Sebastián Piñera: «La dictadura corrupta de Maduro tiene los días contados»
El presidente de la República de Chile espera que EE.UU. y China zanjen en la cumbre del G-20 su guerra comercial, que afecta de modo especial a su país, una economía abierta que seguirá este año liderando el crecimiento en América Latina.
Santiago de Chile está despidiendo su otoño, en pleno junio, con bastante frío. En el Palacio de La Moneda Sebastián Piñera Echenique (1949), el presidente chileno, nos ha citado a las seis de la tarde. Nos advierte su equipo de que una hora más tarde quiere estar viendo cómo la selección de fútbol de su país le gana a Japón en la Copa América. La espera se alarga y parece imposible que la entrevista se celebre. Finalmente, Piñera decide que atenderá esta entrevista y deja el partido. La conversación se alargará por espacio de hora y media.
En su despacho el presidente chileno está rodeado por una galería de fotografías en las que aparece acompañado por los más destacados dirigentes mundiales: Obama, Xi Jinping, Merkel, el Rey Juan Carlos, Benedicto XVI, Macri y tantos otros. En el despacho está presente un crucifijo que evidencia su fe católica, así como una bendición apostólica del Papa emérito.
Piñera escribe con su mano izquierda, mientras escucha nuestras preguntas. Su mesa está repleta de carpetas. Tiene como un minisíndrome de Diógenes con los papeles. Dicen los que los conocen que el Estado chileno está en su cabeza. Lo cierto es que tiene fama de muy controlador. También aseguran sus más próximos que en este segundo mandato el presidente chileno es muy distinto al del primero. Tal vez sea todavía mejor. Sin embargo, el ejercicio del poder nunca está al margen de la polémica y llegamos a esta entrevista en medio de los ecos de una crisis de gabinete, donde sacrificó nada menos que a seis ministros, entre ellos al de Exteriores, Roberto Ampuero, cuyo nombre suena para embajador de Chile en España.
¿Cómo deberíamos interpretar tantos cambios a la vez?
Nosotros acabamos de cumplir 15 meses de gobierno. Nuestro primer año, el 2018, fue muy bueno en todos los frentes. Logramos crecer al 4%, triplicando el crecimiento medio del gobierno anterior y liderando el crecimiento de América Latina y, adicionalmente, logramos grandes avances en la creación de empleos, en la mejoría de los salarios, la inversión y la productividad, que habían caído durante los cuatro años pasados. Logramos también avances importantes en reducir los índices de delincuencia y por tanto aumentar la seguridad ciudadana. Pero el presente ejercicio está siendo más exigente y por distintas razones. Primero, en el frente externo, la economía mundial se ha debilitado mucho. La guerra comercial y tecnológica entre EE.UU. y China está afectando al mundo entero y ha hecho que el comercio internacional haya caído en los últimos meses. Además de eso, se nos han sumado otras dificultades externas, como la subida del petróleo. A pesar de ello este va a ser un año bueno. Estimamos que Chile va a crecer entre el 3 y el 3,5%, liderando el crecimiento en América Latina, así como la inversión y la productividad. Los salarios van a seguir creciendo, vamos a crear del orden de los 150.000 nuevos empleos y vamos a seguir avanzando en las grandes reformas estructurales, como son la tributaria, de pensiones, salud, laboral y la reforma educativa.
¿Los cambios en su gobierno obedecen a esas razones?
Los cambios son normales, un presidente está permanentemente evaluando a su gabinete. Tuvieron dos objetivos: fortalecer el equipo económico para enfrentar de mejor forma estos tiempos más difíciles y más exigentes; y también atender mejor áreas críticas del gobierno, como el de la salud, la energía y las relaciones internacionales.
En el caso concreto de las reformas que ha señalado, mencionó la reforma tributaria. Parece difícil que consiga el apoyo en el Congreso para llevar a cabo ese tipo de reformas.
Siempre la relación entre el Gobierno y la oposición es difícil en todas partes del mundo, salvo honrosas y escasísimas excepciones, y es particularmente difícil cuando el Gobierno no tiene mayoría en el Congreso. Nosotros logramos un gran triunfo electoral en diciembre del año 2017, fue una mayoría del 55%, pero no logramos tener mayoría en el Congreso, y eso hace el camino más difícil. Sin perjuicio de ello, hemos avanzado sustancialmente no con toda la oposición, pero sí con una parte, para lograr acuerdos que nos permitan sacar adelante la reforma tributaria y la de las pensiones.
¿Cuál es el objetivo de la modernización tributaria? En primer lugar, incentivar, motivar, fortalecer la capacidad de crecimiento, de inversión, de productividad, de innovación y de emprendimiento de la sociedad tributaria. Segundo, darle un alivio tributario y burocrático a las micro, pequeñas y medianas empresas. Y tercero, hacernos cargo de la demanda por fortalecer el crecimiento y el desarrollo de las regiones. Esos son los tres grandes objetivos de la modernización tributaria que estamos impulsando y yo espero que podamos lograr un acuerdo con una parte de la oposición para sacar adelante estas dos grandes modernizaciones.
El objetivo de la reforma previsional que estamos impulsando es mejorar las pensiones de todos los chilenos, los actuales y los futuros pensionados. El sistema previsional chileno tiene dos pilares, un pilar contributivo, que es el aporte que hace cada trabajador a su ahorro previsional, y un pilar solidario, que es el aporte que hace el Estado a las pensiones de los sectores más vulnerables y más necesitados. La reforma que hemos planteado fortalece a ambos pilares.
El pilar contributivo, porque aumenta del 10 al 14% del sueldo de los trabajadores que todos los meses se hace para fortalecer el ahorro previsional. Hoy día el trabajador aporta el 10% de su sueldo. La reforma va a establecer que el empleador tenga que aportar un 4% adicional, lo cual significa un aumento en el ahorro previsional de los trabajadores del 40% y, en consecuencia, un aumento en las pensiones de un 40% de todos los pensionados chilenos.
