«Estamos cambiando la faz a este país»: El Primero de Mayo blinda la pinza de Gobierno y sindicatos
UGT y CCOO se felicitan de los avances logrados y amenazan con una escalada de conflictividad en las empresas si las subidas salariales no compensan las pérdidas de poder adquisitivo
«Estamos cambiando la faz de esta país». «Hemos alcanzado un nivel de corresponsabilidad entre los agentes políticos y los agentes sociales son precedentes en la historia de España». Los máximos dirigentes de UGT y CCOO, Pepe Álvarez y Unai Sordo, han aprovechado el Primero de Mayo para sellar su alianza con el Gobierno en una jornada que este año ha atenuado su tradicional tono reivindicativo para convertirse en un ejercicio de autosatisfacción por lo logrado.
«Esta corresponsabilidad», ha proclamado Unai Sordo (CCOO), «ha permitido salvaguardar tres millones y medio de empleos y un número indeterminado de empresas y ha permitido que hayamos recuperado la cifra de 20 millones de ocupados».
Los sindicatos han presumido de los 13 acuerdos sociales logrados para ampliar el radio de acción de los ERTE, regular la situación laboral de los 'riders', legislar sobre el teletrabajo o cambiar el marco laboral y de las pensiones, y de un nivel de sintonía con el Gobierno al que no encuentran precedentes.
La foto de la cabecera de la manifestación reforzaba el mensaje. Flanqueando a los líderes sindicales, en primera línea, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz; y su número, el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey; otros dos altos cargos comunistas del Gobierno, Alberto Garzón y Enrique Santiago; la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez; y los representantes de Más País, Íñigo Errejón, y de Más Madrid, Mónica García.
No estaban allí para salir en la foto. Estaban allí para hablar, para reforzar una alianza de Gobierno en lo laboral que según Yolanda Díaz ha conseguido que sea «la primera vez que podemos salir a la calle y podemos decir que sí, que hemos mejorado la vida de los trabajadores y las trabajadoras». Más fuera de lugar pero con el mismo entusiasmo hablo Isabel Rodríguez proclamando que ha merecido la pena combatir año tras año los recortes de la derecha para alcanzar al fin un Primero de Mayo en que se puede hablar de avances para los trabajadores.
El grado de sintonía entre Gobierno y sindicatos no ha sido ni mucho menos directamente proporcional al seguimiento de la convocatoria. La estimación de la organización, tradicionalmente inflada, estimaba 50.000 asistentes a la manifestación central de Madrid. Se hace difícil recordar una manifestación con menos seguimiento.
«Polvorín social»
Embarcados en un idilio casi permanente con el Gobierno de coalición de izquierdas, CCOO y UGT han optado por atemperar las legítimas reivindicaciones que se podrían plantear al poder político en un contexto de empobrecimiento galopante de los trabajadores como consecuencia de una inflación anclada en niveles próximos al 10% y por orientar el emblemático altavoz del Primero de Mayo -Día Internacional del Trabajo y Fiesta Mayor del mundo sindical- hacia los oídos de las empresas, a las que amenazan con un «polvorín social» si no se avienen a satisfacer sus reivindicaciones salariales en la negociación colectiva.
Este domingo miles de cuadros sindicales, simpatizantes y trabajadores han salido a la calle en 60 ciudades de España bajo el lema 'La Solución. Subir salarios. Contener precios. Más igualdad' para exigir a las empresas que contengan precios y suban los salarios de los trabajadores. El Manifiesto de esta nueva edición del Primero de Mayo exime al Gobierno de cualquier responsabilidad por los efectos sobre el poder adquisitivo de los trabajadores de la espiral inflacionista y señala de forma explícita a las empresas, a las que acusa de «intentar hacer caja de una forma irresponsable» con la espiral inflacionista y de «poner en riesgo la recuperación económica» por su resistencia a aceptar la generalización de las cláusulas de revisión salarial en los convenios colectivos.
Los sindicatos cuestionan que CEOE se resista a recomendar la generalización de las cláusulas de revisión salarial en los convenios y que pretenda que esta recomendación se limite a recuperar ese poder adquisitivo cuando pase la espiral inflacionista. La organización empresarial mantiene su relato de que debe ser cada empresa la que decida como adaptarse a la presión de precios de la Administración y sostiene también que las empresas no están trasladando todos los incrementos de sus costes de producción a los precios finales, como sugieren los sindicatos, sino que están cargando buena parte de los mismos contra sus márgenes empresariales, algo que confirman los datos del Banco de España.
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