SOMOS CULPABLES DEL FUTURO.

NUESTROS FRUTOS

Los monstruos con rostros humanos caminan entre nosotros en forma de tortura, tráfico de drogas, tráfico sexual, asesinato, violencia, robo, pornografía, experimentos científicos o algún otro medio diabólico de infligir dolor, sufrimiento y servidumbre a la humanidad.

Muchos de ellos dicen representarnos y trabajar en el Gobierno para todos los españoles, pero dime uno solo que se haya preocupado o hecho algo por la gente más necesitada y con menores recursos. Ni uno.

Hemos entrado de lleno en el "corporativismo", un punto intermedio en el camino hacia el fascismo en toda regla, en el que unos pocos "privilegiados" adinerados, no elegidos por los ciudadanos, gobiernan a la mayoría.

Vamos directos a un estado policial donde la historia partidista es la verdad revelada, donde está prohibido disentir u opinar distinto, donde todos somos vigilados, espiados, sometidos, controlados y estabulados, como el ganado.

Literalmente nos están volviendo majaras, destruyendo nuestras mentes, utilizando el miedo y la intimidación como principales impulsores.

Han creado para nosotros una atmósfera impregnada de miedo. Miedo al terrorismo, a los cataclismos, las guerras, virus, policías y hasta a nuestros vecinos. Todo es miedo, y en esa situación, los ciudadanos "aceptamos" la protección del Estado a cambio de la opresión consentida del Estado. Ya estamos en el corporativismo.

Como señala hace 35 años uno de los personajes en la película "They live", de John Carpenter, "Los pobres y las clases bajas están creciendo. La justicia racial y los derechos humanos son inexistentes. Han creado una sociedad represiva y nosotros somos sus cómplices involuntarios. Su intención de gobernar se basa en la aniquilación de la conciencia. Hemos caído en un trance. Nos han hecho indiferentes a nosotros mismos, a los demás. Nos centramos únicamente en nuestro propio beneficio".

Si viven (los tiranos, los opresores, los invasores, los señores), es solo porque "nosotros, el pueblo", estamos dormidos.

Y es que los monstruos no nacen, nosotros los creamos.