jueves, 26 de septiembre de 2019

LA VERDAD INCOMODA.

 
EL MUNDO NECESITA VERDAD...
 
Los analistas consiguen que la gente se confíe, después sucede lo que podía y debía haberse evitado. Se puede informar la verdad, pero... ¿quién la quiere? El problema es que la verdad quizá esté en contra de nuestros intereses o nuestros sueños, por eso no se vende bien, no es políticamente correcta, o no se aviene a los proyectos de cada cual. Por ejemplo: “el pueblo es sabio”, o “el pueblo nunca se equivoca”. ¿Eso es verdad? El sabio rey Salomón dijo esto hace ya tres mil años: “Es mejor hacer caso de las calmadas palabras del sabio que de los gritos del que gobierna entre los tontos” (Eclesiastés 9:17).
Como indica la expresión inspirada, es mucho mejor y más lógico escuchar las ideas calmadas, verdaderas y honradas, de las personas sabias, que la gritería propagandística del político que saca su apoyo popular de gente desinformada, gente que en muchos casos ya ha demostrado en sus sentidos y acciones un modelo inconsciente de cómo hay que vivir. Por ofrecer el modelo que ellos quieren, un solo tonto con poder puede causar una dificultad incalculable, puede frustrar el mejor plan, o ahuyentar la esperanza de toda una comunidad y de toda el área de su influencia. ¿Será el mañana tan sombrío como parece, o ya lo es el presente, donde el temor es el sentimiento más generalizado? Violencia y abuso por deshumanización, contaminación por interés, delincuencia en todos los niveles...
 ¿Está nuestra esperanza de un futuro mejor en manos de los políticos, religiosos, empresarios y científicos que nos han metido en este presente tan peligroso? ¿Qué otra opción nos queda? Yo le concedo el mayor crédito al ser más Sabio del universo, ya que tiene un plan para cuando haya quedado bien establecido que el hombre no tiene la capacidad de gobernar al hombre: “Venga tu Reino –gobierno– y hágase tu voluntad en la Tierra” (Mat. 6). “... los mansos heredarán la tierra y hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz” (Salmos 37:10,11). Hasta entonces, toda autoridad humana tendrá mi respeto, pero no mi esperanza.

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