lunes, 25 de enero de 2021

¿LLEGÓ EL FIN DE LA SOCIEDAD CONOCIDA?

 ¿QUÉ PRETENDEN LOS AMOS DEL MUNDO?

Muchos de nosotros ya hemos recorrido un pequeño trozo de eso que todos llaman “vida”.

Vida que unos dicen fue un regalo, y otros, sin embargo, que fue una condena.

Hoy, una parte de la sociedad añora los casi ya lejanos tiempos, en los que el “sentimiento” empapaba el devenir de cada uno.

Fueron años duros, años de olvido, años de superación, años de destierros, años de migraciones, años de las cuatro reglas, de pinturas Alpino y cuadernos de escribir, años de pobreza y señoritos, años vestidos de Dios y de infinitos.

Todos esos años, que fueron muchos, los vistieron de sentimiento disfrazado de religiosa humildad, de paciente sufrimiento y de esperanza final... Directores de orquesta, al uso, compusieron toda una obra rítmica, llena de aparente, profunda y sumisa religiosidad.

Toda una época donde el confesonario y el “mea culpa”, adornados de colores celestiales, hicieron que una generación llevara consigo el utilitario y falso traje de la modestia afectiva.

Los gigantes, sin voz y con látigo, impusieron el estilo, las normas y, también, las formas de soportar y aguantar la dureza de un camino no elegido: la genuflexión esperanzada de gloria eterna...

Poco a poco comenzaron los mismos gigantes a hablar de evolución... de globalización... de humanización humanoide... de automatismo genético...

Los individuos corren y corren intentando salvar su identidad... Imposible...

El monstruo de tres cabezas (Internet, Redes Sociales y Capitalismo Comunista) avanza lentamente con pies de gigante, amenazando, primero, para después aplastar.

El sentimiento de sotana utilitaria va decayendo... Dios sí existe, pero no permite ser utilizado...

La fe existe, pero no para ocultar el daño... La esperanza existe, pero no para tapar la pobreza... La caridad existe, pero no para enmudecer al pobre.

Esta nueva generación va copando, poco a poco, el nuevo futuro, por unos llamado “realismo social” y por otros la “nueva normalidad”.

El individuo, los individuos, como siempre, huyendo de sí mismos y de su propia libertad. Prefieren comer templado y en plato prestado antes que luchar libres y con ayuno forzado.

¿Dónde me encuentro yo? ¿Dónde se encuentran los que me rodean?, ¡perdón!, me olvido que estoy solo, egoístamente solo...

¿No será el apocalipsis disfrazado de esperanza?

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