lunes, 6 de enero de 2020

"SOY UN HOMBRE MALTRATADO,¿DÓNDE TENGO QUE LLAMAR?

Juan Carlos López interpuso denuncias cruzadas con su exnovia, pero solo prosperó la de ella. En la imagen, posa en el piso de una persona que se solidarizó con él y le dio techo, en la zona de Vistalegre de Madrid

«Soy un hombre maltratado, ¿dónde tengo que llamar?»

«En el 016 me cuelgan y no sé dónde acudir», lamenta Juan Carlos López. Su caso y el de Guillermo forman parte de las estadísticas de «violencia doméstica». Denuncian estar desamparados y con falta de recursos.

María Ángeles Jaime de Pablo, presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, dijo en una reciente entrevista radiofónica que hay nueve mujeres agredidas por cada hombre. Lo recogen varios informes institucionales. Para algunos, darles voz también a ellos significa infravalorar (o eclipsar) el problema que durante décadas han tenido las mujeres, sometidas en el círculo doméstico a un maltrato silente. Que no salía del muro del hogar. La violencia machista tardó en estallar, pero, con fortuna, la ley de 2004 acabó por dimensionarla y destaparla. Pese a la norma que las protege, 55 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas, en 2019, la cifra más alta del último lustro. No hay que olvidarlo. Mientras, la violencia ejercida de mujeres a hombres se cataloga como «violencia doméstica», aunque las estadísticas oficiales dicen que tiene porcentajes mínimos.
Según expertos como Miguel Lorente, el único hombre que ha sido delegado del Gobierno para la Violencia de Género, si un hombre es maltratado tiene medios donde acudir: «Se dice que no hay una ley específica que los proteja, pero tienen la ley de atención a víctimas de violencia. Si un hombre es agredido debe dirigirse a las oficinas de atención a víctimas que hay en los juzgados, así como en las comisarías de Policía». Sin embargo, parece que, en la práctica, no lo tienen tan fácil.
«Es políticamente incorrecto y parece que das alas al negacionamismo de Vox cuando nos quejamos por que el hombre también quiere protección. El hombre está más desprotegido», dice Guillermo, una de las víctimas que frisa la treintena y que interpuso una denuncia contra su ahora exnovia. Además, cuenta Carlos Herráiz, abogado de la Asociación de Padres Separados, se exigen pruebas al hombre (un parte de lesiones físicas) que ya no se piden a la mujer cuando interpone una denuncia. El hombre, cuando es denunciado como presunto agresor, pasa la noche en el calabozo si es arrestado tras la denuncia de su ex o su mujer.

Lorente, médico forense y director de la Unidad de Igualdad de la Universidad de Granada, estima que hay muy pocos hombres maltratados y resaltar ese pírrico número supone ningunear la violencia machista que han denunciado un millón y medio de mujeres en los últimos 15 años, los que cumplió el pasado 28 de diciembre la Ley Orgánica de Protección Integral de la Mujer. «La machista es una violencia estructural, justificada por ciertos sectores de la población, es una construcción cultural que se llegó a normalizar. Estamos equiparando cosas que no son iguales. No digo que a un hombre no le pueda pegar su mujer, pero por estadística son muy pocos casos», afirma . Si es necesario que las autoridades profundicen en la materia y diseñen una nueva estrategia, se debe hacer, pero sin cuestionar, resalta Lorente, la violencia sexista, como trata de hacer en sus declaraciones algún dirigente de Vox, dice.
Juan Carlos López llama desesperado a ABC. Asegura que lo ha hecho antes varias veces al 016 y le cuelgan porque es un hombre. «Soy un hombre maltratado. ¿Dónde tengo que llamar? Pensaba que el teléfono de atención a las víctimas de violencia de género me ayudaría y me dicen que “no llame porque no soy una mujer”». Juan Carlos padece una esquizofrenia, como Nuria, su ex. La enfermedad puede ser un lastre para casos de maltrato o violencia mutua.