Pero también estamos fortaleciendo el pilar solidario, aumentando un 40% el aporte que el Estado hace a ese pilar solidario, con dos propósitos: uno, mejorar las pensiones de los grupos más vulnerables. Es el pilar solidario tradicional, que en Chile establece una pensión básica garantizada y establece un aporte previsional solidario para fortalecer las pensiones más bajas. Ese pilar solidario se va a fortalecer con estos mayores recursos públicos, pero además estamos creando un segundo piso de este pilar solidario que va enfocado esencialmente a mejorar las pensiones de las mujeres, que en el sistema previsional están muy castigadas, esencialmente por la maternidad y la familia, porque tienen menos oportunidades de empleo, porque tienen más lagunas previsionales, porque tienen menos salario. Y las pensiones de la clase media chilena. Esto es un segundo piso del pilar solidario que apunta a las mujeres y la clase media, que antes no tenían ninguna ayuda en materia previsional.
Y yo, hace unos minutos, estaba conversando con el ministro de Trabajo respecto a lo bien que estamos avanzando en este acuerdo y por tanto yo espero que a pesar de la dificultades que significa no tener mayoría, podamos tener un acuerdo con una parte de la oposición para sacar adelante estas reformas que el país necesita, que son necesarias y que son urgentes. Además de eso, le puedo decir que noto en la oposición chilena dos almas, o dos formas de enfrentar su relación con el Gobierno. Una parte de la oposición ha tenido una actitud de muy poca colaboración. Algunos la llaman obstruccionista, otros han usado las palabras «negar la sal y el agua», o «negar el pan y la sal», como dicen ustedes, y por tanto han demostrado poca colaboración. Sin embargo, hay otro sector en la oposición, la democracia cristiana, el partido radical que ha tenido una actitud de mayor apertura, de mayor colaboración. Y estoy convencido de que el rol del Gobierno y de la oposición no es intentar destruirse mutuamente, eso no ayuda a nada ni a nadie, sino colaborar cada uno desde su punto de vista en los grandes desafíos del país y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Antes ha recordado que fue reelegido con un respaldo histórico del 55% y ahora han salido unos últimos informes que reflejan bastante caída de la popularidad. ¿Eso supone para usted un reto? ¿Cómo va a afrontar estos nuevos tiempos?
Esto es un fenómeno mundial. La ciudadanía elige a los presidentes y al poco de echar a andar reduce su apoyo a esos presidentes. Yo solamente le quiero decir que este no es un fenómeno nuevo en Chile. El Gobierno anterior tuvo una caída muy fuerte en 2013 y 2014. Nosotros hemos tenido una recuperación, pero obviamente la ciudadanía chilena hoy día es mucho más exigente en su evaluación y valoración, es mucho más impaciente, quiere resultados aquí y ahora, es muy consciente de sus derechos, a veces no tanto de sus obligaciones y por tanto tenemos un examinador más exigente y menos benigno en sus evaluaciones. Pero esto es un fenómeno mundial. Yo lo invito a comparar el nivel de gobierno que tiene en Chile al nivel de gobierno que tiene en Argentina, Perú, Colombia, Brasil, España y, efectivamente, tenemos una ciudadanía más empoderada, más exigente, más impaciente, lo cual es bueno en la medida que sepamos conducir esa fuerza hacia algo positivo y no simplemente hacia un caos o un estancamiento.
Presidente, en el caso concreto de la vida interna, se le reprocha que en su anterior mandato usted no facilitara una transición a algún dirigente cercano a usted ideológicamente. Sin embargo, ahora parece que está usted obligado a que una de sus grandes herencias, a parte de la administración del país, sea que alguien ideológicamente cercano al presidente Piñera sea quien tome las riendas en su momento. ¿Usted tiene esa sensibilidad? ¿sabe que eso se le reprochaba?
Al presidente se le reprochan muchas cosas. A veces algunas justificadas, la mayoría no tan justificadas. Pero yo siento que el rol de un Gobierno es doble, por una parte hacer que el país avance, progrese, entregar un país mejor que el que recibió del Gobierno anterior. Y la segunda gran tarea, que es una aspiración de todos los presidentes, es entregarle el mando a una persona de su misma orientación política para que pueda continuar la obra. Durante nuestro primer Gobierno tuvimos resultados muy espectaculares. La economía chilena creció el 5,3%, creamos más de un millón de empleos, redujimos la delincuencia, mejoramos la calidad de los servicios públicos y muchas cosas más, pero efectivamente no pudimos entregarle el Gobierno a una persona de nuestras filas por muchas razones. Pero quiero decir que los cuatro candidatos que en algún momento representaron o quisieron representarnos fueron los cuatro ministros de Estado, o sea, todos los liderazgos de nuestro sector surgieron desde el propio Gobierno. Por distintas razones se pelearon entre ellos, algunos se enfermaron, tuvimos cuatro candidatos en los últimos cuatro meses y por tanto no logramos el segundo objetivo de traspasar el gobierno a una persona de nuestras filas. Pero sin duda el objetivo nuestro hoy día es doble: hacer un buen Gobierno para Chile y los chilenos, y entregarle la banda presidencial a una persona de nuestras filas. Estamos trabajando para ambos objetivos y yo espero que cumplamos ambos.
¿Y ya tiene claro qué persona va a ser?
Hay muchos y muy buenos candidatos. Por supuesto que algunos llevan la delantera, pero estamos todavía a dos años y medio de las próximas elecciones y usted sabe que, como muy bien dijo un primer ministro inglés, «en política, una semana es una eternidad».
