UN GASTO QUE ESPAÑA NO PUEDE SOPORTAR.
Secretos de Estado. De las tres preguntas sin respuesta que se formula todo ciudadano contemporáneo, la que encabeza este análisis es la que más morbo tiene. ¿Cuánta gente vive de la política en España? También es la más relevante. Lo primero que hizo Pedro Sánchez al llegar a La Moncloa fue cambiar los colchones, gastando 3.466 euros, y lo segundo, irse por la noche en avión oficial al concierto que The Killers daban en Castellón. El coste del Falcon 900 de la Fuerza Aérea Española, que viajó dos veces, y del coche oficial que transportó a Sánchez y Señora del aeropuerto a Benicassim, no fue detallado. 4 vuelos Low Cost Madrid-Valencia, con coche y chófer, tendrían un coste aproximado de 100.000 euros, pero todo es interpretativo. ¿Cuánto cuesta comprar, mantener y pilotar un avión para ser usado de un modo discrecional? El aparato le costó a los contribuyentes españoles 40 millones de euros, y tanto los pilotos como los mecánicos cobran todos los meses. De modo que al recibir la extra de verano, tras dos meses en el poder y nombrar a 500 cargos de libre designación, Pedro Sánchez ya le había costado a los españoles un pico.
El número de cargos electos en España es impactante pero no es significativo. No todos los concejales cobran dinero por su actividad, ni siquiera perciben dietas. En la mayoría de los pequeños pueblos distribuidos por España, la mayoría de las personas elegidas desempeña el cargo de forma altruista o por vocación de servicio. Si añadimos cargos de confianza, personal de libre designación, funcionarios asignados y demás puestos de representación remunerados, el número se eleva oficialmente hasta los 445.000, aunque la cifra ha sido contestada varias veces por distintos expertos.
Si bajamos al detalle, son 42.000 los políticos contratados como cargos de confianza en la Administración y otros 130.000 los del libre designación colocados en empresas públicas que dependen del Estado. La administración paralela, controlada por los partidos, suma 66.000 liberados sindicales y 32.000 representantes de las distintas patronales. Por lo demás, en la interminable lista de Instituciones, Observatorios, Fundaciones, Organismos, Cámaras de comercio, Parques tecnológicos, Mancomunidades, Oficinas diplomáticas, Consejos asesores, Tribunales, Despachos de Defensores de todo lo defendible e indefendible, Embajadas, Agregadurías culturales y comerciales, Entidades de ayuda a la formación, a la gestión de fondos, Planes de Desarrollo, Consejos reguladores, Consorcios, Comisiones y Comisionados, Gestoras, Agencias nacionales e internacionales, Patronatos, Asociaciones, sin olvidar a entidades financieras y medios de comunicación, caben muchos más. Esta relación, que no es exhaustiva, y no agota la imaginación de los políticos para renombrar sin límite las Sine Cure del Imperio romano, garantiza una pedrea de generosos sueldos y dietas a otros 95.000 cargos.
Cuando el diablo se aburre, con el rabo mata moscas. En su caso, el cargo político, ocioso e improductivo, origina gasto público y fomenta un fraude administrativo de baja intensidad. Es el caldo de cultivo ideal para la corrupción política impune. Son la masa de peones y de tontos útiles que manejan los partidos políticos para sus fechorías y trapicheos presupuestarios. Sin capacidad para decir no, constituyen el verdadero nervio de una Administración paralela dedicada en cuerpo y alma a parasitar la Función Pública y desviar fondos a beneficio de la Nomenclatura. Al dinero que perciben los políticos por tareas improductivas y prescindibles, hay que sumar las comisiones ilegales y el coste de amañar y manipular sistemáticamente los concursos de las administraciones. La desviación presupuestaria, que resulta de beneficiar a empresas afines, nunca se contabiliza como Gasto Político, por más que los Tribunales den cuenta del fraude cada vez que los políticos se pelean y denuncian entre ellos.
En una economía como la española, cada vez más dependiente de los Presupuestos Generales del Estado y de las subvenciones y ayudas encubiertas, el peso institucional de la corrupción y el volumen de gasto político son directamente proporcionales al número de políticos profesionales y aspirantes que se pueda censar. Si nos atenemos a los datos que declaran las distintas formaciones nacionales, hay en España más de 2 millones de candidatos activos. La cifra se incrementa notablemente con los activistas en el País Vasco y Cataluña.
La estructura del Gasto Político no parece muy diferente a la de cualquier modelo piramidal. En la cúspide de la misma, un cafre sin escrúpulos puede derrochar sin límite, mientras que en la base sumergida, miles de abnegados concejales dedican tiempo y dinero a ayudar a sus vecinos.
¿Cuánto nos cuesta la Casta Política?
Hace ya más de 15 años, mantuve un debate bastante ilustrativo con Kitten/Kaurismaki, una forera excepcional que escribía en Invertia. Sostenía que, con la adopción del EURO y la adhesión a la Unión Monetaria, la Casta Política ya no podía endosarle sus facturas a la economía española, como había venido haciendo con la Peseta. Yo defendía, por lo contrario, que se las endosarían a los contribuyentes. La única certeza que podíamos tener es que, con el EURO o sin él, la Casta Política iba a seguir viviendo de los Presupuestos del Estado. Cifraba en un 30% del Gasto Público, el gasto estructural que la clase política causaba en la economía productiva para garantizar sus ingresos. El grueso de sus recursos procedían del sector constructor, vía comisiones, recalificaciones y permisos de obra. Ese impuesto “revolucionario” que sirvió durante años para financiar una administración paralela lo pagaban los propietarios, al comprar su vivienda, en concepto de “Derecho de Residencia”.
