sábado, 16 de febrero de 2019

EL INDEPENDENTISMO SALE A LA CALLE EN BARCELONA.

El independentismo sale a la calle en Barcelona contra el juicio del ‘procés’


Unas 200.000 personas participan en la protesta, según la Guardia Urbana.

El independentismo ha celebrado este sábado su primera gran manifestación en contra del juicio del procés que ha arrancado esta semana en el Tribunal Supremo. Bajo el lema La autodeterminación no es delito, miles de personas —200.000 según la Guardia Urbana y 500.000 según los organizadores— participaron en la marcha encabezada por el president Quim Torra, consejeros del Govern y líderes de partidos secesionistas y de los comunes. La movilización sigue el jueves con una huelga general.
Según los datos de la Guardia Urbana, la manifestación independentista ha sido la más numerosa desde la de la Diada. La del aniversario del 1 de octubre congregó a 180.000 personas y la convocada en contra de la celebración del Consejo de Ministros del 21 de diciembre, a 40.000. Con la movilización, los organizadores, constituidos en una coordinadora que ha recibido la adhesión del espectro soberanista, han arrancado un ciclo de protestas en contra del juicio del procés, que tachan de político. Además de llamar a la huelga general, convocada por un sindicato minoritario, y una manifestación en Madrid el 16 de marzo.
La marcha, en la Gran Vía de Barcelona, tenía previsto cubrir los dos kilómetros que separan la plaza de la Universidad, donde se situó el escenario, hasta la plaza de España. Sus previsiones se desbordaron. Antes de que la cabecera empezara a desfilar, una marea ya copaba la parte posterior de las tarimas desde donde se pronunciaron los discursos.
Bajo cientos de estelades y las notas de L’estaca, los manifestantes portaron retratos de los presos, carteles en favor de la autodeterminación o con frases en las que se leía “Ahora nos juzgan a todos”, “Felipe V a Felipe VI, la represión continúa” o “Jo acuso”. Hubo quien criticó a la justicia española vistiendo una toga y luciendo una nariz de payaso. La protesta, que se desarrolló en tono festivo y sin incidentes, reunió al president Torra, al del Parlament, Roger Torrent, a los consejeros, a dirigentes del PDeCAT, ERC y Junts per Catalunya y de Catalunya en Comú. El partido de Ada Colau siempre ha defendido la libertad de los presos y la negociación. Su diputada Jéssica Albiach insistió en que no delinquieron: “Esto no va de independencia, va de democracia”.
“No se puede gobernar España sin escuchar a Cataluña”, reclama el president Quim Torra
Tras la ruptura de las negociaciones y la convocatoria del 28 de abril, Torra pidió y casi imploró al Gobierno que escuchara a los manifestantes. “No se puede gobernar España sin escuchar a Cataluña”, dijo reclamando a la comunidad internacional que medie en el conflicto. El president reiteró que seguirá con su campaña internacional aunque el Parlamento Europeo le haya prohibido pronunciar en su sede una conferencia junto al expresident Puigdemont. “Iremos a otra sala más grande en Bruselas. ¿No se dan cuenta?”, dijo.
El fiscal del Supremo calificó a los ciudadanos que acudieron a los colegios el 1 de octubre de “muralla humana” y la idea la ha rescatado parte del independentismo para apelar al “muro humano” en favor de los presos, la autodeterminación y contra la ultraderecha. La marcha no se sustrajo de la precampaña. Albert Batet, de Junts per Cat, reclamó a ERC hacer una “muralla humana” el 28 de abril y formar una lista unitaria para garantizar su éxito. En las autonómicas del pasado 21 de diciembre, ambos fueron por separados y permitieron, dijo Batet, la victoria de Ciudadanos. ERC lo ignoró. No todos los oradores pidieron después desde la tribuna el apoyo a la huelga. No lo hizo Elsa Artadi, portavoz del Govern, y sí Gabriel Rufián, de ERC; Natàlia Sànchez, de la CUP; Elisenda Paluzie, presidenta de la Asamblea Nacional Catalana y Josep Maria Cervera, alcalde del Port de la Selva y presidente de la Asamblea de Municipios de Catalunya. Artadi, eso si, acusó al Gobierno de ser “represivo y autoritario” y al presidente del Parlamento europeo, Antonio Tajani, de ser una “vergüenza”.

"Se están pasando, este juicio es injusto"

 
A las tres de la tarde de un sábado, la tienda de víveres donde trabaja Inam, en la calle de Casanova, suele estar vacía. Pero ayer, desde el otro lado del cristal veía cómo iban desfilando grupos de manifestantes que se dirigían a la Gran Vía: “No sabía que había una manifestación y no sé por qué protestan, pero en la tienda ha venido poca gente, no paran de pasar”, expresó interesado. A pocos metros de distancia, Joana y Jordi se acababan el bocadillo apoyados en un lateral de la avenida. "Esperamos ser al menos 400.000 personas y que se pueda decir que Cataluña está junto a los presos políticos”, dijo Joana. Ambos vinieron en autobús desde El Masnou. "Hemos salido a las tres de la tarde y supongo que llegaremos a casa hacia las diez de la noche, pero continuaremos viniendo las veces que haga falta”. Un chico alto y espigado intentaba cruzar la calle esquivando pancartas que hacían referencia a la huelga general convocada para el 21 de febrero. “Estoy buscando el lugar de trabajo de mi pareja, le quiero llevar una cosa que se ha dejado y me he encontrado todo esto. Pienso que buscar la independencia es correcto si se hace con las maneras que permite la ley”, opinó.
A las cuatro, la acera de Gran Vía con Casanova empezaba a ser difícil de transitar. Manifestantes a ambos lados de la carretera contemplaban expectantes cómo los medios esperaban la llegada de los representantes y entidades políticas a la cabecera de la manifestación. Buscando un agujero para ver la escena, en primero plano estaban Elisabet, Fina y Mercè, un trío de amigas que se desplazaron desde Vic y Sant Pere de Torelló para protestar contra el juicio. "Estamos hartas y se están pasando, parece que les cuesta mucho de entender, pero nosotros venimos a todas las protestas porque que exista este juicio es injusto, es un conflicto político”. Los medios se apiñaron alrededor del vicepresidente del Gobierno catalán, Pere Aragonés, para arañar las primeras declaraciones. Más tarde, bajo cánticos de “unidad”, la marcha empezó a andar.
EL INDEPENDENTISMO TOMA LA CALLES Y SE CRECE.

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