A Chile le corresponde este año la presidencia pro tempore de Prosur y de la Alianza del Pacífico, será anfitrión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (de APEC), de COP 25, que es la cumbre del cambio climático, asiste por segunda vez consecutiva al G-20 a finales de junio, y al G-7 por primera vez en agosto. ¿Esta agenda tan intensa en Relaciones Exteriores es una de sus prioridades? ¿por qué hay tanto foco puesto en esto?
Chile es un país que tomó una decisión y un camino de abrirse e integrarse en el mundo. Hoy día Chile es uno de los países más abiertos y más integrados del mundo. Tenemos tratado de libre comercio con prácticamente todas las economías del mundo, Europa, EE.UU., China, Japón, Corea, India..., y por lo tanto, para nosotros, las relaciones internacionales son una parte muy importante de nuestra estrategia de desarrollo económico. Pero adicionalmente tenemos un fuerte compromiso con el multilateralismo y ciertos principios básicos que deben ordenar la situación mundial, como el respeto a la libertad y la democracia, los derechos humanos, la solución pacífica a las controversias, el tener una buena gobernanza para hacernos cargo de grandes desafíos que solo se pueden enfrentar en un contexto de gobiernos mundiales, como por ejemplo, el terrorismo o el cambio climático. Y por eso, para Chile, las relaciones internacionales siempre han sido muy importantes. Y para nosotros han sido una prioridad.
Por esa razón vamos a asistir por tercera vez invitados a una cumbre del G-20. Las dos veces anteriores me tocó a mí hacerlo, una en Los Cabos en México y otra en Buenos Aires, Argentina; y ahora, este fin de semana, partimos a una cumbre del G-20 en Osaka, Japón. Pero, adicionalmente, fuimos invitados por el presidente Macron a la cumbre G-7 que se va a producir en el mes de agosto en Francia. Y también vamos a ser sede de dos grandes encuentros internacionales, uno es APEC, y ahí nuestra misión es promover y defender el libre comercio, el comercio basado en reglas, el fortalecimiento de la organización mundial del comercio y tener en consecuencia una economía más integrada y enfrentar con mucha fuerza estos peligrosos síntomas de proteccionismo, de guerras tarifarias y de confrontación que estamos observando. Y también vamos a ser sede de la cumbre de COP-25, que es la cumbre mundial sobre el cambio climático y el principal objetivo va a ser lograr que los países hagan unos compromisos más ambiciosos y más exigibles que los que hicieron en la cumbre COP de París.
Y adicionalmente a eso queremos establecer, o poner en la mesa dos temas nuevos que no han sido tratados suficientemente en las cumbres de la COP, que es la protección de los océanos, porque los océanos son vitales para la vida del planeta, sin azul no hay verde, sin verde no hay vida. Y también proteger la Antártida, que es la gran reserva, es el continente blanco, es el continente del futuro, donde están las mayores reservas de agua, las mayores reservas de biodiversidad y que requiere un cuidado y una protección muy especial.
Y finalmente nos va a tocar asumir la presidencia de la Alianza del Pacífico, que nos tocó crear durante nuestro primer gobierno, en conjunto con México, Colombia, Perú y Chile y de Prosur, que es el foro que hemos creado los países democráticos de América del Sur, que también está siendo presidido por Chile.
Tenemos en consecuencia una agenda internacional muy ambiciosa, muy exigente, que en cierta forma refleja un reconocimiento al rol que juega Chile en el escenario internacional.
En esa línea, presidente, el problema que hay por la tensión entre EE.UU. y China tiene que ser también complicado para ustedes, porque son aliados de EE.UU., pero China juega un papel muy importante en su economía, es uno de los lugares al que más exportan ustedes: todo tipo de minerales, fruta, materias primas...
China es, de lejos, nuestro primer socio comercial y EE.UU. es el primer inversionista, y por tanto tenemos relaciones económicas y comerciales muy intensas con ambas potencias. En consecuencia, yo espero y confío en que esta guerra desatada en materia tarifaria y comercial termine pronto. Recuerdo perfectamente que en la última cumbre del G-20 en Buenos Aires se logró una especie de tregua que permitió tranquilizar las cosas y darse un plazo para que China y EE.UU. logren un acuerdo comercial que evite continuar por una senda que le hace daño a China, le hace daño a EE.UU. y le hace daño al mundo entero, y muy especialmente a un país tan integrado y abierto al mundo como es Chile. Por tanto, tengo esperanza en que en la cumbre del G-20 que se va a organizar la próxima semana en Osaka se logre un acuerdo entre China y EE.UU.
En las últimas semanas o meses he tenido la oportunidad de conversar largo estos temas directamente con el presidente Xi Jinping en China y con el presidente Trump en EE.UU. Y, sin prejuicio de que hay dificultades, siento que ambos tienen una genuina y voluntad de resolver los problemas y llegar a un acuerdo. Creo que la cumbre del G-20 en Osaka puede ser una magnífica oportunidad y, si eso se logra, va ser una gran noticia para China, EE.UU. y el mundo entero, y muy especialmente para Chile.
En esa línea, ¿cómo son las relaciones con España? Ya no me refiero a las políticas, sino a las comerciales, porque España es el segundo inversor en Chile.
España es para nosotros un país muy especial. En primer lugar, es la madre patria. Chile fue una colonia española y a propósito Chile fue la colonia más pobre de España en América Latina. Los españoles vinieron a buscar oro y plata, y en Chile no había ni oro ni plata. Y, sin embargo, se ha transformado en el país de mayor desarrollo económico y humano dentro de América Latina en base a la calidad de las instituciones, los acuerdos en materias fundamentales para la buena marcha de los países, el trabajo, el esfuerzo y el compromiso de los chilenos. Sin duda que con España tenemos una relación muy especial por esta relación madre-hija.
