Hoy he leído que actualmente, aproximadamente el 60% de las parejas se conocen a través de internet y de plataformas en línea. Este dato me ha hecho reflexionar sobre cómo han cambiado las dinámicas de las relaciones sentimentales en las últimas décadas.
En los años 80 y 90, las conexiones amorosas se forjaban principalmente a través de amigos, compañeros de trabajo o actividades sociales, fomentando un conocimiento mutuo orgánico y gradual. Ahora, con el avance de la tecnología, podemos conectarnos inmediatamente con personas de todo el mundo. No obstante, esta inmediatez puede conducir a relaciones menos profundas y comprometidas.
La confianza, antes construida a través de experiencias compartidas, a menudo falta en las interacciones en línea, dejando conexiones que pueden resultar superficiales. Es fundamental no olvidar la importancia de crear vínculos significativos fuera de la red.
Invito a los lectores a reflexionar e intentar encontrar el equilibrio entre las conexiones digitales y el valor de las relaciones personales que nos enriquecen emocionalmente cara a cara.
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