jueves, 14 de febrero de 2019

UN DESPERTAR CLIMÁTICO EN EL INSTITUTO."QUEREMOS UN FUTURO

 

UNCorentin Melchior, de 15 años.

El despertar climático en el instituto: “Queremos un futuro”


Así piensan los estudiantes que este jueves han vuelto a tomar, por sexta semana consecutiva, las calles de Bruselas contra el cambio climático.

Sus detractores les acusan de estar manipulados, de utilizar el clima como excusa para perder clase, o simplemente, de ser demasiado jóvenes e ingenuos como para abordar temas tan complejos. Los llamados estudiantes por el clima, el movimiento que ha sacado a las calles de media Europa a decenas de miles de alumnos de instituto para pedir medidas contra el cambio climático, nacieron al calor de los discursos de la joven activista sueca Greta Thunberg, pero la contestación ha echado raíces y contradice a los que le auguraban una vida efímera.
Thunberg, de 16 años, mirada de hielo y verbo incendiario, lleva 25 viernes consecutivos haciendo huelga para atraer la atención sobre el deterioro del planeta. Y es capaz de soltar a la cara a los políticos, sin pestañear, frases como esta de la cumbre del clima organizada por la ONU en Katowice el pasado diciembre: "En 2078 celebraré mi 75º cumpleaños. Si tengo hijos, quizá pasen ese día conmigo. Quizá me pregunten por vosotros, sobre por qué no hicisteis nada cuando todavía había tiempo para actuar. Decís que amáis a vuestros hijos sobre todas las cosas, y sin embargo les estáis robando el futuro ante sus propios ojos".
En Bélgica, Holanda, Alemania o Irlanda le han escuchado. El 15 de marzo hay convocada una huelga estudiantil internacional que se espera masiva. Los pupitres belgas suman seis jueves seguidos vaciándose en una serie de manifestaciones nunca antes vistas, ni por la temática, ni por la edad temprana de sus promotores, la mayoría sin derecho a voto o a conducir. Los resultados están ahí: 3.400 científicos belgas han firmado una carta abierta pidiendo al Gobierno medidas urgentes. La ministra flamenca de Medio Ambiente ha dimitido tras reconocer que mintió al decir que los servicios de seguridad le habían informado de que los alumnos estaban manipulados. Y un grupo de constitucionalistas y expertos en derecho ha preparado una nueva ley climática, más ambiciosa, que tiene opciones de ser votada en el Parlamento. Este jueves han sido 13.000 manifestantes en Bruselas, y por primera vez han marchado juntos universitarios y estudiantes de secundaria. Thunberg fue la inspiración y las redes sociales el medio para su expansión por el continente. Pero ¿qué piensan y qué quieren?

"Quiero que se actúe contra los vehículos contaminantes"

Huele a gofres en la Estación del Sur de Bruselas. Una furgoneta con el dulce belga por excelencia está aparcada en una esquina. Su dueño sabe que miles de personas caminan hacia allí en ese momento y la hora de comer se acerca. Hay oportunidad de negocio. La multitudinaria marcha de estudiantes termina ante la infraestructura tras recorrer las calles de la ciudad de norte a sur. Muchos se internan en sus instalaciones rumbo al tren o al metro. Otros se quedan fuera para seguir coreando consignas. A diferencia de las caras de enfado de otras protestas, hay muchas sonrisas. Un petardo. Patinetes. Disfraces. Música a todo volumen. Bailes. Un ambiente festivo, a veces incluso discotequero, acorde a la edad de los manifestantes.
La manifestación termina, pero cuatro adolescentes bruselenses de 13 años, Salomé, Clara, Manon y Juliette, compañeras de clase, alargan el momento de irse. Una de ellas tiembla de frío. La temperatura ronda los cero grados. Es la segunda movilización a la que acuden. "Estoy aquí hoy para decir que no estoy de acuerdo con las decisiones de los gobernantes sobre el clima. Quiero que se actúe contra los vehículos contaminantes. Que se mejore la gestión de la ecología", reclama Salomé. Han ido a clase las dos primeras horas, y tras la pausa reivindicativa, volverán al centro para las dos últimas horas. "Nuestros profesores están de acuerdo. Tienen hijos y quieren un futuro para nosotros". La unanimidad no es total. "Algunos compañeros no vienen porque sus padres no están de acuerdo", explican. En su centro, los docentes no cuentan la ausencia como falta ni ponen exámenes los jueves para facilitar que acudan a las marchas. Y el debate climático también penetra en las aulas en las clases de ética y ciencias.