Si bien es cierto que la independencia fue un momento difícil, fue como un parto. Siempre los partos son dolorosos pero es necesario que las madres permitan a sus hijos nacer, ser libres, crecer y desarrollarse. Pero, además de eso, con España hemos tenido una relación muy privilegiada. España es el segundo mayor inversionista en Chile después de EE.UU., con una cifra que supera los 22.000 millones de dólares y está presente en sectores muy importantes de nuestro país, especialmente energía, agua potable, concesiones, carreteras. Y además tenemos un comercio con España muy importante. El 17% del comercio que tenemos con la Unión Europea es con España y por esa razón siempre hemos tenido una relación privilegiada con España.
Cuando estuvo acá el presidente Sánchez el año pasado buscamos camino para ir fortaleciendo y reforzando, y llegamos a acuerdos muy importantes para colaborar en materias como la revolución tecnológica, las tecnologías 5G y la ciberseguridad. Además, España siempre ha sido un aliado de Chile en las relaciones con la Unión Europea y en este instante nosotros estamos organizando un «upgrade», una modernización del acuerdo de libre comercio y de colaboración política y cultural con la UE, y ahí siempre hemos tenido en España un gran aliado, y eso también lo conversamos con el presidente Pedro Sánchez.
Adicionalmente, el próximo año se celebran los 500 años de lo que los españoles llaman el descubrimiento del estrecho de Magallanes. Pero los españoles piensan que cada vez que llegan a una parte, la están descubriendo. La verdad es que estaba descubierto mucho antes, y América también estaba descubierta mucho antes, pero, en fin, fue el primer europeo…
Eso también lo pensaban sus antepasados, los Piñera y los Echenique…
Cierto, lo pensaban igual. Yo, por mi padre, tengo un origen asturiano, y por mi madre tengo un origen vasco. Y por lo tanto vamos a conmemorar, a celebrar, los 500 años desde que el estrecho de Magallanes se descubrió para los europeos. Magallanes dio la primera vuelta al mundo, no completa, porque lo mataron en Filipinas, pero después lo culminó Juan Sebastián Elcano, que culminó esa gran proeza.
Además, tenemos una comunidad de valores y de principios con España que facilita todas las cosas. Tenemos un compromiso con la libertad, con la democracia, con el respeto a los derechos humanos, con el libre comercio, con el multilateralismo que hace fácil poder avanzar en una relación de mucha colaboración y de mucha visión de futuro.
Y finalmente con España tenemos también en cierta forma algunas historias compartidas, yo creo que la transición de la dictadura a la democracia, tanto en España como en Chile, fueron transiciones muy ejemplares. Normalmente las transiciones de gobiernos autoritarios a gobiernos democráticos son en medio de crisis política, caos económico, violencia social. Nada de eso ocurrió ni en España ni en Chile, porque fue una transición que yo llamo inteligente. Se produjo un acuerdo para hacer una transición que permitiera recuperar la democracia, las libertades y el respeto a los derechos humanos sin producir daño ni destrucción a los países. Y por tanto siempre hemos tenido estas coincidencias que también unen a España con Chile.
¿Y mantiene contacto con políticos españoles? ¿Ha hablado con alguno de ellos en los últimos días?
Mantengo contacto con muchos políticos españoles. Mantengo contacto con Pedro Sánchez, con José María Aznar, con Pablo Casado. Conozco a los líderes de los principales partidos políticos, de Podemos, del PSOE, del PP, de Ciudadanos. Al único que no conozco personalmente es al presidente de Vox.
¿Cómo recibió los resultados electorales en España?
No fue una sorpresa. En cierta forma existen muchas similitudes entre la política chilena y la española, pero yo creo que España lo que busca es un gobierno que le dé mayor estabilidad. La economía española ha pasado por tiempos muy difíciles, por una profunda crisis. Hubo más de seis millones de parados en España y hubo un largo periodo de estancamiento e incluso de recesión, y por tanto, yo creo que los españoles quieren lo mismo que queremos todos: estabilidad, progreso, crecimiento, mejores empleos, mejores salarios. Y eso es lo que España está buscando. Además, yo creo que es muy importante mantener la unidad de España. Y desde ese punto de vista espero que logren un acuerdo para enfrentar y resolver lo que se llama el caso de Cataluña.
¿Usted cómo afrontaría el problema de Cataluña?
Preservar la unidad del Estado español es fundamental, y por eso se podrán discutir mayores o menores grados de autonomía, pero España es una sola y yo creo que la unidad de España es parte de su fuerza, parte de su futuro.
Pero si tuviera una situación similar en Chile, ¿cómo abordaría usted esa situación?
Agotaría todos los medios para mantener la unidad del Estado de Chile. Cada caso es distinto. Pero yo creo que toda ambigüedad, falsas ilusiones respecto de que la unidad de España podría sacrificarse en aras de otro objetivo, le hace daño a España. Yo creo en la unidad española y por supuesto que cada una de las autonomías ha tenido regímenes especiales, como por ejemplo el País Vasco tiene un trato especial, y Navarra…
Ya que hablaba de estabilidad, el continente atraviesa importantes convulsiones políticas. Usted que ha tenido un papel bastante relevante en todo lo que está sucediendo en Venezuela, ¿cómo ve ahora mismo la situación allí? ¿qué soluciones cree que se pueden abordar en el medio plazo? ¿cómo ve a Juan Guaidó?
América Latina en general está pasando por tiempos difíciles. Veamos las cifras, que hablan con mucha elocuencia. Tenemos Argentina en una profunda recesión desde hace muchos meses, Brasil tuvo crecimiento negativo en el primer trimestre y es posible que lo repita en el segundo, y eso significa técnicamente recesión. Ecuador y Colombia han perdido gran parte de su capacidad de crecimiento. Venezuela es una tragedia y en este mundo difícil yo veo que Perú y Chile son los países que están enfrentando mejor estos tiempos difíciles.
