miércoles, 2 de enero de 2019

VOX LLEGÓ PARA QUEDARSE.


La irrupción de Vox da una amplia mayoría al centroderecha.

Un nuevo actor irrumpe en la escena política y trastoca la función. Nada es lo que parecía, el argumento se disloca y el epílogo ya no es predecible. Se trata de Vox. La derecha radical entraría hoy en el Congreso con una fuerza arrolladora: el 13% del voto y entre 43 y 45 escaños. Su aparición rompe todos los moldes conocidos esbozando para España un horizonte político muy similar al que ha adelantado Andalucía.
Los comicios los ganaría el PSOE con un 22,6% de los votos, prácticamente el mismo resultado que obtuvo en las elecciones de 2016. Los socialistas se beneficiarían del descalabro que registran PP y Podemos y del nuevo reparto de restos que ello implica, hasta el punto de que aumentarían entre siete y 11 sus escaños hasta ocupar entre 92 y 96. No obstante, el porcentaje que lograrían, calcado casi milimétricamente al de hace dos años, demuestra que el sanchismo no ha sabido aumentar su base electoral pese a contar con la ventaja que proporciona el altavoz de la Moncloa.
Sería pues una victoria pírrica porque no bastaría en ningún caso para abrirle a Sánchez de nuevo la puerta de la Presidencia. Ni siquiera reeditando las alianzas con Podemos, nacionalistas y secesionistas que hicieron triunfar la moción de censura. Este bloque podría sumar un máximo de 167 escaños que representarían al 44,2% de los votantes.
El tablero se inclinaría, como en Andalucía, del lado de la derecha. Sólo la suma de fuerzas entre PP, Ciudadanos y Vox ofrecería una mayoría amplia, que incluso podría ser arrolladora si se tienen en cuenta los valores más altos de la pinza de escaños que les pronostica la encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO. Esta combinación de partidos podría sumar entre 179 y 189 diputados, holgadamente por encima de los 176 que marcan la mayoría absoluta. Juntos representarían al 50,9% de los electores.
Existe otra fórmula de Gobierno posible, pero a la vista de la guerra que enfrenta a los principales partidos, es muy improbable. Sería un remedo de gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos. Un gran bloque que marginaría a los extremos y los nacionalismos.
El sondeo dibuja un Parlamento más fragmentado aún que el actual, con los tres primeros partidos -PSOE, PP y Cs- a muy corta distancia unos de otros. Especialmente es mínima la diferencia entre populares y naranjas. Apenas cuatro décimas en porcentaje y entre cuatro y ocho escaños de margen a favor de los primeros. Una pequeña sacudida bastaría para propiciar el sorpasso de Rivera sobre Casado. Más aún, una mínima onda expansiva fruto de alguno de los impactantes acontecimientos que salpican la política española o incluso de los rifirrafes propios de una campaña electoral podría trastocar sustancialmente las previsiones de cosecha de escaños de unos y otros. No cabe pues perder de vista nada de lo que suceda en relación con el desafío secesionista catalán, pendiente de un proceso judicial inminente, y que hasta la fecha ha tenido capacidad sobrada de contaminación de toda la vida pública.
Además de la llegada de Vox, si hay un dato reseñable en el sondeo, ése es el batacazo estratosférico del PP. Su pérdida es espectacular. Podría decirse que la derecha, que hasta ahora y durante décadas han representado los populares, se escinde para dar a luz una nueva fuerza, la liderada por Santiago Abascal.
El PP pasaría del 33% del voto que logró, con Rajoy al frente, en las elecciones de 2016 a sólo el 19,2% si se abrieran hoy las urnas. Su representación en el Congreso sufriría como ninguna otra porque perdería casi la mitad de sus escaños. Frente a los 137 de la actualidad a disponer sólo entre 70 y 74. Se dejaría pues entre 63 y 67 diputados que, en su mayoría, se repartirían entre Vox y Ciudadanos.
Los populares parecen así ser víctimas de una pinza que les desangra por la izquierda y por la derecha y con la que inevitablemente tendrán que convivir si quieren seguir jugando en la liga del poder. Sin embargo, es dudoso que una hipotética alianza con Cs y Vox les reservara la Presidencia del Gobierno. El partido naranja sin duda pujaría fuerte para situar en La Moncloa a su líder porque la formación de Rivera, al contrario que la de Casado, mantiene una firme carrera ascendente.
Ciudadanos conseguiría atraer a casi un 6% de votantes más que hace dos años y ello le supondría dar un salto olímpico en el Congreso duplicando cómodamente el espacio que ahora ocupa. Así, con el 18,8% de los votos pasaría de sus 32 escaños de hoy a contar con entre 66 y 70. De esta forma, los naranjas pasarían a ser la tercera fuerza de la Cámara y a sólo un paso de arrebatarle a los populares la segunda posición.
Además, dejarían muy atrás a Unidos Podemos, el otro partido que junto con el PP más sufriría en las urnas, llegando a perder hasta el 30% de sus representantes. La formación morada conseguiría el 15,8% de las papeletas, más de cinco puntos menos que en 2016, y con ello su grupo parlamentario se quedaría con entre 45 y 47 diputados frente a los 71 actuales.
El batacazo de Podemos sin embargo no tiene como principal beneficiario al PSOE como cabría imaginar. O al menos no como único beneficiario. Como hipótesis cabría aventurar que una parte de sus electores, decepcionados, se dirija a la abstención o incluso pase a engordar el otro extremo del arco parlamentario siguiendo un recorrido similar al que han realizado los votantes de extrema izquierda en países europeos vecinos, como es el caso de Francia.
Entre las fuerzas minoritarias sólo cabe reseñar el vuelco de votos en el bloque independentista catalán. Gana ERC, pierde el PDeCAT. Los republicanos catalanes sacan buen rédito de las tensiones internas y el inacabable baile de siglas que padece la fuerza heredera de la antigua CiU, dividida entre moderados y radicales y teledirigida desde Waterloo por el fugado Carles Puigdemont.
ERC, liderada en el Congreso por Joan Tardà, vería aumentar su cosecha de votos del 2,6% al 3,6% y sus escaños pasarían de los nueve actuales a moverse entre los 12 y los 14. Por el contrario, el PDeCAT se hundiría: recabaría sólo el 1% de los votos y pasaría a contar sólo con entre 2 y 4 diputados con los que ni siquiera podría formar grupo parlamentario. Los votantes soberanistas parecen encontrar más solidez en el discurso de las huestes de Junqueras.
En el escenario vasco, el PNV mantendría intacto su porcentaje electoral y vería incrementar su espacio en el Congreso con un escaño más. Pasaría de cinco a seis.
TODO POR LO MAL QUE SE HACEN LAS COSAS EN ESPAÑA.
 

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