EL PENSADOR
EL HOMBRE SE AUTODESTRUYE.
La carrera espacial y la búsqueda de vida más allá de nuestro planeta están suponiendo unas inversiones estratosféricas cifradas en miles de millones de euros.
Desde que el hombre puso el pie en la Luna por primera vez en 1969 han pasado cincuenta años y se siguen sucediendo nuevas misiones para observar la Tierra desde el espacio y para intentar encontrar vestigios de vida en otros planetas multiplicando los presupuestos de año en año.
Es de suponer que tanto gasto en misiones espaciales dará sus frutos, porque, al paso que vamos, la Tierra va a ser un páramo despoblado en un plazo de trescientos o cuatrocientos millones de años, que no lo es tanto si tenemos en cuenta que desde el “Homo sapiens” hasta nuestros días han pasado alrededor de 190.000 años, mil años arriba o abajo.
Es un hecho constatado que la humanidad terrícola tiende a desaparecer como así atestiguan las investigaciones demográficas que indican que en cada generación nacen menos niños y que ya hay regiones en las que hay más parejas sin niños que con ellos, y más viejos que jóvenes.
Sin ánimo de ser catastrofista, todos estos factores señalan que paulatinamente nos iremos acercando a la estadística 0 de hijos nacidos, al envejecimiento absoluto de la población y a la desaparición de esta en el plazo mencionado.
Es un alivio saber que las grandes multinacionales sabrán encontrar nuevos nichos de mercado en otros planetas porque se juegan mucho, aunque no ha trascendido todavía cuáles son sus planes de marketing a tan largo plazo, pero seguro que ya lo estarán considerando.
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