El retraso en la subida de los tipos complica el futuro en solitario de la banca mediana española.
Las fusiones pueden ayudar a las viejas cajas a generar escalas de negocio y reducir sus costes de financiación.
La decisión del Banco Central Europeo (BCE) de mantener al menos un año más los tipos de interés en el 0% y sus nada halagüeñas previsiones macroeconómicas cayeron como un jarro de agua fría en las plantas nobles de los bancos españoles. El inesperado retraso en la normalización monetaria mantendrá en mínimos la rentabilidad del crédito, dificultando aún más la viabilidad del negocio de las entidades, principalmente de aquellas de tamaño medio, que en parte confiaban su supervivencia en solitario a la subida del precio del dinero. Por eso en el sector financiero ya no se esconde que este entorno podría impulsar una nueva oleada de fusiones.
«Eso no aboca a procesos de consolidación inmediatamente, pero si los tipos negativos duran dos o tres años más, indudablemente se animarán», afirmó esta semana el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, recordando que en un escenario monetario como este las integraciones son una forma de generar ahorros. A la espera de que unos tipos más altos permitan elevar los ingresos, los bancos necesitan seguir ajustando gastos vía reestructuración de plantillas y red, pero también intentando aumentar su tamaño y generar escalas de negocio.
Esta situación apremia sobre todo a las entidades financieras de tamaño mediano, que son aquellas que proceden de antiguas cajas de ahorros: Unicaja, Liberbank, Abanca, Ibercaja y Kutxabank, todas ellas con un volumen de activos de entre 39.000 y 60.000 millones de euros, lejos de los 200.000 que como mínimo ya tienen las grandes entidades del país.
Y esto es importante de cara a cubrir el nuevo colchón de capital y recursos propios anticrisis (MREL, por sus siglas en inglés) que exigen las autoridades. A menor tamaño y menor rentabilidad del negocio -casi todas estas entidades tienen un nivel de rentabilidad sobre recursos propios (ROE) que no cubre el coste de capital-, la financiación de esos recursos en los mercados se encarece más, lo que complica la viabilidad futura de estos bancos sin integrarse con otras entidades.
El proceso de fusión entre Unicaja y Liberbank, en el que ambas entidades llevan varios meses trabajando y que confían cerrar en torno al próximo otoño, no solo evidencia la necesidad de ese proceso de consolidación en este segmento del mapa bancario español, sino que podría alentar nuevas operaciones. De hecho, el anuncio de esta operación movió a Abanca a intentar de nuevo adquirir la entidad formada por las antiguas Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura.
La consolidación de Unicaja y Liberbank creará una entidad de casi 100.000 millones en activos que sin duda meterá presión a las entidades menores. La aragonesa Ibercaja mantiene por ahora sus planes para salir a Bolsa en el momento adecuado, pero siempre antes de 2020, y continúa trabajando en ello. Ahora bien, el éxito de esa operación dependerá también del momento del mercado y del apetito inversor, y en caso de no lograrlo podría tener que buscar una salida en una fusión. La vasca Kutxabank, por su parte, no descarta nada, pero por ahora sigue manteniéndose ajena a la consolidación del sector y confía en poder continuar en solitario. El gran movimiento a futuro llegará con la privatización de Bankia: o se mantiene independiente o se integra con uno de los grandes bancos.
LOS GRANDES BANCOS SE QUEDARÁN CON TODO.
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