Love es amor propio, como origen del resto de afectos amorosos arraigados y a expandir, un valor ético de autoafirmación y gran estima propia, de autotratarse con primor excelente sosegado y con níveo guante suave, con profundísima querencia, pues no hay peor juez punitivo que uno mismo, infierno de malestar y autoayuda infinita hasta el postrer hálito. El amor se concreta físicamente, necesitando del concurso de la muy generosa y gratísima ternura, de la oportuna caricia, de la compasión por la realidad integral de la otra persona, vulnerabilidades incluidas, un volcán de eros feliz; un amor sublimado y ascendido, que es vino añejo de todas las joyas de la cultura civilizada, más gentil y valiosa, refinada, pensada y evolucionada, vivida intensa y reflexivamente, construidas imágenes poéticas, arquitecturas que visibilizan y concretan lo invisible y alto, artes todas, ciencias y esfuerzos intelectuales voluntariosos, maestrías concentradas, tenaces y con frutos perdurables, preciosos, para el desarrollo de la inteligencia, el progreso y las justas sociedades avanzadas, en todo aspecto mundano y de praxis de profesiones y vocaciones. El amor es gozo intenso, dopamina y espejo, es sensible sacrificio, no porque busquemos querer más al otro que a nosotros mismos, desde la paupérrima sumisión idolátrica o la insuficiencia de las carencias afectivas, sino porque es todo fuego y fuerza-manantial que viene del Dios que se hizo vino y carne en la hostia, profunda compenetración con alguien especial, sentimientos de protección, ternura, caricia y ofrenda a las personas más amadas y cercanas al corazón. El amor es hermandad y amistad que no muere, ósculos físicos sensuales, vibración armoniosa y compañerismo, canción de Romeo, conversaciones formativas, entretenidas e inolvidables, sencillas, muy sanadoras, intelectuales y muy hondas. El amor es epístola paulina y fuego que quema la escoria y derrite el hielo, escucha y ayuda constante, servicial, paciente, acogedor, nunca es resentido, ni envidioso, no busca su porqué ciega y brutalmente, es respeto, bienestar, compartir de verdad, sin reservas y desde la más absoluta confianza en una persona, que ves atractiva y bella, como estrella matutina, Diosa Vestal. El amor trae paz, perdón y saber perdonar, sentir piel a piel, santidad, salir de uno mismo y cuidar ante todo. El amor es abanico plural, Ángel Cupido, antifaz y grandes composiciones sinfónicas, teatro lírico de ópera insuperable, excelsa cultura dedicada a una musa, a una pareja encantadora, a una esposa, a una diosa cotidiana, a una chica o chico de ayer. El amor es físico, recorrido de la piel y deleite, venero de valores familiares, es amor a la belleza, a Dios, al Cristo vivo, a un Pigmalión libre y mejorado, devocional y entusiasta. Amor al arte, a la humanidad que sufre enemistada, como ideal que busca unir, conciliar a personas, grupos, pueblos, naciones y visiones del mundo muy dispares y enfrentadas. El amor es bioquímica, ímpetu vitalista que genera, susurra, acaricia, acuna, alimenta, vela, protege, palpa, ampara, educa, informa y recorre a besos poros e intimidades. Es la propia vida humanizada y mimada como tesoro, terneza, delicadeza y verdad del corazón. Hay amor al deber, a la patria, a una esposa, a una amante, a la familia, a los amigos, a los hijos y padres, amor de gratitud henchida, amor que todo lo perdona, todo lo olvida y todo lo comprende, rocío en pétalos de rosas, agua de azahar, aroma a jazmín, verdad, dones, labios de ambrosía y mano de santo, bálsamo de Fierabrás, solidaridad, sin alharacas, transformadora, afán diario de mejorar la sociedad y ser buena gente. El amor es agua de vida que sacia la sed y da sentido a una soledad que claudica en la unión de mitad ángel, mitad diablo. Es alquimia perfecta y eternidad de legado cariñoso.
Vivimos en el amor porque somo amor
No hay comentarios:
Publicar un comentario