sábado, 26 de febrero de 2022

"LLEVA A TU HIJA A UN HOGAR TUTELADO PARA SALVARLA Y ESTÁ DROGADA O PROSTITUIDA"

 «Llevan a tu hija a un hogar tutelado para ‘salvarla’ y está drogada o prostituida»

Dos padres, a los que se pueden unir más, encabezan una denuncia contra la Diputación vizcaína por el «abandono» de dos adolescentes de 14 y 15 años

Las hijas de Luis Alberto Llamosas y Zigor U. se comportaban en casa de manera irregular o «conflictiva». Según los servicios sociales, la primera mantenía una relación muy complicada con su madre, que se veía «incapaz de controlar su conducta», y la segunda no aparecía por clase, así que sus necesidades formativas se estaban viendo mermadas. Es parte de la respuesta que obtuvieron sus progenitores cuando se decidió retirarles la tutela y que ingresaran en el hogar Zabalondo de Munguía (o Mungia, en euskera), que gestiona la Diputación foral de Vizcaya a través de la Fundación Amigó, con hogares en todo el país. En el centro de menores se encuentran ahora mismo 16 adolescentes en régimen de acogimiento residencial, por sus «conductas violentas o amenazas graves a sus padres».

Pero Luis Alberto, separado de su mujer y que reconoce una mala relación con ella, objeta que «el resultado de quitarte la custodia es llevar a la niña a un centro que debe velar por su protección, y no la cuida, la deja en desamparo y acaba o drogada o prostituida».

Tan rocambolescas son las historias de estos dos padres, cuando se toparon con sus hijas tras semanas o meses sin verlas, que han emprendido una demanda judicial contra la Diputación foral en los Juzgados de Instrucción de Guernica. La causa que representan R. Canivell Bertram, abogado de Zigor U., y Luis López-Rendo, defensor de Llamosas, tiene visos de acumular más posibles casos de denuncia por un «mal uso de la tutela». «Muchos padres tienen miedo», asume Canivell a ABC. Ellos mismos están en contacto con progenitores de otras adolescentes que también sufrieron las consecuencias de dejarlos en el hogar. Tras las denuncias presentadas, Fiscalía y Ertaintza comenzaron a investigar los supuestos casos por «prostitución infantil». Hace dos semanas la propia hija de Luis, Y., de 15 años, declaró ante la Policía autonómica vasca en el marco de esa investigación. Ésta tiene dos puntos calientes: una casa okupa de Santurce (a 30 km de Munguía) donde se encontró a Y., junto a otra treintena de niños con un adulto que presuntamente les suministraba droga a cambio de relaciones sexuales; y el hogar de Munguía y su presunta responsabilidad de las tutelas de varios menores. También las autoridades forales vizcaínas se ponen a disposición del Ministerio Público para colaborar en la investigación y ofrecer las explicaciones oportunas, aunque no han querido desvelar nada más sobre el caso, informó David Olabarri en el diario ‘El Correo’.

Luis Alberto y su hija Y., de 15 años
Luis Alberto y su hija Y., de 15 años - CEDIDA A ABC

Embarazada

Zigor y Luis denuncian el completo abandono de sus hijas, así como dejadez de la dirección del centro Zabalondo. La hija de Zigor, U., de 14 años, se fugó nueve meses del centro y no se habría avisado a sus progenitores. Apareció siete meses después embarazada de otro menor y ahora se encuentra en una residencia foral de acogida a la espera de salir de cuentas. Según su letrado, la impotencia que siente Zigor es absoluta.

En el caso de Luis Alberto, de 36 años, habla con desesperación. «Su madre, que tenía la custodia, prefirió que internase en el centro mi hija, que estaba loca por venir conmigo, a que estuviese con su padre». La odisea que este empresario hostelero relata a ABC lleva al citado inmueble de Santurce donde fue a buscar varias veces a su hija cuando se fugaba del centro tutelado y nadie activaba las alarmas para buscarla. «Yo llamaba cada dos días. En una de estas me dicen que no está, que se ha escapado». Luis espetó que si le vacilaban, no podía creerlo. «He ido a comisaría, al propio centro a denunciar ante la directora y pedirle responsabilidades de por qué no me avisaba de lo que estaba ocurriendo. En todo momento se me ha dicho que como perdí la custodia y la tiene su madre, yo no era a la persona a la que tenían que informar. ¡Pero soy su padre! Y mi hija aparecía fumando hachís, marihuana, drogada por un okupa mayor con el que mantenía relaciones que ya ha admitido ella».

Luis muestra grabaciones incluso del estado ruinoso de esa «casa de los horrores» que él mismo descubrió con sus pesquisas y donde se presentó en varias ocasiones para «rescatar» a su hija adolescente. El joven treintañero estaba «drogado, rodeado de niños» en una de ellas y con varios estudios toxicológicos, se reveló que algunas de las menores «habían consumido todo tipo de estupefacientes», acusa.

En otra fuga, Y. se fue con otro hombre adulto de 33 años. Luis evita acusar sin pruebas de agresión sexual pero sí clama contra la «responsabilidad total de alguien tutelado es del centro y la autoridad que tiene su tutela». Reprueba abiertamente que su hija tenía intimidad siendo una menor de edad, a cargo de gente que no conocía, mientras se había decretado un régimen de protección de parte del centro.

U. ingresó en el hogar Zabalondo en enero de 2021; Y., el pasado mes de agosto, y en octubre, el día 10 «a las once de la noche», su padre ya andaba removiendo cielo y tierra para dar con su paradero. «Se tapan unos a otros. Las denuncias quedan archivadas. La Diputación nos responde que investigan, pero no hacen nada», lamenta Luis, mientras le atiborran a mensajes por redes sociales madres desesperadas que repiten su relato en Baleares, Madrid o la Comunidad Valenciana, otros puntos calientes donde se han abierto causas por presunta prostitución de menores internas en centros tutelados.

«Un amigo policía me advirtió en una visita amenazante que hice al centro que me iban a llevar preso por rebeldía porque me opongo a que mi hija siga en estas condiciones», acepta el empresario natural del vecino Castro Urdiales (Cantabria), mientras se refugia en la esperanza en la Justicia. Luis no baja la guardia: «Es más habitual de lo que parece. El 80% de los adolescentes en estos centros están menos protegidos que con sus padres. Mi hija se portaba mal con su madre, es cierto, pero te la arrebatan y te sientes como una ‘mierda’. Te dicen que van a protegerla y la vas a ver, y se ha ido. Nadie la busca. Y en el caso de mi hija fueron días; pero Zigor estuvo nueve meses sin saber de su pequeña».

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