NO LA SUSTITUYE EL MÓVIL
No hay nada que hacer contra el oráculo endiosado del teléfono inteligente o Smartphone. Hemos perdido la batalla. Nos ha abducido e idiotizado como títeres. El que suscribe reconoce su derrota, aunque generalizar es poco inteligente (eso era antes), ahora somos todos autómatas.
La dependencia que ha generado a sus usuarios se ha convertido en el efecto contrario de la idea de su invención, que era tecnología de última generación en el bolsillo, con las respuestas más inverosímiles y rebuscadas. La sabiduría estaba asegurada para saborear el poder. ¡Miaaaauuu!
Cada día estamos más esclavizados por este vil traidor; desde los más pequeños (con cambios significativos de cognición, rabietas...) hasta los más mayores que ya se encargan de gestionar la eutanasia por la App. La pérdida del cariño y las relaciones humanas más tradicionales buscan el camino de la soledad.
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