Errejón, igual que en Podemos
Chantajear y coaccionar a antiguos militantes que discreparon de Más Madrid y exigirles dinero contra su voluntad para financiar la creación de Más País, forma parte del peor ideario podemita
NO deben sorprender a nadie las denuncias que varios concejales de Madrid, antiguos colaboradores de Manuela Carmena en su etapa como alcaldesa, están haciendo de la extorsión emocional y laboral a la que fueron sometidos por Íñigo Errejón y otros dirigentes de Más Madrid cuando esa marca sirvió como base para la creación de Más País en su salto a la política nacional. Las primeras denuncias hacen alusión a la falsificación de las actas oficiales que permitieron su constitución como partido para presentarse a las elecciones generales hace tres años, cuando el partido consiguió dos escaños. Al parecer, ni siquiera se convocó la asamblea que debía autorizar la constitución del partido como tal, la ratificación de las listas electorales, y diversos trámites administrativos.
Según los denunciantes, Errejón se saltó todo a la torera y creó una estructura a la soviética en la que el mando decidía todo a su antojo y la militancia y las bases eran una pura comparsa. En este proceso llegaron hasta a falsificarse firmas de personas para simular la legalidad de todos los trámites. Las segundas denuncias, que hoy revela ABC, van más allá y son más graves si cabe. Diversos cargos municipales secundarios fueron relevados de sus funciones por el mero hecho de que se negaban a pagar el ‘diezmo’ del sueldo que imponía el partido para su financiación. De algún modo, la dirección del partido exigía de manera coercitiva la donación de parte de los sueldos de algunos cargos que ni siquiera eran militantes, sino meros simpatizantes, y eso contravendría la ley de financiación de los partidos políticos, que autoriza ese tipo de operaciones exclusivamente para afiliados y cargos electos. Por eso ahora, y más allá de que los Juzgados de lo Social hayan dado la razón a varios de los denunciantes para ser repuestos en sus cargos por la arbitrariedad del chantaje, quieren poner sus denuncias en manos del Tribunal de Cuentas.
Sea cual sea el recorrido jurídico de estas denuncias, lo cierto es que este asunto solo demuestra qué concepto del poder tienen todos estos partidos, corrientes, mareas y demás denominaciones, escindidas de Podemos. El sistema es siempre el mismo. Una élite de dirigentes impone a sus bases exigencias que ni siquiera muchos de los miembros de esa elite cumplen. El aprovechamiento del poder es tan constante como el autoritarismo que destilan. Se les llena la boca de democracia interna, de grandes arengas contra las élites corruptas, de críticas a la casta obsesionada con el dinero y no con el bien común, y después emerge esa condición tan cínica del comunismo chantajista. Errejón no es en absoluto diferente a Pablo Iglesias, y maneja su partido a imagen y semejanza de lo que hacían juntos en Podemos. Dinero, odio a la disidencia, chantajes y purgas. O se está con el líder, o si existe cualquier tipo de discrepancia, actúa la exclusión como sistema de laminación.
Errejón fracasó con su proyecto cuando se presentó a las generales. Obtuvo escaño, sí, pero no alcanzó la ola de empatía con que Más Madrid diluyó a Podemos en la capital. Con sus dos escaños y la subvención correspondiente le resultaba imposible hacer frente al medio millón de euros con que financió su campaña. Cuando quiso hacer frente a los pagos pendientes, se dedicó a extorsionar a los suyos con mensajes amenazantes en caso de no pagar. No tendrían futuro en el partido y serían removidos de sus cargos porque a fin de cuentas habían sido colocados a dedo y le debían sumisión. La extrema izquierda se descompone en mil marcas, pero los modos y maneras son los mismos que cuando nacieron del 15-M: alcanzar el poder para vivir de él a costa hasta de sus propios militantes y simpatizantes.
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