"Los políticos no hacen nada por el clima"

Emi Marshall y Esthelle de Vriend, de 17 años, han tomado el tren. Llegaron a la marcha de Bruselas desde Gante. No se han perdido ninguna desde el comienzo de las huelgas el 10 de enero. Marshall va enfundada en un disfraz de unicornio porque le apetece. De Vriend empieza a hablar. "Queremos un futuro, no solo para nosotros, sino para nuestros nietos. Los políticos no hacen nada por el clima. Por ejemplo, tenemos nuevas leyes que prohíben circular a los coches de más de 20 años de antigüedad, pero si pagas 36 euros te dan permiso para hacerlo 10 veces al año. Es una licencia para contaminar. En vez de esas reglas, el Estado debe comprar esos coches viejos, sustituirlos por eléctricos, e invertir más en transporte público", concluye.
A su lado, Marshall recuerda que el cuidado del planeta ha dejado de ser solo misión de la alta política. "En Bélgica te enseñan que es importante reciclar desde que eres pequeño. En lugar de usar plástico, envuelvo los bocadillos con envoltorios reutilizables. No tiro los cigarrillos al suelo. Trato de no gastar demasiada agua ni comprar comida que no necesito. Se destruye demasiada comida", critica.

"Como no podemos votar, esta es nuestra forma de expresarnos"

Corentin Melchior ya estaba interesado por la política, pero no había encontrado hasta ahora motivación suficiente para implicarse. "Cuando oí hablar de este movimiento no tuve dudas. Dicen exactamente lo que pienso", afirma mientras permanece concentrado, solo, con un cartel que dice: "la contaminación es terreno minado". Como la mayoría, admira a la sueca Greta Thunberg. "Es la pionera". ¿Por qué ha venido? "Es una causa noble. ¿De qué sirve ir a la escuela si no tenemos futuro? El clima no es una prioridad para los políticos y eso nos decepciona enormemente como jóvenes. Como no podemos votar, esta es nuestra forma de expresarnos", dice antes de poner rumbo de nuevo al instituto. "Intento defender mis ideas perdiendo el menor número de horas posible".

"Los jóvenes me han despertado"

Wim de Coster triplica la media de edad de los asistentes, pero no se ha equivocado de marcha. Director de bachillerato de un instituto, este jueves desfilaba por las calles de Bruselas para dar su apoyo a los jóvenes que cada día se sientan en el pupitre frente a él. "Comprendo muy bien el sentimiento de los jóvenes. Me han despertado. Todo el mundo sabe que hay un problema con el clima, pero están las polémicas del día a día y hace que se nos olvide. No hay más tiempo que perder. Hay que actuar. Nuestro Gobierno debe ser más ambicioso. Creo que en Bélgica es un buen momento para hacerlo porque las elecciones están al caer. Podemos cambiar la mentalidad de los partidos. Es importante que sepan el sentir de miles de jóvenes, pero también del resto de la sociedad". De Coster también quiere que su centro, la Luca School of Arts, con múltiples sedes por todo el país, aporte su granito de arena: está escribiendo una carta a la dirección para poner en marcha un plan climático en sus edificios.

"Los políticos tienen que rendir cuentas cada día"

El profesor Marc Francaux, alto cargo de la Universidad Católica de Lovaina, una de las más prestigiosas del país, también camina entre los estudiantes para mostrar el respaldo de la comunidad educativa a las reivindicaciones. "Es una llamada de atención al Gobierno. Hay que recordar que los políticos son elegidos por el pueblo", afirma. Francaux detecta una nueva forma de interacción entre la política y los ciudadanos.  "Antes elegíamos a gente para que resolviera nuestros asuntos y nos olvidábamos varios años. Ahora esas personas tienen que rendir cuentas de forma casi cotidiana. Es una manera diferente de ver a la política y en eso hay algo nuevo".

Protesta en la Universidad de Girona

A la vanguardia de Europa en movimientos como los indignados o las movilizaciones por los derechos de las mujeres, las huelgas estudiantiles para exigir medidas contra el cambio climático son de momento minoritarias en España. Un grupo de alumnos de la Universidad de Girona ha estado entre los pioneros y este viernes dejarán de acudir a clase para concentrarse por quinta semana consecutiva.  "Vemos que los políticos hacen caso omiso a informes como los del IPCC (organismo asesor de la ONU sobre el calentamiento global) Y no se toman medidas para mitigar y adaptarnos al cambio climático de forma justa", lamenta Lucas Barrero, uno de sus promotores.
JOVENES MUY ECOLOGISTAS QUE SE OLVIDAN DE QUE TIENEN QUE TRABAJAR SI QUIEREN COMER.

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