mucho que vayan en nombre de reivindicaciones justas. Con la violencia se pierden todos los derechos. Nos va mucho en ello, tenemos ejemplos claros de cómo países se dejaron absorber por mafias de violentos que campan a sus anchas manejando deportes, política y ciudadanía. Donde la inseguridad es insoportable. Para que eso no pase en España, el Gobierno debe ser implacable con los salvajes, de lo contrario será la ley de la selva.

Los socios del Gobierno viven su propia indefinición, quieren estar en el Gobierno y ser oposición. El Gobierno, al depender de ellos para estar, aguanta mecha y marea, con lo cual el desbarajuste del Ejecutivo trasladándolo al legislativo y al judicial es una anarquía tremendamente perjudicial para todos nosotros, todo con la ayuda estelar de una oposición aún peor y más irresponsable. De lo contrario, Pablo Casado ya debiera llamar a Pedro y proponerle un pacto de legislatura para echar a los de Podemos del Gobierno; para que dejen de poner zancadillas, donde solo se dedican a sus caxigalines.

Recuerden, son esos mismos lo que hicieron del piropo delito, y ahora pretenden que ser chabacano, insultón, soez, alentar y hacer apología del terrorismo y la violencia sea libertad de expresión. ¿Ven mayor deformidad personal? Todas esas moralinas deben ser desechadas y dedicarse a lo urgente. "Quien con guajes se acuesta cagado se levanta".

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