Los miembros republicanos del Govern han permancecido postrados en sus escaños y sin expresar su apoyo después de la primera intervención de Torra tras perder su escaño.
Hay gestos que valen más que mil palabras, especialmente si son calculados y se escenifican en momentos de tensión. Eso ha ocurrido este lunes en el Parlamento de Cataluña, donde los consejero de ERC en el gobierno de Quim Torra han ignorado al president y no le han aplaudido cuando este ha terminado su primer discurso tras perder su escaño como diputado.
El desplante de los de Oriol Junqueras no ha pasado desapercibido. Ni siquiera el vicepresidente de Torra, Pere Aragonès (también de Esquerra), se ha levantado para recibir y apoyar al presidente después de que denunciara desde la tribuna de la cámara la «injusticia» de haber perdido su escaño por desobedecer a la Junta Electoral.
El gesto de los republicanos se puede interpretar como una respuesta a las presiones que llevan días recibiendo desde Junts per Catalunya –con el aval del independentismo más radical– para no acatar la decisión de la JEC de dejar a Torra sin escaño, decisión que podría poner en apuros legales.
al presidente del Parlament, de ERC.
Asimismo, desde Junts se ha acusado reiteradamente a ERC de «traicionar» al presidente y al independentism desde hace meses con sus estrategias «posibilistas». Por su parte, los republicanos pide no perderse en más lios legales, aprobar los presupuestos autonómicos -que está negociando ERC con los comunes de Ada Colau- y no dañar más las institucioens catalanas con nuevas inhabilitaciones causadas por gestos simbólicos.
Maraña jurídica
Finalmente, la maraña jurídica ha provocado nuevo rifirrafe entre los miembros del Govern, que han escenificado una división hasta ahora latente pero pocas veces exhibida con tal claridad como este lunes. en el momento de aplaudir se ha podido ver a los consejeros de Junts per Catalunya (como Miquel Buch, Interior, Meritxell Budó, presidencia, o Damià Calvet, Territorio) de pie y aplaudiendo con contundencia mientras los consejeros de Esquerra (como Josep Bargalló, Educación) permanecían sentados, serios y quietos.
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