Me gustaría hablar de un tema que nos afecta en general, nos guste o no, y que no podemos ignorar. Ante el creciente avance de la inteligencia artificial (IA), el impacto que está teniendo sobre nuestros puestos laborales es exponencial. A lo largo de estos años, hemos podido comprobar cómo ha habido una acelerada transformación digital en la que la IA está jugando un papel que cada vez adquiere más protagonismo. Si bien esta tecnología promete avances notables en diversos sectores, hay que ser conscientes del riesgo que supone para los puestos de trabajo.
La automatización de procesos mediante IA, que se ha incrementado en industrias como la manufactura, la atención al cliente, el transporte y hasta la educación, está provocando un desplazamiento masivo de trabajadores humanos. Tareas que antes requerían habilidades y destrezas humanas ahora pueden ser ejecutadas de manera más eficiente y mucho más económica. Esto pone en peligro los trabajos de miles de personas, especialmente aquellos más vulnerables, como operarios no cualificados, conductores o empleados de call centers. ¿Cuál es el resultado más inmediato? Miles de empleos están en peligro, especialmente los que dependen más de habilidades prácticas que de formación avanzada: call centers, fábricas, transporte e incluso atención al cliente.
Lo preocupante es que la conversación sobre la IA se enfoca casi siempre en sus beneficios: más productividad, costos reducidos, avances tecnológicos... Pero, ¿qué pasa con las personas que se quedan sin trabajo? Perder un empleo no solo afecta económicamente, también desestabiliza la vida de las familias y golpea el propósito y la autoestima de las personas.
La reconversión laboral y la formación son importantes, sí, pero no son soluciones mágicas. Los gobiernos y las empresas tienen que actuar ya, creando políticas que protejan a los trabajadores y promoviendo un uso ético de esta tecnología. Porque no todo vale en nombre del progreso.
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