Volviendo a Venezuela, fue en la década de los 90 el país más desarrollado y más rico de toda América Latina, y hoy día está muy cerca de ser el más pobre de América Latina, y eso es producto de malos gobiernos, malas políticas. Por eso estoy convencido de que en Venezuela no solamente hay una dictadura, hay una dictadura corrupta e incompetente que ha conducido a su país a una crisis total. Crisis política porque no hay democracia, no hay libertad de expresión, hay presos políticos, no hay respeto por los derechos humanos. Crisis económica porque hoy en día el producto bruto de Venezuela es cerca de un tercio de lo que llegó a ser en la década de los 90. ¿Qué país puede reducirse a la tercera parte por malas políticas públicas? Hay una crisis humanitaria, literalmente muchas personas se están muriendo de hambre por falta de alimentos o por falta de medicamentos, y todo eso es responsabilidad de una dictadura corrupta e incompetente.
Por eso yo creo que el camino de Venezuela es terminar con esa dictadura, tener un gobierno de transición y llamar a elecciones libres, transparentes y democráticas y poder recuperar el tiempo perdido y ponerse nuevamente en la senda del progreso y el desarrollo. Eso es lo que Chile promueve, defiende y busca en conjunto con un grupo de países que nos hemos agrupado en lo que se llama el Grupo de Lima. Y últimamente hemos buscado también contactos y coincidencias con los países europeos que están agrupados en lo que se llama el Grupo de Contacto.
Presidente, en esa línea hay muchos venezolanos en Chile, casi 400.000, lo que abre un debate que se da también en España y en la Unión Europea sobre la inmigración. Hay una corriente de opinión pública aquí en Chile que puede ser un caldo de cultivo para un partido más a la derecha, que es lo que plantea Vox en España, el rechazo a la inmigración desordenada, a que vengan haitianos, dominicanos, etc. ¿Le preocupa cómo enfrenta el problema de la inmigración? En el caso de Venezuela, si se recupera, a lo mejor vuelven todos para allá. Es la suerte que tiene un país tan rico, pero no así otros países.
De hecho, en los últimos cinco o seis años, cuatro millones de venezolanos han emigrado y las estimaciones de la OEA y de Naciones Unidas y de algunos organismos tanto públicos como privados estiman que si la situación se mantiene en los próximo dos años podrían emigrar otros cuatro millones. Los principales receptores de esa emigración han sido los países de América Latina, en particular Colombia, Ecuador, Perú, Brasil y Argentina.
Ahora, Chile siempre ha sido un país abierto y acogedor con la migración. Es parte de nuestra historia. De hecho, Chile se formó de emigraciones, partiendo por los españoles y con los alemanes, los palestinos, en distintas etapas. Creemos que Chile debe seguir siendo un país abierto y acogedor con la inmigración, pero queremos una inmigración ordenada, regulada y segura. Por eso somos grandes partidarios de permitir y facilitar la inmigración legal de aquellos que vienen a Chile cumpliendo nuestras leyes, a integrarse en nuestra sociedad, a aportar al desarrollo de Chile, y queremos tener fronteras cerradas para los que vienen a causarnos daño, por de pronto los que ingresan sin respetar nuestras leyes, de forma ilegal, los que tienen antecedente delictivos en sus países de origen, o los que cometen graves delitos en nuestro propio país.
Por tanto, la pregunta no es si queremos o no queremos ser un país abierto a la inmigración. Sí queremos serlo, pero queremos ser abiertos con la inmigración que le hace bien a Chile y ser cerrados con la inmigración que le hace daño a Chile. Esa es la política que está impulsando nuestro gobierno y por eso hemos presentado una ley para modernizar nuestra legislación migratoria que data de hace muchas décadas y que está obsoleta.
¿Qué posibles escenarios se hablan en Venezuela? ¿Ve alguna solución factible?
Mire, Venezuela es una dictadura corrupta e incompetente, que ha condenado a su pueblo al hambre, a la miseria, que no respeta los derechos básicos como las libertades, los derechos humanos, la libertad de expresión, que tiene el repudio de la mayoría inmensa de los venezolanos, que ha condenado a su país a una crisis total, humanitaria y que además cuenta también con el rechazo de las principales democracias del mundo. Tiene sus días contados. Y por eso espero que los tiempos del dictador Maduro se terminen, y pronto pueda producirse un gobierno de transición que llame a elecciones libres, limpias, democráticas.
¿Y cree que puede haber solución sin violencia? Porque ellos no parece que hayan cedido hasta ahora a la presión popular ni a las presiones exteriores…
Las dictaduras nunca ceden libre y voluntariamente el poder. Hay que quitárselo, arrebatárselo. Y eso no es fácil. Y toma tiempo. Hoy día Venezuela, desde el punto de vista de su cercanía, con recuperar su democracia ha dado grandes pasos adelante. Hoy ya tenemos la oposición democrática de Venezuela más unida que nunca, una opinión pública completamente comprometida con hacer lo que sea necesario para lograr deshacerse de una dictadura corrupta e incompetente. Tenemos una comunidad internacional mucho más consciente y más comprometida con la causa democrática venezolana.
Terminar con una dictadura nunca ha sido fácil, pero creo que están dadas las condiciones básicas para que Venezuela se reencuentre con su forma natural de vida, que es la democracia, que son las libertades, que es el respeto a los derechos humanos y para eso estamos comprometidos y trabajando la inmensa mayoría de los países democráticos del mundo, incluyendo España, que ha reconocido al presidente Guaidó como el legítimo presidente de Venezuela. Al igual que Chile.
¿Cómo juzga usted el papel del presidente mexicano, López Obrador, o del uruguayo, Tabaré Vázquez, que no mantienen la línea del Grupo de Lima?
