martes, 29 de marzo de 2022

OTRO PLAN SÁNCHEZ CON TRUCOS.

 Otro ‘plan Sánchez’ con trucos

El decreto que aprueba el Gobierno no es la bajada de impuestos masiva que podía esperarse dada la situación de muchas familias. Es otro parche cuando más recauda el Estado

Mucho se había ocupado Pedro Sánchez de que su plan de choque para hacer frente a los efectos económicos de la invasión de Ucrania se retrasase lo más posible porque, a fin de cuentas, la recaudación del Estado se ha incrementado exponencialmente. Este lunes presentó las líneas generales de su plan, y lo hizo ante el empresariado, no en el Congreso, lo cual vuelve a decir mucho de su desprecio por la institución y su fervor por los actos propagandísticos que tanto proliferaron durante la pandemia. De momento, Sánchez se ha asegurado los votos de Podemos, pero aún no los del PP, a quien apenas informó de casi nada en la noche del domingo. Lógicamente, el plan tiene decisiones satisfactorias y otras muy negativas.

Habrá que conocer la literalidad del texto definitivo y sus consecuencias, porque este lunes solo amagó con líneas generales sin detallar más. Lo único que está claro es que no será una bajada de impuestos relevante para todos los españoles, pese a que se había comprometido a ello en la Conferencia de presidentes autonómicos.

El Plan contará con un bloque total de 16.000 millones de euros hasta el 30 de junio, pero su letra pequeña está repleta de trucos. Para empezar, de esos 16.000 millones, 10.000 serán en un nuevo programa de créditos ICO a empresas, lo cual no deja de ser un préstamo en lugar de una ayuda directa no reembolsable o una rebaja fiscal. Y llama la atención porque aún permanecen sin ejecutar unos 35.000 millones ICO que el Gobierno puso a disposición de las empresas durante la pandemia. Del resto de dinero, esos 6.000 millones se dividen en cantidades aún no demasiado definidas. Mil irán destinados a financiar un ‘plan de ciberseguridad’, y 450 millones más serán ayudas directas al transporte, tanto de mercancías como de pasajeros. Como mucho, la bajada de impuestos sería de un máximo de 4.500 millones, con los que se supone que el Estado dejará de ingresar veinte céntimos por litro de combustible cuando cualquier ciudadano acuda a repostar a una gasolinera. Y de esos veinte, cinco serán sufragados por multinacionales petroleras.

Otro truco del anuncio de Sánchez consiste en argumentar que en breve enviará a la Comisión Europea un documento planteando un tope al precio del gas con el fin de abaratar así el de la electricidad. Si el plan de Sánchez tiene vigencia hasta el 30 de junio, y suponiendo que Bruselas valide una medida intervencionista de estas características en un mes, lo que está por ver, en realidad las bonificaciones a los ciudadanos y empresas para pagar la electricidad solo serán en mayo y junio. Y todo, en un contexto en el que expertos en economía dan por seguro que en esas fechas la inflación estará ya en dos dígitos, de modo que las ayudas podrían caducar incluso antes de ser aplicadas. Por eso Sánchez vuelve a abusar de maquillaje. Tanto, como para asumir exigencias específicas de Podemos a costa de esos 6.000 millones. Por ejemplo, incrementar un 15 por ciento el Ingreso Mínimo Vital, aunque ya hoy ni siquiera llega al 40 por ciento de los beneficiarios; prohibir los despidos objetivos, y sustituirlos por ERTE durante estos meses; o topar el aumento de los precios del alquiler de viviendas hasta un máximo del 2 por ciento.

De nuevo la izquierda reviste de buenismo lo que no es sino populismo intervencionista a golpe de decreto. Este plan, o uno similar, pudo ponerlo en marcha en febrero sin ser un parche forzado que no responde a la promesa inicial, y solo Sánchez sabrá por qué esperó hasta hoy. Pero hay dos cosas evidentes: el Estado ingresa dinero como nunca, y este plan no es la masiva bajada de impuestos a la que se había comprometido.

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