jueves, 2 de enero de 2025

SOLO POLITICOS CORRUPTOS

 Empieza un nuevo año como empezó el otro, con un Gobierno que se dice progresista sosteniéndose en un pacto con quienes homenajean a los asesinos terroristas cuando salen de la cárcel (Bildu), algo que Pedro Sánchez en campaña electoral decía que no haría. También con la totalidad de partidos independentistas, algo que también decía que no haría jamás. Pero lo que culmina la indecencia institucional más aberrante de este Gobierno es dar impunidad a corruptos, delincuentes y fugados, siendo estos mismos (los beneficiados por la propia amnistía) quienes la redacten a su medida y la aprueben ante el bochorno y asombro de todos los demócratas.

Si añadimos toda clase de prebendas, condonar deudas y dar beneficio fiscal para Cataluña, que revienta los principios de solidaridad entre territorios, estamos ante un Gobierno dispuesto a todo con tal de estar y seguir agarrado al poder.

También decía Pedro que era indecencia que un político indulte a otro político. Y por supuesto también repetía que la amnistía era anticonstitucional. Como ven, su palabra es perrona caducada. Un político que incumple sistemáticamente sus promesas electorales es un impresentable arribista sin más. Una persona sin palabra jamás será de fiar.

Dar impunidad a delincuentes y corruptos, incluidos quienes se fugaron al extranjero para no ser juzgados, es saltarse el poder judicial, es creerse juez, parte y reparte. Es pisotear la igualdad de todos los españoles ante la ley, ante las normas que entre todos nos dimos, que implican cumplimiento, ya seas rey, presidente o el último plebeyo.

Es romper el Estado de derecho, donde "todos los ciudadanos e instituciones dentro de un país, estado o comunidad son responsables ante las mismas leyes, incluidos los legisladores.

De este modo, el Estado de derecho es característico de los regímenes democráticos. En él, todos los ciudadanos, incluidos los gobernantes, legisladores y jueces, están sujetos por igual a las normas que establecen la ley y la Constitución".

En un Estado de derecho "se fijan límites a la capacidad de acción de los órganos de gobierno y se establecen reglas que organizan la vida social y política de los ciudadanos sobre la base de la igualdad de derechos, al contrario de lo que sucede en las dictaduras, en las que una persona a cargo del poder político toma decisiones sin someterse a normas ni al control de otras instituciones públicas"

"Las normas jurídicas que rigen en un Estado de derecho están consagradas en la Constitución, son de público conocimiento y fueron en algún momento votadas y aprobadas por representantes de la sociedad. En la actualidad, el Estado de derecho es considerado una condición necesaria para garantizar el respeto de los derechos fundamentales y los derechos humanos dentro de un país, tal como declara el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) publicada en 1948".

Pues todo esto el señor Sánchez se lo saltó de un plumazo por su cara bonita, con la estelar colaboración de medios afines y de una sumisa sociedad.

¡Ojo! A pesar de que Sánchez cogió el poder en una moción de censura contra la corrupción del PP de Rajoy, ahora se columpia sobre la propia: tiene imputada a su mujer, a su hermano, a su mano derecha (Ábalos), a la mano derecha de este (Koldo), a su fiscal general... ¿Qué más debe pasar para que los órganos de control democrático (Fiscalía, Audiencia, oposicion...), Constitucional y tribunales de justicia, actúen de oficio contra esta forma de hacer política.

Para más consistencia a esta crítica y denuncia pública, recordarles que Sánchez no ganó ninguna de las elecciones a las que se presentó, ya sean generales, autonómicas o europeas. Suma parlamentariamente por un sistema electoral que beneficia claramente a los partidos separatistas. Esos escaños encasillados en autonomías no debieran tener la repercusión de fuerza en un tablero nacional en unas elecciones generales.

No pueden unos partidos independentistas gestionar y gobernar un país al que odian y del que se quieren separar. Esta contradicción la entendería cualquier niño de 6 años.

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