domingo, 2 de enero de 2022

EL AÑO DE LOS AJUSTES.

 El año de los ajustes

El ciclo electoral que abren los comicios de Castilla y León podría continuar en Andalucía y desembocar en un adelanto que no solo va a depender ya del presidente del Gobierno

El enésimo golpe asestado por el Covid a la economía española, ahora sacudida por el súbito retraimiento de un consumo privado que suele tocar techo en las fiestas navideñas, es el prólogo de un 2022 que de nuevo va a estar marcado por la falta de previsión del Gobierno, no solo a la hora de frenar el impacto sanitario de una pandemia que se apresuró en dar por vencida, sino para amoldarse a un escenario económico falseado por sus necesidades estratégicas y su programa de propaganda y condicionado por las crecientes demandas de sus socios de legislatura. Aquella ‘recuperación en uve’ que se iba a producir en otoño de 2020, pocas semanas después de que Pedro Sánchez declarase con solemnidad su primera victoria sobre el Covid, se retrasó al ejercicio siguiente, un 2021 que termina con una dosis aumentada de desconfianza, certificada ya por las principales organizaciones internacionales.

Todo se aplaza, salvo el optimismo táctico del equipo que dirige Sánchez.

El año que hoy arranca no solo va a poner a prueba las promesas del Gobierno -incumplidas de forma recurrente en los últimos meses, al ritmo de las sucesivas olas de la pandemia- sobre una recuperación que en otoño se anunciaba «robusta», «justa» y en marcha, sino que va a convertir al Ejecutivo en rehén de sus propias trampas. Ajustados a un cuadro macroeconómico inverosímil desde hace meses, ajenos a cualquier rigor y aprobados por Bruselas por la excepcionalidad y la manga ancha decretadas en 2020 para evitar, sin reglas fiscales, ataduras financieras en la batalla de los socios comunitarios contra la pandemia, los presupuestos de 2022 fueron una farsa en su redacción y van a terminar por ser una tragedia para los españoles, víctimas de un Gobierno que desde el comienzo de la pandemia ha sido incapaz de asumir su responsabilidad en los campos de la salud pública y de la economía, igualmente graves, y de adoptar políticas de ajuste, sanitario o presupuestario. Tiempo tuvo el Gobierno, advertido desde los más diversos foros económicos, poco sospechosos de participar en la presunta conspiración de la derecha que denuncia Sánchez, de cambiar el rumbo y ajustarse el cinturón. Ahora es tarde. Al margen de sus leyes de progreso -eutanasia, adoctrinamiento y deterioro escolar, animalismo, ideología de género, memoria democrática-, el déficit y la deuda van a ser la herencia que deje un Ejecutivo cuyo agotamiento, ya testado en los sondeos de opinión pública, van a medir las urnas. El ciclo electoral que abren los comicios regionales de Castilla y León podría continuar en Andalucía y desembocar en un adelanto electoral que, por primera vez en cuarenta años de democracia, no solo va a depender del presidente del Gobierno, sino de sus socios de coalición, conjurados para su desgaste.

Los ajustes tendrán que llegar, tarde o temprano, desde La Moncloa o desde Bruselas, y los tendrá que aplicar este Gobierno, a costa del acuerdo de intereses y eslóganes que mantiene con Unidas Podemos, o el que salga de las próximas elecciones generales. Los dos socios del Ejecutivo disputan una carrera hacia el precipicio, con España en el maletero, y solo saltarán del coche cuando su farsa se manifieste en toda su dimensión. No cabe esperar un postrero ejercicio de responsabilidad y de servicio a España en quienes han llegado hasta este 2022 con un equipaje cargado de excusas, traiciones y mentiras, ni siquiera para tratar de salvar los muebles y rectificar sobre la marcha unas cuentas que no cuadran y que condenan a todos a la ruina y al pago de facturas atrasadas. Esa es la verdadera Agenda 2030. Cuanto antes la asuma Sánchez, o se la entregue a su sucesor, mejor.

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