Los altercados de Barcelona derivan en pillaje y crean un «efecto llamada»
Llegan radicales de toda Europa mientras se suman «menas» y «ninis» a las protestas.
Los altercados en que derivan cada noche las protestas independentistas contra la sentencia del Supremo al «procés» empiezan a preocupar a los comerciantes del centro de Barcelona. ¿El motivo? Los sucesivos casos de saqueo y pillaje en tiendas de ropa, telefonía y electrodomésticos. Se produjeron el viernes y se repitieron el sábado. Ya lo dice el refrán que repiten con insistencia los encargados de tienda con los que ha hablado ABC: «A río revuelto, ganancia de pescadores». En este caso los «pescadores» son vándalos que se mezclan con los manifestantes y revientan escaparates para arramblar con todo en medio del caos generado por las barricadas, las carreras y las cargas escapando con patinetes y pantallas de plasma bajo el brazo.
«Llegaron con un semáforo que habían arrancado a pocos metros, lo aplastaron contra los cristales de mi tienda, los rompieron y se fueron. Luego llegaron otros y robaron de todo, camisetas, gorras... Todo de primeras marcas y de distintos equipos». Es el testimonio de Shuri, un vendedor de recuerdos de La Rambla que relata su caso a este diario mientras otros empleados de su tienda tratan de disimular el enorme boquete que los radicales abrieron en su local.
Según explica, robaron ropa por valor de 2.000 o 3.000 euros. Su local no tiene persiana -asegura que la normativa en Barcelona dificulta su instalación- y la alarma tardó en sonar. Este comerciante de origen indio vio lo que pasaba en su local cuando recibió varios vídeos por Whatsapp.
Como él, muchos tenderos se preparan para empezar a vigilar sus comercios haciendo noche en ellos. No descartan «hacerse con algo» para defenderlos en caso de que se repitan nuevos casos de pillaje. Asimismo, Shuri sospecha que los responsables de los robos no son manifestantes independentistas sino ladrones de poca monta que aprovechan el desorden generado por las sucesivas noches de protestas en la Ciudad Condal para hacerse con caprichos de adolescente: gorras de marca y la última equipación del Barça o el Real Madrid.
En el Media Markt de Plaza Cataluña, a pocos metros de La Rambla, los empleados trabajaban a destajo ayer por la tarde para reforzar con enormes planchas de hierro los ventanales de la tienda como si se prepararan para la llegada inminente de un huracán caribeño.
«Reventaron la puerta de la tienda con piquetes y vallas de obra», explicaba un testigo de los hechos mientras tres operarios ajustaban el tamaño de las planchas de acero con una sierra radial. En el caso de la multinacional alemana, el botín también replicaba lo que cualquier adolescente pediría por Reyes: patines eléctricos y teléfonos móviles de última generación. Según relatan los responsables del local, y confirman fuentes policales, hay dos detenidos por el robo a su tienda, abierta hace casi tres años y que nunca había sufrido ningún robo ni sabotaje parecido. Asimismo, señalan que los arrestos se produjeron después de que varios manifestantes retuvieran en el interior de la tienda a los ladrones «in fraganti». «Nos planteamos contratar a seguridad que nos vigile el local... pero no creemos que sirva de mucho», añaden.
Radicales griegos
En estos momentos, el temor de policías, comerciantes y vecinos en general es que el caos «llame al caos». Según fuentes policiales consultadas por ABC en estos momentos siguen llegando a Barcelona radicales, «okupas» y anarquistas de toda Europa, a los que esta misma semana se les podía observar reconociendo el terreno entre barricadas en llamas y líneas policiales. La mayoría vienen a Cataluña por carretera de Francia, Italia, Alemania y, en menor medida, también Grecia. También, añaden las mismas fuentes de Mossos, jóvenes vascos y navarros, muchos identificados en la barrera de filtraje que la policía puso en los accesos a plaza Urquinaona. Además, siguen agregándose otros perfiles: jóvenes de perfil «ni-ni», así como «menas» que la noche del sábado eran ya más abundantes e hiperactivos que los estudiantes universitarios de los primeros días de protestas.
Subiendo por La Rambla, ya en la céntrica plaza Cataluña, ayer los bomberos «apenas» realizaron 75 servicios, la mitad que la madrugada anterior. Y los grupos de vándalos quemaron «sólo» 35 contenedores, con un coste de 43.750 euros. La menor cantidad de daños cuantificados fue una buena noticia, y esperanzadora, para una ciudad que ha visto con impotencia cómo en una semana de graves disturbios se han destrozado en total 1.035 contenedores, y donde llegaron a arder casetas de obras además de una decena de coches, motos y todo tipo de mobiliario urbano.
Las cifras son tremendas: la factura provisional de las protestas tras la sentencia por el «procés» asciende ya a 2,5 millones de euros, sin sumar todavía el coste de los servicios extraordinarios (desde horas extra de empleados de limpieza hasta el gasto eléctrico en la maquinaria para recuperar la normalidad en la ciudad), semáforos vandalizados, bancos quemados o las actuaciones de pavimentación. Las heridas, todavía visibles, tardarán en cicatrizar.
Aprovechando que era domingo y la ciudad tenía menos tráfico, ayer se intentó avanzar, por ejemplo, en el reasfaltado en Gran Vía, cuya calzada quedó trinchada por las hogueras. El tramo central de esta arteria funcionó parte del día con solo dos de sus seis carriles. Barcelona espera, siete días después del inicio de los altercados, pasar página a su semana «horribilis».
SOMOS EL TERCER MUNDO.
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