martes, 21 de julio de 2020

UNA IMAGEN VALE POR MIL PALABRAS.

NOS OLVIDAMOS PRONTO.
La sensibilidad nos protege con frecuencia de imágenes duras que podrían herirnos, como las de las ucis de los hospitales y las de los féretros que se acumulaban en el Palacio de Hielo durante esta pandemia, y, en su lugar, asistimos a una explicación detallada que no cala y se va rápido de la mente. Ver eventos repletos de gente sin mascarilla ni distancia de seguridad hiere la sensibilidad de los que perdieron a alguien, de los que tienen menos defensas, de los que, confinados, contribuían a paliar la propagación de una pandemia, falta incluso a la memoria de los que murieron por ella, y sin embargo y de momento, se hace y a veces se consiente. Si viéramos algo más de lo que oímos, aún a costa de sufrir nuestra sensibilidad un tiempo, en estos eventos seguiría la fiesta con mascarilla perfectamente; no transmite igual oír las noticias que ver alguna imagen más de las que vemos. ¿Por qué no se cambia entonces la forma de transmitir el mensaje para que se acomode a la gravedad de la situación y llegue claramente para así tratar de cambiarlo?, ¿No transmite la DGT con dureza su mensaje y, al final, recogen la cosecha los mismos que se salvaron gracias a ella?

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