martes, 1 de junio de 2021

EL PADRE DE LOS NIÑOS ASESINADOS EN GODELLA:"MI PAREJA ME DIJO QUE LO HABÍA MATADO Y QUE LOS PODÍA HACER RENACER"

 El padre de los niños asesinados en Godella: «Mi pareja me dijo que los había matado y que los podía hacer renacer»

El acusado ha respondido durante más de dos horas las preguntas del fiscal en la primera sesión del juicio por el doble crimen cometido en marzo de 2019

El padre acusado de matar a sus dos hijos en un ritual en Godella ha negado este lunes que cometiera el crimen por el que ha empezado a ser juzgado, junto a su pareja, en la Audiencia de Valencia. Gabriel C. ha asegurado ante el jurado popular que la madre de los menores se erigió ante él como autora del doble infanticidio. «Me dijo: no pasa nada, los he matado, he abortado a dos hijos, pero los puedo hacer renacer», ha sostenido.

Amiel y Ixchel, de tres años y medio y seis meses, murieron tras recibir multitud de golpes durante la madrugada del 13 al 14 de marzo de 2019 en la casa de campo que la familia ocupaba ilegalmente.

La otra acusada, María G. no ha querido estar presente durante el relato y ha abandonado la sala, según ha explicado su letrada, por la fuerte dependencia emocional que sigue teniendo con el padre de sus difuntos hijos.

Un tenso interrogatorio en el que el procesado ha sido interpelado continuamente por el fiscal por sus contradicciones con la declaración que realizó en la fase de instrucción y en el que el representante de la acusación pública ha hecho un recorrido por toda la vida del acusado hasta llegar al día del crimen. El portavoz del Ministerio Público cree que la pareja actuó de común acuerdo y «haciendo y dejando hacer el uno al otro».

Imagen del acusado sentado junto a su abogado detrás del fiscal durante el juicio que se celebra en la Audiencia de Valencia
Imagen del acusado sentado junto a su abogado detrás del fiscal durante el juicio que se celebra en la Audiencia de Valencia - EFE

Gabriel ha señalado que la noche de los hechos se quedó dormido con el niño tras fumarse «uno o dos porros». Se despertó por la mañana porque María quería tener relaciones sexuales: «Estaba desnuda y fría y tenía el pelo húmedo. No era nada agradable». «Veo que la niña no está en el sofá y le pregunto donde están los niños. Me dijo que estuviera tranquilo, que estaban en un sitio seguro», ha proseguido.

En ese momento, preocupado por las «cosas delirantes» que su pareja le decía, empezó a buscar a sus hijos y encontró sangre en la piscina: «Cogí un palo y me puse a buscar en el agua». Ambos, él en pijama y ella desnuda, se fueron andando hasta el cementerio de la localidad vecina de Rocafort, donde María le dijo que había «escondido a los niños».

«Mis hijos habían desaparecido, mi mujer había enloquecido y yo estaba en shock», ha justificado. «Me dice que están en mi mente, en mi corazón. Que esté tranquilo, que están con Dios».

Según su versión de los hechos, María se encerró en la casa para que no avisara a nadie de lo ocurrido e incluso intentó tirarlo al pozo que había en la parcela, cuando se asomó porque le había dicho que Amiel e Ixchel estaban dentro. Finalmente, poco antes de la llegada de la Guardia Civil, momento del que no recuerda «prácticamente nada», la madre confesó el crimen «tumbada en el sofá».

Miedo a que abusaran de su hijo en el colegio

En su declaración durante dos horas y media, en la que se ha quebrado al hablar de sus hijos, Gabriel ha rechazado que realizaran baños de purificación a los menores. «Por supuesto que no», ha asegurado. También ha negado que él y su pareja llevaran a cabo rituales de magia negra, ni que se presentara ante familiares y amigos como un «chamán» o como «Jesucristo en la tierra».

Conoció la mitología y la cultura maya -de la que se encontró abundante documentación en su casa- durante un viaje con su pareja a México, pero se ha definido como «cristiano». «Tengo fe en un solo Dios» y en que «si hacemos algo bien iremos al cielo y si hacemos algo mal iremos al infierno», ha apuntado.

El acusado ha admitido que consumía hachís porque le «ayudaba a dormir bien» por las noches, pero ha negado que hicieran vigilias porque creyeran que una secta les perseguía y abusaba sexualmente de su hijo mayor.

No obstante, tras ser advertido por María y ante la negativa de Amiel de ir a clase, ha asegurado que «tenía miedo de que estuviesen abusando de mi hijo en el colegio, una persona en concreto -un profesor- o algo más grande que estuviera detrás», en referencia a «una congregación oculta y criminal». Además, tenía conocimiento que las hermanas de su vecina habían sufrido abusos tiempo atrás en el mismo centro.

«Se lo pregunte a mi hijo, y a través de unos gestos -se tocaba los pantalones-, supuse que ponían estar ocurriendo», ha defendido, al tiempo que ha añadido que «creía más a mi hijo que a su madre».

Imagen de los dos acusados separados por un biombo durante el juicio que se celebra en la Audiencia de Valencia
Imagen de los dos acusados separados por un biombo durante el juicio que se celebra en la Audiencia de Valencia - EP

La libreta roja

Días antes del crimen, ha reconocido que tanto María como él tuvieron tuvo una discusión con la abuela materna de sus hijos, cuando ésta recibió un mensaje de su hija en el que decía: «Gracias por todo, Creador. Me voy contigo. Adiós mamá». Al respecto, el acusado ha reconocido que «tenía una relación de amor-odio» con su nuera por la «fuerte inseguridad» que tenía tras haber sido una mujer maltratada y los «bajones» que experimentaba cuando no tomaba su medicación.

Gabriel ha asegurado que buscó ayuda profesional para tratar a su pareja ante las «declaraciones completamente delirantes», en las que ella decía escuchar voces que la persuadían para matar a sus hijos y que él anotó en «una libreta roja», en la que afirma que recogía los delirios de su pareja, para que se diera cuenta de lo que decía. Un cuaderno que el acusado ha tenido en sus manos y que contiene pasajes en el que se habla de rituales mayas en los que se sacrifican niños.

La sesión ha terminado cerca de las ocho y media de la tarde, por lo que el fiscal y las defensas continuarán mañana martes con su interrogatorio tanto al acusado como a la acusada. El juicio se desarrollará durante siete sesiones en la Audiencia de Valencia, por lo que se espera que el jurado empiece a deliberar a partir del 8 de junio.

El Ministerio Público pide 50 años de cárcel –25 por cada asesinato, con la agravante de parentesco– para Gabriel, sobre el que ha quedado acreditado que no sufre ningún tipo de enfermedad mental. María es inimputable porque sufre una esquizofrenia de tipo paranoide que anula sus facultades y que no fue diagnosticada hasta que se cometió el crimen, según los informes psiquiátricos. Para ella, la Fiscalía solicita 25 años de internamiento médico. Además, el fiscal reclama a los dos una indemnización de 300.000 euros para los abuelos maternos y paternos.

PROPIO DE UNA SOCIEDAD DEGENERADA Y FALTA DE HUMANIDAD

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