jueves, 23 de mayo de 2013

19.000 PARADOS SE PRESENTAN PARA 11 PLAZAS

Casi 19.000 parados se presentan para 11 plazas de bedel en El Prado
Casi 19.000 parados se presentan para 11 plazas de bedel en El Prado.
Nunca el patrimonio histórico y cultural de este país fue tan bien mirado, nunca tanta simpatía ni tanto deseo de protección. El pasado diciembre, la fila infinita rodeó la manzana donde se encuentran las oficinas del Museo del Prado y siguió más allá, calle arriba. Varios días. Cinco meses más tarde, la pinacoteca ha conseguido cerrar la lista más larga de su historia de admitidos a unas oposiciones. En las 357 páginas, que cuelgan del corcho y de la página web oficial, se enumeran los nombres de las 18.524 personas interesadas en la oferta de trabajo del museo: 11 plazas de auxiliar de servicios generales, es decir, vigilante de sala. Personal laboral fijo, del grupo profesional III, nivel 6… para entendernos, un sueldo base de 13.019 euros al año, en 14 pagas, con posibilidad de crecer a más de 700 euros en complementos. El salario más alto –sin contar los cargos directivos- es el de un conservador, 25.847 euros al año y complementos más sabrosos.
Nunca antes en la historia del principal museo español se recibieron tantos candidatos para trabajar, aunque la última convocatoria para el mismo puesto, celebrada hace cinco años, recibió algo más de 5.000 solicitudes. Desde El Prado aseguran a El Confidencial que se esperaban una participación alta, pero nunca pensaron en una avalancha semejante. Como cualquiera puede imaginar, y como suponen desde la dirección del museo, la alta demanda es consecuencia de un país que se ha especializado en destruir trabajo.
La oleada de candidatos no sólo ha superado las expectativas, sino las posibilidades de la propia institución, que ha tenido que pedir ayuda al Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) para encomendarles la gestión de la realización de las pruebas selectivas. El Prado no tiene lugar donde acoger tal cantidad de opositores, así que ha acudido al único lugar preparado para recibir miles de exámenes en sus instalaciones: la universidad.
Aulas llenas
Los ejercicios de la fase de oposición se realizarán el próximo domingo 23 de junio en ocho facultades y escuelas de la ciudad universitaria de la Universidad Complutense de Madrid. Cerca de 60 aulas han sido contratadas para recibir al personal, y entre ellas hay una con un aforo de 800 personas y otras que darán cobijo a un centenar. 
Las actividades de las que se encargará el INAP, según figura en el BOE del lunes 29 de abril, son la confección de listas de colaboradores para la vigilancia de la aulas y su distribución en ellas, la asignación de opositores por facultades y aulas, la colaboración en la preparación del material necesario para la realización del ejercicio, la celebración de sesiones formativas y la puesta a disposición de material didáctico para el órgano de selección, previo a la celebración del ejercicio o el asesoramiento sobre opositores con discapacidad, entre otras funciones.
En el boletín se aclara la peor parte del acuerdo para El Prado: los gastos originados por la gestión material de la encomienda correrán a su cuenta. El pellizco para las maltrechas finanzas, después del último tijeretazo ejecutado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, es considerable: alrededor de 100.000 euros, según cuenta el museo a este periódico.
En ese gasto se incluyen los honorarios de los colaboradores, la empresa que elabora el examen psicotécnico, la que confecciona las cuartillas de la prueba, la que transporta el material, que levanta actas, y que recoge las pruebas y las traslada en camión blindado hasta la empresa en la que un lector automático se encarga de corregir. Una logística para la que El Prado no está capacitado y que sólo puede resolverse con un proceso tecnificado.
Y 400 temporales
Junto a las once plazas fijas sale a concurso una 'bolsa' de puestos transitorios compuesta por 400 plazas, que cubren las exposiciones temporales del museo. Normalmente, la bolsa va menguando porque en cuanto el vigilante temporal encuentra otro trabajo renuncia a su plaza, según cuentan desde el museo. La bolsa, desde la anterior convocatoria, se había quedado corta. El examen y las exigencias para los 11 fijos y los 400 temporales son los mismos.
La cualificación exigida también es un aliciente: basta con el título de graduado en Educación Secundaria Obligatoria (ESO), Formación Profesional de técnico u otras titulaciones equivalentes. Las tres primeras pruebas del examen son de tipo test organizadas en comprensión verbal, lógica matemática y atención y conocimientos. En esta última se pregunta por la ley reguladora del museo, por el estatuto del mismo, por el convenio colectivo de los trabajadores, prevenciones de riesgos laborales y, también, sobre las colecciones del Prado: “Conocimientos básicos que pueden encontrarse en la página web del museo”.
El segundo ejercicio es igualmente tipo test y evalúa las competencias personales de los candidatos. Y, por último, los méritos profesionales y formativos. En ellos lo que más puntúa son las titulaciones académicas superiores, es decir, que los licenciados universitarios cuentan con más posibilidades en la criba que los estudiantes de la ESO.
Los empleados del grupo al que pertenece la vigilancia de salas, colecciones, edificios e instalaciones realizan tareas como el movimiento de obras de arte y objetos que integran el inventario no artístico, el control de acceso, la identificación, información, atención y recepción de personal visitante, la apertura y cierre de puertas, la entrega y recogida de correspondencia o los recados dentro y fuera del museo.
Todo en un horario que se divide entre turnos: de mañana, de 9:30 a 15:15 h; de tarde, de 14:45 a 20:30 h; domingos y festivos, de 9:30 a 19:30 h. Cada vigilante presta servicio un domingo de cada tres y un festivo de cada tres. Además, el trabajador que voluntariamente preste servicio en sábado percibirá 100 euros y en domingo o festivo, 175. El convenio es una de las mejores recompensas a un puesto laboral en el Museo Nacional del Prado, en el que el colectivo de vigilantes de seguridad es el mayoritario. “Sin vigilantes no se puede abrir el museo”, aclara un cargo directivo. El patrimonio artístico está en buenas manos.

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