Cayetana Álvarez de Toledo: «Iglesias busca consumar la obra ideológica de su padre: cargarse el orden democrático»
Harta de la superioridad moral de la izquierda, la portavoz del PP en el Congreso ve en Pablo Iglesias al heredero de los rupturistas que no aceptaron la Transición: «Se acabó el pedir perdón a los totalitarios antidemócratas». En conversación con ABC, advierte de que la etiqueta de «antifranquista» esconde demócratas y antidemócratas. Iglesias -indica- pertenece a los segundos.
No es que Cayetana Álvarez de Toledo (Madrid, 1974) no se amilane ante los ataques de la izquierda más radical, es que considera que plantar cara es esencial para defender los valores constitucionales. En esta entrevista realizada tras su enfrentamiento dialéctico con el vicepresidente del Gobierno, la portavoz del PP no sólo no da un paso atrás, sino que explica por qué los defensores de lo que representó la Transición deben alzar la voz y profundizar en la batalla política y moral con la izquierda radical.
¿Está cómoda en esta situación?
Sí, es mi obligación. No es una cuestión de comodidad.
Atacarla por el título que ostenta forma parte del argumentario contra usted de la izquierda más primaria, y de algún grupo de comunicación. ¿Le molesta en lo personal?
No. El problema es político. Lo mío es una anécdota.
Me interesa saber qué hay detrás, por qué decidió usted contraatacar.
Si se lo puedo resumir en una frase es esta: se acabó el pedir perdón a los totalitarios por ser demócratas. Se acabó el síndrome de Estocolmo de la derecha frente a la izquierda más radical. Ojalá esto sirva como punto de inflexión. Ése es el sentido profundo de mi intervención, de la primera palabra hasta la última. Basta de que se arroguen la superioridad moral de decir quién puede y quién no puede hacer política.
Acto seguido a su choque con Iglesias se abrió un debate en la opinión pública sobre la necesidad de reducir la escalada verbal. ¿Es esa una nueva mordaza a la oposición?
Se produce una inversión absoluta de los hechos y de las responsabilidades. Es la izquierda la que lleva años en una escalada de agresión, deslegitimización y demonización de la derecha y de los demócratas en general. La izquierda exige impunidad para calumniar mientras niega a la derecha el derecho a decir la verdad. Esto se vio de manera muy gráfica en el Pleno del miércoles y en la Comisión de la reconstrucción del jueves. El vicepresidente segundo exigió y consiguió la impunidad para calumniar al decir que Vox ansía dar un golpe de Estado pero no se atreve, y esa frase se mantiene en el diario de sesiones, mientras se nos niega el derecho a decir la verdad. No hay una equiparación entre lo que él dijo y lo que yo dije. Lo suyo es un juicio absoluto de intenciones sobre la voluntad golpista de un grupo parlamentario, entró en la especulación y en el insulto más grave que se le puede hacer a un demócrata. Y eso se mantuvo en el Diario de sesiones con el aval de Patxi López. Sin embargo, lo que yo dije es un hecho objetivo y fáctico: yo soy marquesa, él es hijo de un terrorista, porque militaba en un organización terrorista. Es un símbolo muy claro de un problema muy profundo de la sociedad española, que es lo que yo quería precisamente denunciar: la superioridad moral que impone la izquierda frente a la derecha. Y no la izquierda más civilizada, sino una izquierda profundamente radical, con vetas totalitarias, con vinculaciones antidemocrática claras. Se acabó pedir perdón a los totalitarios. El señor Iglesias defiende a Otegi, justifica a ETA, avala a los golpistas de Cataluña y luego nos da lecciones de democracia a los demás. Eso se acabó. Esto no es un juego de «son los dos bandos iguales». Aquí hay personas que no son demócratas y luego hay muchísimas, la gran mayoría, que representamos la tercera España, que es la España Constitucional que permite la integración de personas con pensamientos radicalmente diferentes dentro de un orden común de Ley y Libertad. Lo que defienden ellos es una versión minoritaria y extremista que pretende la expulsión de todo lo que no sean ellos. Son los herederos de la ruptura de los años 70.
El vicepresidente contó con la aquiescencia de la señora Batet y del señor López, ambos socialistas.
Efectivamente, el señor López y la señora Batet avalan las estrategias más radicales de personas que deberían estar en el rincón de pensar español y que ahora están dictando la moral desde las instituciones.
Una digresión. ¿Cree que a esa izquierda le molesta especialmente que quien les plante cara sean mujeres? Estoy pensando también en Esperanza Aguirre o en Isabel Díaz Ayuso.