Efectivamente, Bolivia, Uruguay y México han tomado una línea distinta a la de la mayoría de los países de América del Sur, pero países como Brasil, Argentina, Paraguay, Chile, Perú, Ecuador y Colombia, que somos parte del Grupo de Lima, estamos totalmente convencidos, y comprometidos, de que la única solución para Venezuela y para terminar con la tragedia venezolana es terminar con la usurpación de una dictadura corrupta e incompetente, crear un gobierno de transición y llamar a elecciones libres. Yo espero que esa conjunción de fuerzas internas en Venezuela, que es el anhelo y el compromiso de la inmensa mayoría del pueblo venezolano por recuperar su libertad y su democracia, más el apoyo de la comunidad internacional, va a ser más fuerte que una dictadura tan corrupta como la que encabeza Maduro.
El hecho de que haya triunfado López Obrador en México, la presidencia de Evo Morales en Bolivia, en definitiva, el triunfo de los movimientos populistas –incluso se han instalado en la Casa Blanca, decía Vargas Llosa en una entrevista que publicaba «El Mercurio»– ¿le teme al populismo en el país que precisamente dice usted es el más serio, el más riguroso de Latinoamérica, como es Chile? Por la derecha y por la izquierda.
Ningún país está inmune ni protegido ante el populismo. Y ahí está la principal responsabilidad de los líderes políticos, de poner por delante los intereses del país, de ser capaces de tener una cultura de diálogo, de búsqueda de acuerdos para enfrentar y resolver los problemas que afectan a su población. De tener la capacidad también de mirar hacia el futuro y prepararse para los grandes cambios que vienen por la revolución tecnológica, la sociedad del conocimiento de la información. Cuando las clases políticas democráticamente elegidas fallan, no cumplen su labor y en lugar de preocuparse de hacer que los países avancen se enfrascan en las luchas fratricidas entre ellas mismas, entonces están creando los espacios, cultivando y potenciando la aparición de populismos, y por eso el mejor antídoto contra el populismo es que los gobernantes y los líderes políticos democráticamente elegidos asuman en plenitud las responsabilidades que tienen con sus países y con su pueblo.
Usted ha hablado del cambio tecnológico, del cambio climático. Y es muy notable la preocupación que este gobierno tiene sobre el papel de la mujer. Es llamativo que un gobierno de centro-derecha tenga tanta sensibilidad al respecto, ¿no?
Desde el primer día nosotros nos hicimos cargo de grandes urgencias que había en nuestro país y que habían sido postergadas durante demasiado tiempo. Por ejemplo, poner orden en nuestra casa en materia de migración. Por ejemplo, poner a los niños como la principal prioridad del gobierno. Como por ejemplo poner a Chile en marcha y recuperar la capacidad de crecimiento, de creación de empleo, de inversión, de productividad, que habíamos perdido. Y también hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance con voluntad y urgencia para que Chile sea una sociedad en que hombres y mujeres tengamos igualdad de dignidad, de derechos, de oportunidades y de deberes. Y ese compromiso no es una causa de las mujeres solamente, es una causa de todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Ese es un mundo mejor para hombres y para mujeres, y estoy convencido de que si queremos legar el mejor país a nuestros hijos tenemos que avanzar muy rápidamente en esa plena igualdad de derechos y oportunidades, y por tanto ya hemos eliminado todas las discriminaciones legales que existían en nuestra legislación, que es la parte más fácil. Lo más difícil, y estamos también empeñados en eso, es terminar con los prejuicios y las discriminaciones culturales. Y esa es una tarea muy desafiante, pero muy necesaria.
En esa línea de inquietudes y de conflictos, ¿cómo se puede resolver el problema étnico identitario con los mapuches? ¿qué grado de preocupación tiene con este problema?
Gran preocupación. En Chile tenemos más o menos 1,2 millones de chilenos que se reconocen parte de nuestros pueblos originarios. El principal de ellos es el pueblo mapuche, del cual Alonso de Ercilla en su maravillosa «La Araucana» escribía lo siguiente, refiriéndose a Chile y a su pueblo: «La gente que lo habita es tan granada, tan altiva, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida ni a dominio extranjero sometida». Porque los españoles nunca pudieron derrotar al pueblo mapuche, a diferencia de lo que ocurrió en la mayoría de los demás pueblos de América Latina.
Nosotros tenemos una plena consciencia de que ahí tenemos un tema pendiente y por lo tanto desde el comienzo de nuestro gobierno lanzamos el Plan Paz y Desarrollo en la Araucanía, que tiene tres pilares: el primero es un gran impulso económico y social para que recupere el tiempo perdido, para que cierre las brechas, porque esa es una región de mayor pobreza, de menor infraestructuras, de peores calidades de servicios públicos. Lo segundo es reconocer, valorar, apreciar, promover la cultura, el idioma, la cosmovisión, las tradiciones de nuestros pueblos originales. Y lo tercero, combatir la violencia terrorista de pequeños grupos minoritarios que le causan un tremendo daño a la inmensa mayoría de esa región y muy especialmente a los miembros de los pueblos originarios, porque obviamente esa violencia desincentiva la inversión y el progreso. En esos tres frentes hemos estado comprometidos desde el primer día y eso se llama el Plan de Paz y Desarrollo en la Araucanía.
Una pregunta personal. Me cuentan que de 50 dólares de gasto del Estado para arriba del Estado lo controla usted personalmente...
Es un mito, pero sí tengo una plena conciencia de que hay que administrar el dinero de todos los chilenos con el mismo o mayor cuidado con que uno administra el dinero propio, y me molesta el abuso, el derroche, el desperdicio de recursos públicos, porque tenemos tantas necesidades -mejorar las pensiones, mejorar la calidad de la salud, mejorar la calidad de la educación, hacernos cargo de los déficit de infraestructuras, enfrentar los desafíos del futuro, invertir en nuevas tecnologías…- que me molesta profundamente cuando hay abuso, cuando hay derroche, cuando hay despilfarro y cuando hay corrupción con recursos públicos. Y efectivamente, me preocupo muy personalmente de evitar que eso ocurra.
