lunes, 9 de febrero de 2015

LOS ESPAÑOLES HABLAMOS MAL EN PÚBLICO,SOMOS MALOS ORADORES

¿Por qué hablo tan mal en público?

Los expertos señalan que en España existe un déficit en el manejo de la oratoria

Proponemos siete claves y varias pistas para mejorar esta destreza comunicativa.

De sopetón: "Quiero que pronuncies unas palabras el día de mi boda". De recuerdo: "Sal a la pizarra". De hoy: "Tiene cinco minutos para hablarme de usted en esta entrevista de trabajo". Nervios. Estrés. Angustia. Y manos a la obra. Toda la vida ensayando delante del espejo y resulta que sirve para muy poco. Los expertos de oratoria consultados aseguran que delante del cristal no se puede estar atento a los movimientos del cuerpo, al tono de voz y al mensaje. Dicen que a la hora de preparar un discurso lo mejor es grabarse con el móvil y analizarse después. Dicen que nadie nace comunicador. Y dicen, incluso, que, con una buena formación, se logran abrir las enrevesadas puertas del empleo.
“En España tenemos mucho miedo al ridículo", observa Javier Bernad, profesor de comunicación de IE Business School. "En las escuelas de negocio, donde hay muchas nacionalidades, los españoles siempre son los más recatados". Bernad sostiene que, junto con el inglés y una titulación, hablar bien en público es fundamental para decantar la balanza a la hora de encontrar un trabajo. 
La distancia entre la universidad y la empresa ha sido objeto de estudio del Observatorio de Innovación en el Empleo. Se trata de un informe en el que 19 grandes compañías, como Coca-Cola, BMW, Seur o Ikea, han detectado que existe un déficit en la preparación de los recién titulados en dos aspectos clave como son el conocimiento y las aptitudes comunicativas. Estas firmas consideran que los estudiantes tienen escasa formación en idiomas y pocas habilidades a la hora de negociar y comunicar. Los estudiantes, según este mismo análisis, creen que lo más importante para acceder a un empleo son los conocimientos específicos y relegan a un segundo plano destrezas como la oratoria o el trabajo en equipo.
"Existen jóvenes con una formación espectacular pero no se saben vender. Hay que insistir en que para completar un buen currículum hay que saber manejar técnicas de oratoria", señala Susana Sosa, directora del Servicio Adecco Profesional, una de las empresas líder en Recursos Humanos.
Para mejorar en esta disciplina, al margen de toda la información que podamos encontrar en la red, distintas universidades españolas y empresas han apostado por incluir cursos y másteres en su formación académica. En la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) se puede cursar la asignatura Expresión Oral y Escrita de cuatro meses de duración por un precio de 500 euros. "Aquí reproducimos las fases de la retórica con el sistema de los sofistas griegos", expone Lluis Pastor, uno de los profesores del posgrado. Aunque se trata de una materia de la carrera de Comunicación, cualquiera puede matricularse y obtener una certificación. Si lo que prefiere es un tratamiento individual, en 2010 se creó La Fabrica de Discursos y por sus oficinas han pasado ya más de 2.000 personas. No existe una tarifa fija, cada usuario recibe un presupuesto en función de lo que solicite. En el último año, por ejemplo, el perfil que más visitó las instalaciones fue el de médicos, abogados y emprendedores. "La gente se ha dado cuenta ahora de que lo que diferencia el éxito y el fracaso es la buena venta personal", manifiesta Fran Carrillo, asesor de comunicación y director de la compañía. 
En el sistema educativo español no existen asignaturas obligatorias de oratoria. Ni siquiera en las facultades de periodismo, comunicación audiovisual y publicidad.“En las universidades se enseña a memorizar, a recitar y a no participar”, sostiene Yuri Morejón, de la consultora estadounidense Yescom Consulting. “Las materias de comunicación oral, independientemente de lo que se estudie, deberían ser obligatorias en todas las facultades”, señala Pastor, profesor de la UOC. Para ambos expertos resulta “incomprensible” que no se trabaje desde la escuela y añaden que la gran mayoría de los estudiantes son incapaces de explicar verbalmente lo que aprenden. "Lo más grave dentro de la Educación, en comparación con otros países de nuestro entorno, es que no existen exámenes orales", subraya el asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubí. "Hablar bien en público es básico: se necesita para el 89% de las profesiones", apuntala Mónica Pérez, autora de El secreto de Obama y directora de la Escuela Europea de Oratoria.
La situación en Estados Unidos es radicalmente opuesta. Entre los 14 y 18 años existe una materia voluntaria que se llama Public Speaking [Hablar en Público]. Para esta misma franja de edad, existe una liga de debate conocida como Speech and Debate en la que participan más de 130.000 estudiantes cada año. Después, en la universidad, existen asociaciones de larga trayectoria como la American Forensics Association, que promueve competiciones en todo el país. Y, por si fuera poco, las facultades pagan a jóvenes promesas del deporte cursos conocidos como Media Training [Formación en Medios de Comunicación]. Este entrenamiento consiste en enseñar dotes comunicativas a los alumnos para que sepan responder bien delante de las cámaras. “La mayoría de los estadounidenses tienen muy claro que cuando tienen un micrófono delante representan una marca, una imagen y unos valores”, subraya el asesor estadounidense.
La experiencia en las aulas de este consultor español, residente en Estados Unidos, recibe una nota de suspenso general. “Hasta las clases están mal diseñadas”, afirma. “Las sillas están pegadas y cualquier práctica que se quiera montar en el aula dificulta la dinámica". En este país, según todos los expertos consultados, existe un factor cultural muy arraigado que ralentiza el despegue de las clases de oratoria. Pronunciar bien el inglés y responder continuamente en clase son dos pequeños ejemplos de situaciones cotidianas que están mal vistas por gran parte de los alumnos, sostiene uno de los asesores.
Todos reconocen, sin embargo, que la situación en España está cambiando, pero la diferencia con Estados Unidos sigue siendo muy grande. “A comunicar se aprende comunicando y todo es cuestión de práctica. Pero es muy importante que se enseñe desde bien pequeños”, concluye el presidente del Club Internacional de Oratoria, Agustín Rosa.

