El Rey Juan Carlos: "Nunca voy a escribir mis memorias ¿Para qué, para decir mentiras?"
Algo pasa en Zarzuela. La víspera (o a pesar) de que la Infanta Cristina se sentaba de nuevo este viernes en el banquillo de los acusados del 'caso Nóos', sus padres don Juan Carlos y doña Sofía reaparecían de nuevo juntos cara al público, sonrientes y en buena armonía.
Como esta misma semana, cuando inauguraron la exposición 'Obras maestras del seicento italiano en las Colecciones Reales' en el Palacio Real. O compartieron almuerzo a final de mayo en el palacio de la Zarzuela con Beatriz de Holanda, amiga y también soberana emérita. ¿El club de los monarcas jubilados goza de humor y buena salud? Eso parece.
Sonrientes y cercanos, con "buen rollo" que dirían sus nietos, los Reyes padres llegaron juntos en el coche que les llevó hasta la Real Academia de San Fernando, donde Simeón de Bulgaria presentaba su autobiografía, 'Un destino singular', editada por Nobel. Compartieron sitio de honor y confidencias durante el acto y regresaron también juntos a casa después de repartir abrazos y conversaciones informales con los demás invitados.
Las palabras de don Juan Carlos como introductor del acto, dedicadas a Simeón, amigo de juventud y a quien protegió y trató íntimamente durante el largo exilio del rey búlgaro en España, fueron sentidas, profundas, sinceras y de gran calado emocional.
Por eso le preguntamos después, "señor, ¿las ha escrito usted mismo?". Y don Juan Carlos, con la cercanía que lleva en su ADN, contestó que las ideas del discurso eran suyas pero se lo habían escrito los que están para traducir sus intenciones. "Yo les digo lo que quiero expresar y ellos lo pasan a limpio".
Y ya puestos a aprovechar su simpatía y como se comentara en el evento que alguien estaba tentando al antiguo Rey para que escribiera su biografía, también le preguntamos si se animaba a contar la ingente cantidad de historias e Historia que atesora su memoria.
"¡No, nunca las voy a escribir! ¿Para qué, para decir mentiras? La verdad no se puede contar, así que me lo guardaré [hizo un gesto como de tragarse sus secretos] y me lo llevaré allá arriba", añadió señalando al cielo.
Ya habían advertido los participantes y el propio Simeón en sus intervenciones, que la monarquía mira a lo lejos y que hay que dejar reposar los acontecimientos históricos y las vivencias personales hasta que el tiempo permita juzgarlos con distancia.
Le hicimos la misma pregunta a Doña Sofía. "Señora, ¿escribirá usted algún día lo que ha sido su vida?".
La Reina aseguró lo mucho que admira a quien escribe y tiene capacidad para hacerlo, "pero mi historia no es interesante".
Y eso que le recordamos que tiene episodios apasionantes como su exilio en Sudáfrica, el regreso de su padre al trono de Atenas, el nuevo exilio del monarca y su llegada a Madrid como Princesa de España, sin conocer a nadie y sin hablar nuestro idioma. "¡Pero si ya lo sabéis todo, ya no queda nada por contar!", contestó Doña Sofía con una carcajada.
Había que aprovechar un momento tan distendido para preguntar a la Infanta Elena por sus hijos. "Están muy bien. ¿Y has visto como Felipe ya es más alto que yo?", habló la madre orgullosa de un chico a punto de ser mayor de edad.
Buena ocasión para saber algo más de esa novia que le adjudican a Felipe. "No tengo idea, pero me da la impresión de que sólo es una amiga".
A Simeón, rey templado, educado en la contención, los ojos se le llenaron de lágrimas cuando finalizó el acto y dijo: "gracias, Majestad", dirigiéndose a Don Juan Carlos. Y también más tarde, cuando los invitados se le acercaban para abrazarle en este merecido homenaje que por fin recibe en Madrid, también se le veía conmovido.
El marqués de Cubas, Fernando Falcó, habló de él como un hombre formidable. La baronesa Thyssen y el duque de Alba, de su admiración por el personaje. Y sus amigos, Carmen Franco, Pilar de Arístegui y Jaime Peñafiel, que además es su vecino en Madrid, coincidieron en destacar su carisma y humildad.
Casi todos sus hijos y muchos de sus nietos compartieron un día inolvidable. No pudieron asistir Kyril por su trabajo fuera de España y su nuera Carla Royo, de viaje en América.
Pero allí estaba su adorada hija Kalina, con su marido Kitín Muñoz y el menor de sus nietos, Simeón Hassan, que lleva el nombre de su abuelo y del anterior rey de Marruecos, donde vive desde hace años la princesa más búlgara de la familia.
AL MENOS POR UNA VEZ DICE VERDAD, MUY ACERTADO Y COHERENTE.NO OBSTANTE SUS MEMORIAS VERDADERAS Y REALES SERÍAN UN ÉXITO MUNDIAL.
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