Un serio aviso
Seguro que Pablo Iglesias no para hasta que la clase trabajadora tenga un chalé como el suyo.
Siendo los segundos fabricantes de automóviles de Europa -los primeros son los alemanes-, que ninguna de las fábricas sea española (Seat empezó siendo italiana para ser hoy alemana) advierte de un fallo en un sector tan importante: fabricando coches que no son nuestros y estamos expuestos a que los verdaderos dueños decidan llevarse un día su fabricación a otra parte, por resultarles más barato o cualquier otra causa. Que es lo ocurrido con Nissan y su fábrica en Cataluña, que va a cerrar, todo un golpe, pues representa 2.800 puestos de trabajo directos y más de 3.000 secundarios. Dan como excusa la reorganización global de la firma japonesa, tras haberse dividido el mercado con Renault, correspondiendo España y Europa a
la marca francesa. Venía hablándose de ello desde hace tiempo, pero se tenía la esperanza de encontrarle solución, pero no la ha tenido, en especial por las abultadas pérdidas. Si tuvo también que ver la situación en Cataluña no lo han dicho, pero seguro que ha pesado: nada hay más cobarde que el dinero y el espectáculo que han dado los independentistas catalanes durante los últimos meses, e incluso años, no anima precisamente a invertir o mantenerlas. Un ejemplo más, tras la cancelación de la Feria del Móvil en Barcelona y lo que pueda venir, pues lo quieran o no, el nacionalismo tiene un componente de rechazo a todo lo que no sea él, y eso incluye muchas cosas, empezando por el turismo, una de las primeras industrias catalanas. Barcelona venía siendo la ciudad española más conocida y visitada. Pero con una alcaldesa que disimula su animadversión al turista con un barniz izquierdo-ecologista, tarde o temprano empezarán a notarlo. Si es que no ha empezado ya y lo ocultan.
La noticia de Nissan, como cualquier otra mala para Cataluña, no es buena para España. Al revés, debe preocuparnos pues puede extenderse al resto de las comunidades. Mientras que recibiremos 140.000 millones de euros, más de la mitad en subvenciones, el resto a un interés bajísimo, de un fondo a crear por la Comisión Europea para sanar las heridas del Covid-19 y la recesión en marcha es una buena noticia. Falta que los 27 miembros den su acuerdo, y algunos, Países Bajos, Austria, Dinamarca, Suecia, se resisten. Pero estando apadrinado por Alemania, que será la que más aporte, difícilmente será rechazado. A mí, lo que me preocupa es ¿cuánto le van a durar 70.000 millones de euros a Pablo Iglesias? Seguro que no para hasta que la clase trabajadora tenga un chalé como el suyo, en urbanización de lujo, ¡faltaría más! Pagado por los ricos europeos. Bromeo, naturalmente. Pero he visto lo que dura el dinero ajeno a la izquierda: lo que el agua en una cesta y siento curiosidad por lo que le ocurre a ese dinero. No tengo la menor duda de que los italianos, los que más reciben, lo invertirán bien. Con nosotros tengo mis dudas y sólo espero que Nadia Calviño no deje a Iglesias meter sus sucias manos en él, como en la reforma laboral.
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