Yo creo que no, creo que tiene que ver más con el carácter que con el sexo. Un ejemplo es José María Aznar, objeto de fobias desencadenadas en la izquierda. Otra cosa es que el feminismo de Podemos sea una pura hipocresía. Sí es verdad que existe una España atávica, cuartelaria, autoritaria que ha alimentado los prejuicios anglosajones sobre lo español. Esa España un poco oscura, de macho ibérico, tiene su proyección en América Latina, en la figura del caudillo. Desde luego, Iglesias engarza perfectamente con esa tradición. Es un personaje clarísimamente vinculado a esa tradición iberoamericana.
Finalmente Batet retiró la palabra terrorista.
Está escrito, pero entre corchetes, y no lo acepto. La llamé por teléfono y le pedí expresamente que no se retirase esa expresión.
¿Por qué?
Yo no insulté al vicepresidente segundo. Yo recordé un hecho fáctico reconocido por él y por su padre, equiparable al hecho de yo soy marquesa: Él es hijo de un terrorista. El FRAP es una organización terrorista, sus víctimas son reconocidas como víctimas del terrorismo por el Ministerio del Interior: cinco asesinados. En la web del Ministerio sigue colgado todo el listado de víctimas que reciben indemnizaciones, las que están reconocidas como tales. Ahí están las del FRAP.
El padre de Iglesias dice que se limitó a repartir propaganda para una manifestación.
En esa manifestación fue cuando mataron a los policías. Pero al margen de la actividad que él ejerciera en la organización terrorista, él militaba en esa organización terrorista. Bajo la máscara del antifranquismo se esconden muchas cosas: hubo antifranquistas demócratas, muchísimos, la inmensa mayoría, pero hubo que no lo fueron. Y matar a personas no es ser un demócrata. Y pertenecer al brazo armado de una organización política como el Partido Comunista marxista-leninista no es ser un demócrata, eso es formar parte de una organización terrorista, que es como se califica el FRAP. No es «él me insultó y yo le contesté con un insulto». Él no me insultó, me llamó marquesa. Si van a retirar la expresión «hijo de terrorista», habría que retirar «marquesa». Es un hecho fáctico.
Hubo un antifranquismo democrático y otro antidemocrático...
Y el padre de Iglesias formó parte del antidemocrático, el que utilizaba métodos violentos: el terrorismo. Estas personas no contribuyeron a la Transición, como dice su hijo o Irene Montero. Falso. La Democracia la trajeron los reformistas, desde el régimen y desde la oposición: Torcuato Fernández-Miranda, Adolfo Suárez, Santiago Carillo, etc: personas de todo el espectro político, pero demócratas todos ellos. Al margen de esto y contra ellos se quedó un grupúsculo que son los rupturistas, que no aceptaron la democracia. Ahí estaba ETA, ahí estaba el FRAP y de ese caldo de cultivo antidemocrático sale Pablo Iglesias, que trabaja contra el orden constitucional y que ha venido a consumar la obra ideológica de su padre y del FRAP: cargarse el orden democrático. De ahí su vinculación con ETA, con el mundo de la violencia, con el golpismo, con el separatismo catalán unilateralista. A raíz del espiodio del Congreso ha aflorado esta cuestión, con una derivada: los radicales reclaman una legitimidad moral como antifranquistas. El antifranquismo blanquea sus propósitos y sus métodos violentos. Se presentan como demócratas por antifranquistas, y eso es lo que hay que desmontar.
¿Qué le dijo Batet cuando la llamó?
Que bueno, que se dijeron muchas cosas gruesas, y una cosa sorprendente. Me dijo: «Si hubieras dicho «su padre era el FRAP, y el FRAP era una organización terrorista», todavía». ¿Cuál es la diferencia? El señor Iglesias está orgulloso de estos grupos. Hay una lucha antifranquista heroica que no fue terrorista, y de esa sí tendría derecho a sentirse orgulloso si hubiera pertenecido a ella.
¿Echa de menos que sectores moderados del PSOE se planten ante la deriva radical de Iglesias?
Por supuesto que sí, ojalá el PSOE volviera por la senda del constitucionalismo y la concordia.
Llevamos hablando 45 minutos y no hemos hablado de Sánchez. El presidente estará encantado con que las críticas recaigan sobre Iglesias.
Sánchez es el responsable máximo y fundamental de la degradación institucional y civil española. Es el principal obstáculo para un gran acuerdo de concentración nacional, del que soy muy partidaria.
¿Un Gobierno con PSOE, PP y Cs o también con Vox y Podemos?
Podemos es anticonstitucional. Todas las personas que quieran trabajar para la defensa del orden del año 78 deben sumar fuerzas, es evidente. La disgregación de quienes lo defendemos sólo da fortaleza a quienes lo quieren destruir.
SON LOS TIEMPOS DE LOS VALIENTES
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