Siete claves para hablar bien en público

1. Gestionar el tiempo. ¿Cuánto tiempo vamos a estar hablando? Esto es lo primero que debemos saber antes de planificar nuestro discurso. Se recomienda terminar antes de la hora pactada, nunca sobrepasarse. Hay que tener claro que lo importante no es contar todo sino contar lo más interesante.

2. Analizar tu auditorio en dos sentidos Lo primero: no es lo mismo hablar ante universitarios que ante empresarios. Conocer el perfil de los asistentes a la ponencia varía el enfoque de la alocución y nos ayuda a estar preparados ante posibles preguntas. Segundo: conocer el lugar. ¿Hace frío hace, hace calor?, ¿tengo micrófono de mano o hablaré a viva voz?, ¿las sillas de los asistentes son cómodas o incómodas, ¿hay Wifi o no?
3. Hablar con entusiasmo. El 80% del éxito de una buena charla es nuestra actitud. Sonreír, subir y bajar el tono, mostrar énfasis, mover las manos... El público recordará lo que el orador les hizo sentir. La memoria está enfocada a las sensaciones. 
4. ¿Qué tengo que llevar? El material tiene que ser un complemento. Es bueno poner vídeos y fotos. Las imágenes, al igual que las historias propias y las anécdotas, siempre se recuerdan mejor. Nota importante: todos los estudios afirman que a los 15 o 20 minutos el público desconecta. Ahí, por tanto, sería bueno introducir el material audiovisual. 
5. Mensaje directo, al grano. Arrancar con el “bueno pues” se considera casi un atentado en la oratoria. A la hora de plantear un discurso, con independencia de la duración, hay tres conceptos: anticipo la idea de mi mensaje, la desarrollo y la recapitulo. El público tiene que entender que hay un beneficio en escucharte. 
6. ¿Moverse o no moverse? Es muy importante el movimiento. No hay que estar sentado pero tampoco bailando. Con naturalidad, con dinamismo, sin pasarse y sin extremos. No hay un estilo especifico ni un comunicador ideal. En función del tema, modelo, o público todo cambia. 
7. Preparar y practicar, preparar y practicar. A comunicar se aprende comunicando. Y así se gana naturalidad, convicción, credibilidad y confianza.
COMENTARIO:
Esto pasa porque durante mucho tiempo en todos los centros de enseñanza se ha olvidado lo que durante muchos siglos fue el núcleo de la enseñanza: el estudio de la Retorica Clásica tal como la sistematizaron Aristóteles y Cicerón y San Agustín la consagró en la predicación y la exposición de los Textos Sagrados en su magnífico tratado de Doctrina Cristiana. Después vinieron los franceses de la Ilustración y la degradaron hacia la sofística. Aun hoy la Retórica es sinónimo de demagogia, palabrería y charlatanería. Hoy en España abunda eso basta con oír a los monederos de turno: insultos descalificaciones y ni un solo párrafo sin barbaridades. Eso lo consagró el hermano de Juan Guerra., el gran Arfonso el de mielmano. Aquel del tahúr del Misisipi.

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