«Algo mal estamos haciendo con nuestros mayores cuando su índice de suicidio se ha disparado»
El 80 por ciento de estas muertes violentas cometidas en Castilla y León se produjeron entre los 40 y los 80 años, siendo la cifra más alarmante la de los mayores de 65
El Colegio de Psicología de Castilla y León organiza un ciclo de charlas para ayudar a familiares y profesionales a detectar y prevenir esta lacra del siglo XXI.
En Castilla y León se produjeron en el año 2017 -últimas cifras que tiene el Instituto Nacional de Estadística- más de 200 suicidios, dato que en España llega hasta los 3.700 y que podría haber sido más grave, ya que los expertos estiman que los intentos fallidos alcanzan los 8.000 casos. Sin embargo, pese a estas escalofriantes cifras esta lacra sigue siendo silenciada y la sociedad no está concienciada «para nada» del problema. Lo cree así el decano del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León, Jaime Gutiérrez, quien sigue viendo cómo en pleno siglo XXI las familias que han padecido este dramático episodio «intentan enmascararlo por el estigma que supone».
Mostrar las herramientas existentes para prevenir el suicidio es lo que pretende el ciclo de charlas que durante los meses de abril y mayo está celebrando por toda Castilla y León el Colegio de Psicología, y que este viernes 3 de mayo recala en Valladolid -19.00 horas, en la Biblioteca de Castilla y León-. Denuncia Jaime Gutiérrez que a día de hoy no existen los medios suficientes para evitar esta lacra y urge la puesta en marcha de un Plan Nacional de Prevención contra el Suicido, un proyecto que avanzaba con el PP en el Gobierno y que quedó paralizado con el nombramiento de María Luisa Carcedo al frente del departamento ministerial. «Es imprescindible», insiste Jaime Gutiérrez, que subraya la importancia de que las personas con intenciones suicidas sean atendidos por profesionales de la psicología ante los primeros síntomas: «Es la fórmula para atajar esta lacra».
Atención Primaria
Algo que de momento se torna un poco complicado ante la inexistencia de psicólogos en Atención Primaria. «Ahora mismo quien está afrontando el problema es básicamente el médico de familia», recuerda este profesional, que también echa en falta la figura de este profesional tanto en las residencias de mayores como en los colegios, donde cree que este problema tampoco se aborda de forma «adecuada», ya que los departamentos de orientación escolar «están diseñados, lógicamente, para que se cumplan los planes curriculares y no para abordar de forma directa este problema ni su diagnóstico». «Se nos están escapando vidas porque no hay el personal que debería haber en los centros educativos», sentencia, y recuerda que las nuevas tecnologías no influyen sólo en prácticas como el ciberacoso sino en «tendencias» retan a los menores a autolesionarse -y recuerda el macabro reto de la «ballena azul»-.
No obstante, insiste en que la cifra «más alarmante» no es la de los menores, sino la de las personas mayores de 65 años: «Algo mal estamos haciendo con nuestros mayores», reflexiona el presidente del Colegio de Psicología, órgano desde el cual siempre se ha insistido en la importancia de la presencia de psicólogos en las residencias de mayores, «sobre todo cuando se supera cierto número».
En este sentido, destaca también las necesarias «acciones» relativas a la prevención de la soledad: «El 70 por ciento de las mujeres mayores de 80 años viven solas en sus casas y la soledad es un riesgo bastante alto frente al suicidio».
«El suicidio no se hereda pero sí se aprende», sentencia también este psicólogo, alertando del riesgo que también padece familias que han vivido esta situación «desesperada»: «Personas que han tenido un familiar que se ha suicidado en el pasado pueden llegar a la conclusión de que para dejar de sufrir el suicidio es la fórmula». Además, añade que en la mayoría de casos son «escasos» las señales de detección, «a veces ninguno»: «Hay quienes lo intentan sin dar ningún tipo de aviso y esto para las familias es demoledor». Otras veces, sí que hay ciertas señales, y aprender a identificarlas es lo que también pretenden con este ciclo de charlas: «Hay veces que de alguna manera sí lo comunican, lo que ocurre es que no de una forma clara». Los signos de alerta tanto para los profesionales como para los familiares se centra en los cambios de comportamiento -ya sean bruscos o paulatinos o en el aspecto físico-, así como problemas en su trabajo, incapacidad para gestionar sus emociones o verbalización de su angustia ante la vida.
Ante estos casos, lo fundamental es «buscar ayuda», y aunque insiste en que los medios son escasos, desde el Colegio de Psicología ofrecen «un grupo de profesionales bien formados y especializados», así como un programa específico.
Y DADA LA HUMANIDAD EXITENTE, IRÁ A MÁS,Y BIEN QUE LO CALLAN LAS AUTORIDADES Y SERVICOS SOCIALES.
Me pregunto donde obtuvo la fotografía con la que ilustra su artículo
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