martes, 27 de abril de 2021

BURKINA FASO,UN PAÍS DEVORADO POR EL TERRORISMO ISLAMISTA

 Burkina Faso, un país devorado por el terrorismo islamista

Centenares de personas han perdido la vida en los ataques yihadistas, que se han disparado en los últimos seis años.

Dos periodistas españoles murieron ayer después de un asalto terrorista en la provincia de Kopienga, en el sureste de Burkina Faso, según han confirmado hoy la ministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya, y fuentes oficiales del país africano. Las víctimas, los reporteros David Beriain Roberto Fraile, muy reputados por su trayectoria profesional, perdieron la vida en una emboscada cerca de la ciudad de Pama, la más importante de la región.

«Desde hace un tiempo, la región del este de Burkina Faso sufre problemas de inseguridad, con ataques de grupos armados no identificados», ha explicado a ABC una fuente del país, que ha pedido mantener el anonimato. Integrado por militares, periodistas y agentes medioambientales, el grupo asaltado participaba en una marcha para frenar la caza furtiva en la provincia. Los españoles, procedentes de Pamplona y Barakaldo, grababan un documental sobre esta actividad.

No es un hecho aislado

«Burkina Faso es uno de los países más afectados por atentados terroristas. Al principio, esos ataques estaban concentrados en la zona del norte, en la frontera con Mali y Níger, pero se han ido expandiendo hacia el sur, la capital y las fronteras con Benín y Togo», explica el africanista Dagauh Komenan, coordinador de 'Guerra y paz en África' (Catarata, 2021).

Hace seis años, el terrorismo islamista se convirtió en un problema preocupante para Burkina Faso, un país donde el 61,5 por ciento de la población es musulmana, frente al 23,3 por ciento de católicos. En un informe de Human Rights Watch (HRW), la organización detalla que, de los tres atentados en 2015, se pasó a los 12 en 2016, a los 29 en 2017 y a los 137 en 2018. Según cifras de Naciones Unidas (ONU), las víctimas de los asaltos subieron de las 60 en 2016 a las 1.800 en 2019.

«El parque de Pama, donde ocurrió este atentado, está cerca de la frontera con Benín. Ahí se encuentra el parque nacional de Pendjari, donde fueron secuestrados varios turistas en 2019. Días después los rescataron, en una operación donde murieron dos militares franceses», añade Komenan. «El atentado de ayer no es un acontecimiento aislado, sino que entra en un esquema amplio de grupos yihadistas en el África occidental. Dos de estos grupos son el Frente de Liberación de Macina y el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes», detalla el especialista.

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Aprovechándose de la pobreza de las zonas rurales y del escaso control que el Estado es capaz de ejercer sobre ellas, los terroristas reclutan a sus miembros en esas regiones de Burkina Faso, como denunciaba International Crisis Group (ICG) en un informe reciente. «Sus objetivos son los olvidados del sistema, los que viven en el campo, no están escolarizados y no pueden aspirar a una vida mejor. Los grupos terroristas se presentan como luchadores contra el sistema corrupto. Ocurre también en Mali, en Níger o en Mozambique», puntualiza Komenan.

Para ICG, la decisión del Gobierno burkinabés de responder a la amenaza terrorista armando a civiles solo empeora una situación que ya es desesperante de por sí. «El reciente llamamiento del Estado para la movilización de voluntarios contra los yihadistas podría agravar el problema -se lee en ese documento-. La respuesta esencialmente militar del Gobierno y el recurso a civiles armados, sobre los que solo ejerce un control limitado, han provocado abusos, favoreciendo el reclutamiento de yihadistas y su tendencia a una violencia ciega».

Como resultado de ese clima de inseguridad, el misionero español Antonio César Fernández, de 72 años, también murió en un atentado cerca de la frontera sur de Burkina Faso, cuando regresaba a Togo, en 2019. Los terroristas lo asesinaron después de registrar su vehículo. Un tiempo después, en 2020, HRW denunció el hallazgo de una fosa común en el norte del país, con 180 cadáveres. Según la organización, podían ser víctimas de ataques cometidos por las fuerzas de seguridad o por los terroristas, vestidos con uniformes del Ejército.

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