domingo, 29 de marzo de 2020

UNA RESIDENCIA QUE SOBREVIVE AL CORONAVIRUS PIDE AUXILIO.

La residencia La Purísima Concepción, en la avenida de la Ciudad de Barcelona, 85

Una residencia que sobrevive al coronavirus pide auxilio: «No podemos atender a todos»

Ante la cascada de bajas en la plantilla, el centro privado La Purísima Concepción reclama más medios o el desalojo de 60 ancianos .

El coronavirus no ha franqueado los muros de ladrillo, erigidos hace más de un siglo, de la residencia La Purísima Concepción de la Fundación Catalina Suárez. Hasta la fecha, este centro de mayores privado, en el número 85 de la avenida de la Ciudad de Barcelona, es uno de los pocos oasis de la Comunidad de Madrid en los que el patógeno no ha causado estragos. Sin embargo, la falta de personal y material, que reclaman desde hace días, podría cambiar su suerte.
«No puedo garantizar que [los ancianos] estén bien con ese poco personal», lamenta el director médico de la residencia, Miguel Rodríguez. Ya se han producido 34 bajas (personal gerocultor, enfermeros, cocineros, auxiliares) en una plantilla de alrededor de un centenar de trabajadores para cuidar de otros tantos ancianos. Faltan manos para dar de comer, lavar y mover a los pacientes. «No están comiendo lo que deberían. No tardarán en comenzar a escararse», añade Rodríguez, el único de los tres directivos del centro que sigue trabajando. Incluso aunque lleven las protecciones correspondientes —taloneras, por ejemplo—, los mayores pueden sufrir úlceras por presión, heridas en la piel al permanecer mucho tiempo en la misma posición. Una «muy fácil vía de entrada al cuerpo para cualquier microorganismo», explica este médico.
Ante esta situación «insostenible», Rodríguez ya advirtió, el pasado viernes, de que, «en caso de no recibir ayuda humana y material en 24 horas», debería tomar la decisión de desalojar a 60 residentes, en lugar de «intentar atender a la totalidad para fracasar». La llamada de auxilio que hizo al centro de salud Adelfas —ubicado en la misma calle—, al Hospital Gregorio Marañón y al Ministerio de Sanidad sigue sin obtener respuesta. «Han hecho acuso de recibo y dicen que se pondrán en contacto en cuanto puedan», asegura el director médico. Tampoco han podido efectuar el traslado de la mitad de los ancianos a sus casas o a hospitales de campaña, ya que de ello se encargan los efectivos del Ejército. «Dicen que ya vendrán», critica Rodríguez, que no ceja en su empeño de hablar con los distintos organismos y autoridades en busca de una solución.

Actuar a tiempo

Si bien hay seis ancianos con síntomas compatibles con el Covid-19 —que se encuentran en «un grado mayor de aislamiento»—, que no haya infectados ni fallecidos en La Purísima Concepción se debe a que la institución fue una de las primeras en cancelar las visitas de familiares, a principios de este mes, y establecer un estricto protocolo para evitar contagios. Una medida «altamente impopular», en palabras de Rodríguez, que indignó a muchos familiares. Sin duda, ahora agradecen la prevención.
Quizá por el mismo motivo el virus tampoco ha conseguido atravesar las puertas de la residencia Santa Ana, en Valdetorres del Jarama, con 21 ancianos, doce trabajadores y cero contagios. El centro suspendió las visitas el 1 de marzo y, hace unos días, también solicitó auxilio. Cuando el Gobierno de Pedro Sánchez intervino, el pasado domingo, todas los centros privados para disponer de sus plazas, temieron que, sus dos únicas camas libres, fuesen ocupadas por ancianos infectados, ya que no se iban a realizar pruebas a los nuevos inquilinos. No obstante, sus plegarias fueron escuchadas.
«Gracias a los medios de comunicación», expresa una de las trabajadoras de la residencia, que se hiceron eco de su problema, este jueves por la mañana les informaron de que no recibirán ningún paciente. Por ahora, «todo discurre dentro de la normalidad, en unas circunstancias muy duras», dice Clara, su directora médica.

Foco de coronavirus

En esta crisis sanitaria, si los hospitales madrileños son el frente de batalla para combatir el Covid-19, las residencias de mayores son las tropas atrapadas y emboscadas por el virus. En lo que va de mes, 1.065 ancianos han muerto en los centros de la región. Aunque no está confirmado que todos hayan fallecido por la pandemia —debido a la falta de test—, las cifras hablan por sí solas; en marzo del año pasado, hubo 460 ancianos muertos en las residencias de gestión indirecta y concertadas.
De hecho, solo hay que atender a la desafortunada frase de la ministra de Defensa, Margarita Robles, esta semana: «En algunas residencias el Ejército se ha encontrado a ancianos muertos». Pese a ser una declaración poco acertada, pues no es de extrañar que los servicios funerarios tarden en retirar los cuerpos, refleja la magnitud de esta tragedia. Y si no se presta auxilio a estos centros, los pocos oasis libres de contagio serán los próximos en caer.
LAS RESIDENCIAS DE ANCIANOS SON AHORA EL FOCO DEL CORONAVIRUS

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