Las ventajas de tener callos en los pies.
Un estudio realizado a 103 personas en Kenia y EE UU ha evaluado los efectos de las callosidades de gran espesor.
Llevar zapatos es una práctica humana más antigua de lo que la gente piensa: en el antiguo Egipto ya se usaban sandalias hechas con palma o papiro. Pero antes de llevar calzado, los callos sirvieron de protección en superficies incómodas o resbaladizas.
Un estudio publicado este miércoles en la revista Nature ha descubierto que tener callos gruesos ofrece una protección similar a la de la mayoría de los zapatos que se utilizan actualmente.
El análisis ha determinado también que los callos, que son de mayor volumen y dureza en las personas que suelen caminar descalzas que en las que llevan zapatos, no alteran la sensibilidad de los nervios en las plantas de los pies, a diferencia de lo que suele creerse. Para Víctor Alfaro, podólogo del primer equipo del Real Madrid y director de Podoactiva, la sensibilidad en el pie tiene dos misiones fundamentales: “Por un lado, protegernos de posibles agentes lesivos: una superficie demasiado caliente, un objeto punzante. Por otro, captar la información para mantener nuestra postura. Si la sensibilidad se ve afectada, hay que tener especial cuidado ya que podemos generar lesiones en el pie con más facilidad”.
En esta investigación, realizada por paleontólogos y antropólogos de la Universidad de Harvard y científicos de la de Chemnitz (Alemania), han participado 103 personas. Entre ellas, 82 kenianos y 22 estadounidenses, de los cuales la mitad usa zapatos regularmente y la otra mitad camina descalzo. Estos sujetos se han sometido a exámenes sensoriales de la planta del pie, así como a mediciones de las propiedades mecánicas de la misma y del grosor de los callos.
Las callosidades son áreas engrosadas de la capa externa de la epidermis que normalmente se forma en humanos y otros animales cuando la piel está expuesta a diferentes roces
Uno de los autores de este análisis, Daniel E. Lieberman, realizó hace nueve años un importante estudio sobre correr descalzo que recibió mucha atención y se preguntó por qué nadie estudiaba el hábito de caminar sin zapatos. “Disfruto andando descalzo y en una ocasión tuve la impresión de que a pesar de que mis callos se habían hecho más gruesos, todavía podía sentir el suelo. Quería probar esto y entender el cómo y el porqué”, narra.
Lieberman, sin embargo, explica que con el estudio no quieren decir que tener callos sea bueno: “Los zapatos protegen más el pie, pero los callos nos permiten sentir mejor el mundo. Así que si regularmente andas descalzo, como solían hacer nuestros ancestros, sí es bueno tener callos”, concluye el paleontólogo.
Alfaro, por otro lado, explica que el callo es la respuesta de la piel a una zona de presión y que cuando hay demasiadas capas “aumenta la presión y se genera dolor. Ese estímulo hace que modifiques tu forma de pisar para no meter más presión y que el dolor te anime a pedir cita en tu podólogo para solucionarlo”.
Este estudio ha sido el primero que ha medido el grosor de los callos plantares y sus efectos, y Lieberman espera que se siga investigando, ya que existen hipótesis que dicen que es posible que los zapatos "puedan causar problemas a lo largo de millones de pasos", zanja.
SI ES POSIBLE PERO ANTIEST-ETICO.
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