¿Hay niveles de corrupción como para estar preocupados en Chile?
Chile ha tenido una larga y hermosa tradición de probidad y de honestidad en el servicio público, pero, al igual como no estamos vacunados ni inmunizados frente al populismo, tampoco estamos inmunizados ni libres de corrupción, y por eso en los últimos tiempos hemos tenido síntomas preocupantes en muchos frentes distintos que han afectado a nuestras principales instituciones. Por eso creo que Chile tiene que despertar y darse cuenta de que no está inmune y que tiene que reaccionar. Por eso hemos impulsado una poderosa agenda de probidad y transparencia públicas, porque las personas no se comportan igual cuando están bajo la luz del sol y del escrutinio público que cuando están en la oscuridad de un túnel o bajo la protección del anonimato. Siempre he dicho que la transparencia es un gran antídoto para prevenir actos de corrupción. Y para cuando ocurran, descubrirlos y sancionarlos, porque no hay mejor policía que el alumbrado público y no hay mejor desinfectante que la luz solar.
Por volver al capítulo de desarrollo tecnológico que antes ha comentado, es muy interesante por la relación especial con China, ¿va a ser Huawei una empresa estratégica en el desarrollo del 5G?
Chile y todos los países de América Latina llegamos tarde a la revolución industrial y por eso seguimos siendo subdesarrollados, pero es que América Latina lo ha tenido todo: un territorio vasto, grande, generoso, recursos naturales abundantes, no hemos tenido las dos grandes guerras mundiales que casi destruyen Europa, no hemos tenido los conflictos raciales que han provocado tanto daño en el Medio Oriente o en África, no hemos tenido los conflictos religiosos que tanto daño causaron en países como Irlanda y también en países del Medio Oriente. Y a pesar de todo esto, seguimos siendo un continente subdesarrollado, con un tercio de su población viviendo en condiciones de pobreza. Por eso siento que la gran misión de nuestra generación es conquistar el desarrollo y derrotar la pobreza. Por esa razón estoy convencido de que Chile tiene que recuperar el tiempo perdido y ponerse a tono con el mundo que viene, que es el mundo de la revolución tecnológica, de la sociedad del conocimiento y de la información, que va a cambiar todo, va a cambiar la forma en que trabajamos, nos informamos, nos entretenemos, nos comunicamos, producimos. Y por eso estamos haciendo un enorme esfuerzo en Chile por crear las bases que nos permitan ser ciudadanos de primera clase en esta revolución tecnológica.
Por ejemplo, estamos construyendo una red digital que va a unir Chile de un extremo al otro, acabamos de inaugurar la red digital Austral, que nos permitió unir Chile continental, Puerto Montt, con las dos regiones del Sur, Aisén y Magallanes. Estamos construyendo una red digital de más de 10.000 kilómetros que va a unir Chile de norte a sur, pero también con ramales para poder llegar a todos los pueblos y todas las comunidades. Vamos a ser uno de los primeros países en incorporarnos a la tecnología 5G, que es la puerta de entrada para cosas tan importantes como el internet de las cosas, y vamos a hacer una licitación pública para ver quién es el mejor proveedor de estas tecnologías 5G. Estamos conversando con países como Nueva Zelanda para establecer una especie de mecanismo de «screening», o sea un sistema que nos permita proteger la soberanía, la privacidad de los datos, y lo que tenemos que proteger. Y en virtud de esas reglas del juego, vamos a hacer una licitación pública, abierta y transparente donde por supuesto Huawei va a poder participar, pero no va a ser la única. Ya tenemos propuestas de China, de Japón, de Corea, de Europa, de Estados Unidos. Y esperamos poder hacer muy pronto esa licitación internacional para que Chile entre al mundo de la tecnología 4.0.
¿Qué plazos manejan para el despliegue de la fibra óptica?
El despliegue de la fibra óptica está en plena marcha.
Me refiero a la fibra óptica submarina. Había un proyecto para conectar Chile con Asia…
Además de la conexión interna, Chile tiene buenas conexiones con EE.UU. y con Europa, pero no tenemos, ningún país de América Latina tiene, una buena conexión con Asia. Por eso Chile está impulsando la fibra óptica submarina que va a unir no solamente a Chile, sino que estamos conversando esto con Argentina y con Brasil, con el mundo de Asia. Ese proyecto lo pusimos en marcha durante el año pasado y estamos muy próximos, estamos terminando los estudios, y vamos a hacer también una licitación internacional que nos permita tener ese cable submarino de fibra óptica, que termine la conexión de Chile con el mundo.
¿El papel de Telefónica en Chile va a ser destacado?
Telefónica es un gran jugador en el mundo de las telecomunicaciones en Chile. Junto con otras empresas como Claro o Entel, juega un rol muy importante en todo el sistema de telecomunicaciones. Y por supuesto que Telefónica, si le interesa, podrá participar también en estas licitaciones de las cuales hemos estado hablando.
Antes hablamos de las empresas españolas, de Ferrovial, del gran papel que juega Enagás, las concesionarias… Pero nos interesaba el potencial que tiene España en sus relaciones económicas y empresariales con Chile. ¿Pasa a un segundo nivel? En definitiva, da la impresión de que la apuesta es el Pacífico y Asia, y digamos que el Atlántico tiene menos interés.
