NOS OLVIDAMOS PRONTO.
La sensibilidad nos protege con frecuencia de imágenes duras que podrían herirnos, como las de las ucis de los hospitales y las de los féretros que se acumulaban en el Palacio de Hielo durante esta pandemia, y, en su lugar, asistimos a una explicación detallada que no cala y se va rápido de la mente. Ver eventos repletos de gente sin mascarilla ni distancia de seguridad hiere la sensibilidad de los que perdieron a alguien, de los que tienen menos defensas, de los que, confinados, contribuían a paliar la propagación de una pandemia, falta incluso a la memoria de los que murieron por ella, y sin embargo y de momento, se hace y a veces se consiente. Si viéramos algo más de lo que oímos, aún a costa de sufrir nuestra sensibilidad un tiempo, en estos eventos seguiría la fiesta con mascarilla perfectamente; no transmite igual oír las noticias que ver alguna imagen más de las que vemos. ¿Por qué no se cambia entonces la forma de transmitir el mensaje para que se acomode a la gravedad de la situación y llegue claramente para así tratar de cambiarlo?, ¿No transmite la DGT con dureza su mensaje y, al final, recogen la cosecha los mismos que se salvaron gracias a ella?
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