domingo, 28 de junio de 2020

ANALFABETOS EN EL RESTAURANTE.

Analfabetos en QR

El profano en Código QR de los restaurantes es una nueva subespecie del analfabeto informático.

Lo que estamos aprendiendo con la crisis del Covid. Yo, por ejemplo, he aprendido a saber qué es un Código QR (»Quick Response Code»). Fuimos el otro día a cierto restaurante, perfecto en cuanto al cumplimiento de las normas de Sanidad para evitar contagios, y sobre el mantel desechable, las servilletas de papel y el cubierto de un solo uso nos encontramos unas cartulinas cuadradas, con muchos puntitos. Sí, parecido a un bordado en punto de cruz. Había visto muchas veces este cuadrado de puntitos, y que lo usaban algunos a modo de código de barras de la caja del supermercado. Pero no sabía exactamente qué era hasta que preguntamos por aquellas cartulinas cuadradas de puntos y nos explicó el

 camarero:
-Esto es el Código QR. Usted lo lee y le sale la carta. Porque está prohibido que el menú venga en las cartas de toda la vida, donde se puede depositar el virus. La carta tiene que ser desechable, o así como la hemos puesto nosotros, con el Código QR, que lo lee usted y le sale todo el menú.
-Y cómo leo yo lo que pone en estos puntos, que parecen en sistema Braille sin relieve?
-¿Ah, pero usted no tiene en el teléfono móvil la aplicación para leer los códigos QR?
-¿Por quién me toma usted? No soy hombre de esas cosas.
Y uno de los comensales de nuestra reunión que tenía en su móvil inteligentísimo instalada la aplicación para la lectura de esta nueva versión en cuadriculado de los códigos de barras, amplió la explicación del camarero y, poniendo su Iphone sobre la cartulina cuadrada, nos maravilló a los presentes, iletrados en materia de códigos extraños de dos dimensiones. Que a mí, la verdad, hasta aquel momento me parecían como miniaturas de cuadros de los que muchos pintores contemporáneos cuelgan en las galerías, hacen pasar por obras de arte y venden por una millonada:
-Mirad, se lee el código así con el móvil, poniéndolo encima, y aquí en la pantalla te aparece todo el menú. Mira, mira, léelo...
Y pasándome su teléfono aparecían en la pantalla, en efecto, los entrantes, los primeros platos, las «pinceladas al centro», las carnes, los pescados, los postres. Todo sin virus, naturalmente, no como en los cartapacios de cartas que hasta ahora entregaban en los restaurantes, algunas hasta encuadernadas en piel. Aunque si buscan un menú desechable y de un solo uso para evitar el virus, ¿por qué no lo sacan por la impresora del ordenador, dan una copia de las dos o tres hojas a cada comensal y luego las tiran? Ah, porque entonces no harían sentirnos analfabetos en QR y en sus misteriosos puntitos. El profano en Código QR de los restaurantes es una nueva subespecie del analfabeto informático que se está dando entre objetores de excesivos archiperres digitales en los teléfonos móviles. Los analfabetos de toda la vida tenían, al menos, la posibilidad de firmar con el dedo, con la huella digital. Ahora a los nuevos analfabetos informáticos no les dejamos salida. Se han puesto las cosas de forma que no puedes ir por la vida sin tener en casa fibra óptica, ordenador, impresora, escáner y, ah, algo importantísimo: correo electrónico. Te preguntan ya por el correo electrónico en todas partes como si fuera tu DNI:
-¿Me da su correo electrónico para mandárselo?
-Yo no gasto correo electrónico, señorita.
-¿Pero cómo puede ser eso?
No, no puedes ir ya por la vida de analfabeto digital y, ahora, de Código QR. Menos mal que en algunos restaurantes se apiadan de nosotros los objetores de QR y ponen con tiza de toda la vida el menú en la pizarra de toda la vida.

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