De los brazos abiertos a la mano de hierro de Marruecos
No es fácil determinar, dos días después del último asalto a la valla de Melilla, el alcance de una tragedia cuya cifra de víctimas solo puede conocer un régimen tan opaco como el de Rabat
o es fácil determinar, dos días después del último asalto a la valla de Melilla, el alcance de una tragedia cuya cifra de víctimas solo puede conocer un régimen tan opaco como el de Rabat. La contundencia y los métodos de los gendarmes marroquíes evitaron que la estampida de inmigrantes sorprendiera a los agentes españoles, desbordados –y heridos por decenas– por una mínima parte de la turba que, frenada al otro lado de la frontera, intentó entrar en territorio español.
La mano amiga y el puño de hierro de Marruecos vuelven a activarse tras el reconocimiento del Sahara como patrimonio de Rabat, lo que impide a Pedro Sánchez cuestionar los escrúpulos del régimen de Mohamed VI y, a la vez, le obliga a mirar hacia otro lado y a acusar a las mafias migratorias –inexistentes cuando comenzó su mandato, de brazos abiertos– de cualquier tragedia de esta naturaleza.
Las mafias estaban y están ahí, como la amenaza que representan, para España y para los propios inmigrantes.
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