Maltrato de los dos

En un vídeo que él aporta como prueba a la Policía cuando ella le denuncia, se escuchan insultos por parte de los dos. Nuria le golpea con el plástico de una carpeta, él devuelve «el carpetazo». Es desalojado de la casa por dos agentes. El domicilio es de ella, porque este hombre se mudó hace cinco meses para compartir techo, así que se queda en la calle. Sin sus pertenencias. «No tengo dinero, vivo con mi pensión de 670 euros, no llevo ni una cazadora. Y está lloviendo mucho», solloza al otro lado del teléfono. «Ayer fue el juici o y me han puesto una orden de alejamiento, así que no puedo acercarme y pedirle mis cosas». Un vecino le recoge en la calle, en la zona de Vistalegre de Madrid, donde Juan Carlos se estaba resguardando del frío.
Lamenta: «No se nos hace caso. Ella dijo que le habían golpeado con dureza, siendo mentira, y se le creyó. Los policías no me dejaron coger ni mi DNI. A mí nadie me ayuda, cómo se permite esto, no he matado a nadie. Las mujeres abusan y yo no sé a quién acudir».
Como él, Guillermo [nombre ficticio que exige ante el temor a ser reconocido en su empreas] se confiesa maltratado. Una noche quiso denunciarla, tras una monumental bronca, pero el agente de Policía comenzó a pedirle pruebas. «Si no tienes cardenales o un parte médico, no puedes hacer nada. Era vergonzoso. Te sientes humillado, pero el maltrato de la mujer es más inteligente, más machacón, continuo, hasta dejarte reducido a poca cosa. No tienes ganas de nada, te sientes menos que nada. Y el agente no se cree que lo seas, porque no te agrede físicamente».
Guillermo personifica las palabras que el abogado Herráiz traslada a este periódico: «La mujer agresora no lo hace con los puños. Algunas también, pero son muy pocas y demostrarlo es muy complicado». Según el también forense y psicológo doctor Carlos Cuadrado, se les pide un completo informe psicosocial al que se resisten algunos hombres por «vergüenza».
Herráiz se refiere al ámbito judicial en el que se desempeña cada día: «Hay una oposición total por parte de las fiscales a aceptar ese maltrato, porque dicen que es una contradenuncia, un arma que se saca el hombre para ocultar su propio maltrato. La violencia de género puede ser bidireccional, e igual que hay Juzgados especializados de Violencia de Género, debería saber cómo juzgarse “la agarrada” por parte de una mujer. Normalmente a las agresoras se les fijan penas mínimas, consideradas un delito leve, si se les juzga. Incluso he llevado a varones que han acreditado que les han pegado y también ha sido así».
«El maltrato mental provoca problemas de peso, trastornos adaptativos y depresión»
Herráiz añade otro reproche airado contra la Justicia.En su opinión, la doctrina del Tribunal Supremo solo contempla que se pueda infligir maltrato psicológico a una mujer, no al revés, «no lo define». En el caso del hombre, siempre es dentro del seno familiar y así se juzga. Cuando ellas denuncian, se activa el protocolo previsto en la ley y a ellos no les dan ni voz. Habría que examinar cada caso en profundidad.

«Se están merendando el derecho»

En el caso de los hombres se pide un índice probatorio mayor, a juicio de la Asociación de Padres Separados. «Lo de que el derecho penal en España es el más garantista se lo han merendado. Debe defender los derechos constitucionales de todas las víctimas. Pero el hombre maltratado no tiene teléfonos, ni pulseras, hay que cambiar el protocolo», señala el letrado.
Desde esta entidad, que cuenta con 200.000 socios, reprueban que no se manejan estadísticas rigurosas sobre este fenómeno. «Los partes médicos no llevan ni foto –apela el doctor Cuadrado–. El maltrato mental provoca obesidad o pérdida repentina de peso, trastornos adaptativos, se debe ver como un problema de salud». Comenta el caso de un varón de Móstoles que fue relegado en su empresa por la depresión que padecía fruto del maltrato. Aportó el diagnóstico de un psiquiatra y pudo demostrarlo.
«Quizás porque se sienten poco amparados por el sistema, a los hombres les cuesta muchísimo denunciar. El prejuicio existe. Y temen por su situación privada, además del derroche económico.Hay hombres que se han gastado 50.000 euros en abogados. Están desgastados cuando empiezan el proceso y algunos no quieren complicaciones. “¿Cómo voy a hacerlo si me puedo quedar detenido?”, piensan. Se avergüenzan, lo tienen muy tapado». En la asociación, hay hombres muy reputados, como el dueño de una empresa que tiene 45 años, cuya proyección social se puede ver resentida, en su opinión, si lo manifiesta. Vive con agonía.

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