No tiene sentido facilitar datos concretos, cifras, nombres y fuentes, tras haber renunciado todos estos años a publicar varias exclusivas que ilustran en detalle el mecanismo de esa financiación. Los promotores inmobiliarios podían comprar edificabilidad y facilidad de crédito, vía permutas y pagos extraordinarios, o armarse de paciencia y construir en peores condiciones. Esa elección era suya pero condenó a miles de pequeñas constructoras a trabajar “por administración” para otras promotoras.
Cualquier cifra o magnitud será siempre orientativa. El 10% de la edificabilidad del año 2000, a valor de mercado, son de 10.000 a 20.000 euros por piso nuevo, dependiendo de lo cotizada que fuera la zona o la ciudad, pero esos 10.000 millones de euros desencadenan un gasto en cascada. Son dos ejércitos en campaña y mueven mucha intendencia.
La Pirámide del Gasto Político tiene 5 escalones. Generales, Capitanes, Sargentos, Soldados y Criados, en función del nivel de Gasto que pueden ocasionar. Sirva un ejemplo. Decisiones como la de subvencionar la Energía Fotovoltaica para beneficio de los grandes Fondos de Inversión, avaladas por Zapatero y su Ministro de Industria, le han costado a los españoles en sus recibos e impuestos, una derrama anual de más de 5.000 millones de euros.
Coronado en su cúspide por la triada de los Reyes Magos, el Estado Mayor de la Casta es el último triángulo de la Pirámide del Gasto Político . Lo conforma un selecto club de generales, que han acumulado abultados patrimonios con nóminas irrisorias. Un simple repaso a la declaración de ingresos y bienes de sus Señorías en el Congreso basta para descubrir con asombro que con sus primeros sueldos corren a comprar 3 o 4 pisos y deben fortunas a los bancos. Albert Rivera pasó de ser un pobre empleado de La Caixa en 2006 a tener como vecinos en Pozuelo a Cristiano Ronaldo y Borja Thyssen. Los Capitanes son los que hacen todo el trabajo de dirigir y organizar. Su club no es tan selecto como el de los Generales, es meritorio. Son unos 3.000 altos cargos, que ganan más de 100.000 euros netos al año, pero con menos capacidad para comprometer Gasto Público. Su huella presupuestaria ronda los 300.000 euros al año. Son 1.000 millones.
El grupo de los Sargentos o Capataces es, probablemente, el que más destaca en los medios de comunicación. Intentan hacer mérito y dejarse ver, vendiendo burras ideológicas sin el menor pudor. Carecen de escrúpulos. En los últimos años vimos cómo el lobby catalán lanzaba una verdadera OPA hostil sobre UPyD y se llevaba en lote a todos sus Sargentos. Son 30.000 cargos de confianza, sin demasiado poder real, bastante prescindibles. Causan un gasto político no mayor a los 100.000 euros por año. Unos 3.000 millones de euros.
La soldadesca, en primera línea de fuego, son unos 300.000 pequeños cargos. Como en las huestes de antaño, viajan con armas y bagaje. Son los encargados de flanquear a la militancia para que no se desmande. Son los perros que ladran a las ovejas del rebaño y libran las primeras escaramuzas en el frente. Los reclutan por su sectarismo o fanatismo, ofreciéndoles tres comidas al día y la paguita de vacaciones. En conjunto, nos cuestan unos 15.000 millones de euros.
La base está sumergida, con 3 millones de aspirantes a vivir de la política. Constituyen el banquillo. Son los mileuristas del sistema, pero causan un Gasto cierto al conjunto de los contribuyentes y consumidores. Con ellos, la Administración Pública en España ha pasado de pagar una nómina a 1,5 millones de funcionarios de carrera a tener más de 3 millones de empleados públicos. Gasto Público en vena que ronda los 50.000 millones de euros al año.
La Pirámide del Gasto Político actual pesa más de 100.000 millones de euros al año. El impacto y la toxicidad presupuestaria de algunas decisiones políticas son difíciles de medir a corto plazo. Basta echar la vista atrás para ver que, con la creación del EURO, los distintos partidos políticos se lanzaron a amurallar sus respectivos feudos autonómicos, reforzando sus plantillas con la contratación a dedo de 500.000 personas.
Lejos de suponer un seguro contra la corrupción política, el EURO la ha potenciado y multiplicado. La Casta Política tenía parasitada la actividad inmobiliaria, cierto, pero también era la garantía paradójica de que el “derecho de residencia” tuviera “valor”. El sector constructor, regulado, innovador y productivo, era el motor económico del empleo y de la inversión en España.
Tal y como algunos vaticinamos, al gripar el motor no se alcanzaron ni mayor productividad ni mayor eficiencia: solo destrucción de empleo y deflación. La Casta Parasitaria cambio de huésped y, para justificar sus sueldos y comisiones, duplicó el Gasto Público y la presión fiscal hasta provocar la quiebra de las Cuentas Públicas. Y si ya solo eso sería grave, lo peor estaba por llegar. Se descompuso, por pura corrupción, en pequeños Reinos de Taifa que conspiran contra España y que se venden al mejor postor.
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