Esclavos para construir estadios, hospitales y hoteles en Qatar.
En el país más rico del mundo miles de personas trabajan en condiciones propias de otro siglo. La mayoría de los trabajadores migrantes empleados en el sector de la construcción de Qatar se encuentra en estado de semiesclavitud.
Son expuestos a jornadas laborales interminables los siete días de la semana, trabajando sin descanso bajo temperaturas que pueden llegar a los 50 grados en verano, viven en condiciones infrahumanas y carecen incluso de comida, sufren el impago de sus salarios, ven confiscados sus pasaportes y no tienen ni siquiera el derecho a marcharse del país cuando lo decidan.
El informe que acaba de publicar en inglés la organización Amnistía Internacional (AI), titulado 'La cara oscura de la migración: El sector de la construcción en Qatar de cara al Mundial de Fútbol' arroja conclusiones demoledoras. "Estamos hablando de un porcentaje muy significativo de trabajadores que sufren explotación en Qatar", señala a EL MUNDO.es Gerardo Ríos, portavoz de AI España sobre empresas. El 94% de la fuerza de trabajo en Qatar es extranjera.
"Trabajan como esclavos, apresados en un lugar del que no se pueden marchar", describe Ríos. En el documento, AI prefiere hablar de "trabajo forzado", que es el tecnicismo que según los principios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) describe condiciones de amenazas, cuando los trabajadores son amenazados con no recibir su salario, alimentos o incluso su pasaporte y se ven obligados a ejercer su trabajo contra su voluntad, explica el portavoz.
Abusos rutinarios
En Qatar existe un "complejo engranaje contractual" que fomenta que se practiquen "abusos habituales y generalizados contra trabajadores migrantes", relata el informe. "Es sencillamente inadmisible que en uno de los países más ricos del mundo se explote de forma despiadada a tantos trabajadores migrantes, se los prive de su salario y se los aboque a intentar sobrevivir", afirma Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional.
El responsable de estas condiciones es el sistema de patronazgo o 'kafala', bajo el que cada trabajador tiene un patrón, que puede ser un individuo o una empresa. El sistema lleva prácticamente a que el trabajador sea una 'posesión' del patrón. El patrocinador es el responsable de tramitarle el permiso de residencia, que le da acceso al sistema de salud, y por tanto, tiene en su mano el que su empleado esté dentro o fuera de la ley. Además, el empleado no puede marcharse del país sin un permiso de su patrón.
Otras configuraciones del sistema ayudan a la indefensión del trabajador. "En Qatar no hay inspecciones laborales y muchas trabas jurídicas para los empleados que denuncian injusticias", explica Ríos. En Qatar no existen los sindicatos. También las empresas contribuyen a estos abusos. "Hemos documentado casos de empresas que son subcontratas de multinacionales a las que prestan servicios y que presentan violaciones de los derechos de sus trabajadores", añade.
Subcontratas a multinacionales
Amnistía ha documentado, por ejemplo, numerosos abusos y denuncias de trabajadores de la empresa local PCSI Specialties Qatar. Esta contrata trabaja con multinacionales como Hyundai Engineering o la constructora española OHL, que tiene la concesión de la construcción del Centro Médico y de Investigación de Sidra. Qatar Foundation, ex patrocinador del F. C. Barcelona, financia el proyecto. AI ha informado a OHL de los abusos cometidos por PCSI y la multinacional española se ha comprometido a tomar medidas, aunque comunicó a AI que ya no tiene relación con esta contrata.
Otras 22 multinacionales, entre ellas Qatar Petroleum, tienen relación con empresas locales subcontratadas que cometen violaciones de los derechos de sus trabajadores, según Ríos.
Qatar está inmerso en la construcción de los proyectos urbanísticos que van a acoger el Mundial de Fútbol de la FIFA en 2020. Todo ello está además diseñado para convertir Doha en un polo regional y global. Un nuevo aeropuerto está bajo construcción, al igual que un sistema de suburbano y un ferrocarril internacional. Carreteras, sistemas de alcantarillado, un nuevo puerto, estadios, hoteles... El total de los proyectos específicos para la Copa del Mundo asciende a 4.000 millones de dólares (casi 3.000 millones de euros).
Un problema estructural
Sin embargo, muchos de los proyectos en construcción en los que se ha detectado explotación laboral ya estaban en marcha antes de la concesión del Mundial a Qatar. Se trata, pues de un problema estructural que es compartido, además, en toda la región del Golfo.
No sólo el sector de la construcción -donde trabajan 504.000 personas- registra este nivel de explotación. Otro sector muy afectado es el de los trabajadores domésticos, que emplea a 130.000 personas y cuya problemática es aún más preocupante porque están fuera de la Ley laboral qatarí. Por nacionalidades, los nepalíes, indios, srilankeses y paquistaníes son los más afectados.
Recientemente, una investigación del diario The Guardian reveló las condiciones en las que trabajaban los obreros de los proyectos de construcción del Mundial 2020. Según el diario británico, 44 nepalíes -una media de uno al día- murieron el pasado verano por las brutales condiciones de trabajo soportadas y por la falta de medidas de seguridad.
Qatar necesita mano de obra y este pequeño emirato gana población cada hora, a un ritmo de 20 personas cada 60 minutos. La proporción de población local e inmigrante es un factor desestabilizador para el país, ya que sólo el 15% de los habitantes del país son qataríes. Hasta ahora, las políticas del Gobierno de Doha han fallado en la protección de esta mano de obra de la que tanto depende el pequeño emirato.
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