Extremadura se tiñe de negro en plenas fiestas populares
Mientras el incendio de Jarilla avanza sin control, las ferias llenan otros pueblos
Las llamas no dan tregua: el norte y Extremadura viven horas críticas con decenas de evacuaciones
«¿Quién puede tener ganas de fiesta?». Es la pregunta que se hace Antonia, vecina del municipio cacereño de Gargantilla, que, entre pena, miedo e incertidumbre, afronta sus primeras horas en el Pabellón de La Bombonera, en Plasencia. Aquello se ha convertido en una suerte de refugio para quienes han tenido verdaderamente cerca las llamas del incendio de Jarilla, en Cáceres. Después de una noche eterna, de insomnio, donde mirar al horizonte era ver lenguas de fuego acercándose y acercándose bajo una inmensa nube de humo negro, ella, como el resto de sus vecinos, fue evacuada. Son unos 400 en Gargantilla, quizás más en verano. Entre coches particulares y autobuses, en torno al mediodía de ayer, abandonaban el pueblo. Con relativo orden y colaborando con las autoridades.
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