España, por todas estas razones de cercanía, de valores, de principios culturales e incluso de origen ha jugado un rol muy importante en Chile. España es el segundo mayor inversionista en Chile después de EE.UU. y está en sectores muy estratégicos para nuestro país: concesiones, infraestructuras, telecomunicaciones, servicios públicos. Y naturalmente que España está invitada a participar en este nuevo salto adelante que va a dar nuestro país para incorporarse en plenitud a esta sociedad del conocimiento y de la información.
Pero evidentemente que, hoy día, el mundo de Asia está surgiendo con una fuerza tremenda, no solamente como una fábrica de productos económicos para el mundo entero, sino también como un gran mercado. Chile tiene superávit comercial con China. Y por tanto, no solamente es un gran proveedor de bienes y servicios, es un gran mercado, vendemos bienes y servicios chilenos, fruta, pescado, cobre, madera y productos industriales. Por lo tanto, sí que ha surgido un competidor formidable y mucha gente piensa que el mundo de Asia va a ser un formidable competidor en materia de las tecnologías del siglo XXI. Tal vez eso explica en parte por qué se ha desatado esa guerra tarifaria y tecnológica entre EE.UU. y China.
A día de hoy ¿es China ya su principal aliado en progreso tecnológico?
No, todavía. Pero sin duda uno ve el potencial. Acabo de estar en China y me reuní con las principales empresas de tecnología, no solamente en Pekín, sino también en Shenzhen, una ciudad que era un poblado de pescadores 30 años atrás y que hoy día compite de igual a igual con Silicon Valley. Es muy curioso, yo escuché el discurso del presidente chino, Xi Jinping, cuando inauguró la franja y la ruta que ya había anticipado en la reunión de Davos y China, y qué defendía: el libre comercio, la eliminación de los subsidios, la protección de la propiedad intelectual y el fortalecimiento de la ley del comercio. Luego me tocó comer con el presidente Xi Jinping y le pregunté esto mismo y en cierta forma me dijo que antes China era un gran comprador de tecnología, aunque a veces EE.UU. le acusa de ser un copiador de tecnología, por ponerlo de forma benigna. Pero China va a ser un gran proveedor de tecnología y por tanto China pasó a una segunda etapa, por eso hoy día está tan interesada en proteger la propiedad intelectual. El año pasado el país que más patentes registró fue China, no EE.UU., y por tanto el mundo ha cambiado demasiado rápido y China va a ser un gran jugador en el mundo de las tecnologías del futuro.
¿Por qué cree que esta situación se puede arreglar en el G-20? ¿Qué le lleva a pensar eso?
Porque tanto China como EE.UU. saben que se están causando daño mutuamente y que ese camino no tiene salida. Esto empezó hace unos ocho o nueve meses, tuvo una tregua en diciembre del año pasado en la reunión del G-20 en Buenos Aires y después se volvió a esa tregua de tres meses y se desató nuevamente la guerra comercial. El sentido común, la lógica, indica que para EE.UU y China un acuerdo es mucho mejor que continuar con esta guerra absurda en el siglo XXI, porque la solución de los países no es cerrarse ni entrar en guerras tarifarias. De hecho, ningún país puede protegerse con tarifas. Si un país pudiera protegerse con tarifas, todos los países elevarían las tarifas a infinito, a lo más que puede proteger un sector, a costa de desproteger a otros, y el efecto neto para el país sería negativo. Si a eso le agregamos que uno no está solo en el mundo y los otros países reaccionan con represalias, el resultado final es que los dos países quedan mucho peor que cuando empezaron. Simplemente confiando en la inteligencia, el buen criterio y el sentido común, confío en que EE.UU. y China encuentren un camino que permita un acuerdo que resuelva estos problemas. Además, es lo que han manifestado últimamente. Tanto el presidente Xi Jinping como el presidente Trump han dado muestras de optimismo de que están cerca de una solución. Y qué mejor oportunidad que la reunión del G-20, donde están las veinte potencias más grandes del mundo.
No querría terminar, presidente, sin que llevásemos un mensaje de cara a la relación Chile-España con motivo de la presencia de los Reyes el año que viene, y sobre todo el 500 aniversario del gran acontecimiento que supone que una nave confirme la circunnavegación…
Algunos piensan que los vikingos, o que los chinos ya habían dado la vuelta al mundo, pero en fin…
No está demostrado.
Por eso quiero decir que la relación de Chile con España, la que tenemos y la que queremos tener, es una relación absolutamente privilegiada, porque tenemos una relación histórica. España es nuestra madre patria, nosotros en algún tiempo fuimos colonia de España y eso marca. Y después de la independencia, que como le decía es como un parto, y como todos los partos, son dolorosos y a veces sangrientos, la relación entre Chile y España ha sido formidable. En segundo lugar, porque tenemos una comunidad de valores, de principios, de formas de enfrentar la vida y enfrentar el mundo. En tercer lugar, porque España ha sido un gran amigo y un gran aliado de Chile, y cada vez que hemos pedido que colabore por ejemplo en nuestra mayor integración con la Unión Europea, ha estado siempre dispuesta y ha prestado siempre una ayuda generosa y eficaz. Además, porque tenemos una enorme inversión española en Chile y por tanto muchos lazos comerciales y de inversión.
Pero sobre todo porque tenemos una visión compartida de cómo enfrentar los grandes problemas, los grandes desafíos del futuro. Por todo eso yo espero que con el presidente Sánchez podamos escribir las páginas más inspiradoras, más luminosas de la relación entre Chile y España, y esto se va a ver corroborado con la visita de los Reyes de España, que han anticipado su viaje para conmemorar los 500 años desde que un gran español como Fernando de Magallanes –algunos dicen que no era español-, o el que terminó la vuelta al mundo, Juan Sebastián Elcano, ese sí que era español, y que vengan los reyes de España, va a ser una gran ocasión para consolidar esta amistad, que se basa no solamente en una historia compartida, sino en un futuro compartido.
TODOS LO SABEMOS PERO ¿QUÉ HACER?
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