lunes, 15 de abril de 2013

"TODOS SOMOS IGUALES ANTE LA LEY"LAS PALABRAS DEL REY, DAN RISA

Urdangarin al conde de Fontao: "Dile al Rey que no pienso prescindir de mi abogado"

El 11 de noviembre de 2011, cuando la imputación de Iñaki Urdangarin en el caso Nóos parecía ya inevitable, el Rey llamó a capítulo a su yerno en el palacio de la Zarzuela. En aquella tensa reunión, de la que no se informó públicamente -el duque de Palma voló discretamente la víspera desde Washington-, don Juan Carlos planteó a aquel dos exigencias: que exculpara a su hija, la infanta Cristina de Borbón, si resultaba imputado -lo que finalmente sucedió el 29 de diciembre de aquel año-, y que rompiese con el abogado Mario Pascual Vives, el elegido por el exjugador internacional de balonmano para hacerse cargo de su defensa. Pero Urdangarin tenía otros planes.

Fuentes muy cercanas a la Zarzuela han relatado a El Confidencial que el marido de la Infanta asumió con naturalidad la primera de esas exigencias, pero echó balones fuera cuando el Rey insistió en que Pascual Vives era un abogado "mediocre", con un prestigio y profesionalidad muy por debajo del de otros reconocidos penalistas. Don Juan Carlos, según esas fuentes, no quería que un letrado "del montón" pudiera arrastrar a su yerno al banquillo con una estrategia equivocada, y con ella a su propia hija.

El Rey llegó a sugerir a Urdangarin el nombre de varios bufetes y abogados de su entera confianza que estarían "encantados" de asumir su defensa si el jefe del Estado se lo pidiera. Y citó, entre otros, a Miquel Roca i Junyent, quien finalmente, y por decisión personal del monarca, representará a la infanta Cristina tras su imputación por el juez José Castro. Pero Urdangarin alabó las virtudes de Pascual Vives -con el que, además, mantiene una estrecha amistad- y, como único compromiso, le dijo a su suegro que "lo pensaría".

Saltan las alarmas
Pocos minutos después de aquel embarazoso encuentro, Urdangarin se reunió en el mismo palacio de la Zarzuela con José Manuel Romero Moreno, conde de Fontao, asesor jurídico personal del Rey desde hace dos décadas, presidente del bufete Romero Moreno Abogados, patrono de numerosas fundaciones, consejero de Patrimonio Nacional y hombre de la máxima confianza del Jefe del Estado. El consejero real, como ya había hecho don Juan Carlos, reiteró que Pascual Vives no reunía las condiciones idóneas para llevar un caso de tanta trascendencia y que tanto daño estaba causando a la institución monárquica. Pero el duque de Palma también le dio largas.

Todas las alarmas saltaron en la Casa del Rey cuando Urdangarin, ya imputado, prestó declaración por primera vez ante el juez Castro, el 25 y 26 de febrero del pasado año. El duque de Palma descargó toda la responsabilidad del entramado delictivo urdido en torno al Instituto Nóos sobre su antiguo socio, Diego Torres, y aseguró que era este quien gestionaba la entidad supuestamente sin ánimo de lucro y adoptaba todas las decisiones, limitándose Urdangarin a ejercer un papel meramente protocolario e institucional. En la Zarzuela, según las fuentes consultadas, se llevaron las manos a la cabeza.

El Rey y su entorno más cercano, incluido el conde de Fontao, creyeron que aquella estrategia, sin duda planificada por Pascual Vives, era poco menos que suicida. Si Urdangarin, lejos de pactar una estrategia de defensa conjunta con Torres, buscaba abiertamente el cuerpo a cuerpo con su exsocio, este podría sentir la tentación de enchufar el ventilador para tratar de salvarse. Fue entonces cuando el Rey volvió a recurrir a Romero Moreno, como ya había hecho en anteriores ocasiones, para que el abogado y aristócrata ejerciera el papel de emisario ante su yerno.

"Dile al Rey..."
El conde de Fontao, por expreso deseo de don Juan Carlos, se reunió de nuevo con Urdangarin, ahora en Barcelona. Esta vez no le transmitió una recomendación o un deseo de su suegro, sino una orden: romper amarras definitivamente con Pascual Vives para evitar males mayores. Pero la respuesta del duque de Palma, según aseguran las fuentes consultadas, fue tajante: "Dile al Rey que no pienso prescindir de mi abogado".

Pocas semanas después, Urdangarin y Pascual Vives volvían a cometer otro "error garrafal" que, según las mismas fuentes, enfureció aún más a la Casa del Rey. El abogado de Torres, Manuel González Peeters, presentó un recurso ante el juez Castro solicitando que fuera levantada la imputación que pesaba sobre la esposa de aquel, Ana María Tejeiro. Pero el letrado del duque de Palma se opuso, por dos veces, al sobreseimiento de la causa respecto a la mujer de Torres. Y este decidió entonces desenterrar el hacha de guerra.

Tras los fallidos intentos del conde de Fontao -y también de la cúpula de Telefónica, a la que Urdangarin aún seguía vinculado profesionalmente- por persuadir al duque de Palma de que prescindiese de los servicios de Pascual Vives, esta vez ya no hubo más presiones por parte de la Casa del Rey, convencida de que aquel no pensaba dar su brazo a torcer. Y los hechos posteriores parecieron dar la razón a la Zarzuela.

La venganza
La venganza de Torres no se hizo esperar. Si su abogado ya había remitido al juez Castro una primera remesa de correos electrónicos muy comprometedores justo después de que Pascual Vives rechazara la desimputación de Tejeiro, a partir de ese momento los emails llegaron al Juzgado de Instrucción número 3 de Palma con un goteo incesante. El abogado de Urdangarin intentó, a la desesperada, que Castro anulase la validez de esos correos con el argumento de que podrían haber sido manipulados, pero el juez se opuso.

Y no sólo eso. Los emails de Torres -siete remesas hasta el momento- han resultado decisivos para que el instructor del caso Nóos cambiase de criterio e imputase a la infanta Cristina como presunta cooperadora necesaria o cómplice de su marido. La última palabra la tiene ahora la Audiencia Provincial de Baleares, que en mayo deberá resolver si mantiene o no la condición de imputada de la hija del Rey. Pero, pase lo que pase entonces, el Jefe del Estado jamás perdonará a su yerno su empecinamiento en aliarse con Pascual Vives. "En la Zarzuela existe la certeza de que, con otro abogado, la Infanta no estaría imputada", sostienen las fuentes consultadas.

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