La irrupción de Vox convulsiona el escenario político valenciano.
El pacto en Andalucía marca la hoja de ruta de la derecha frente a PSPV y Compromís.
La irrupción de Vox ha agitado el panorama político valenciano en año marcado por las elecciones autonómicas y municipales del último fin de semana de mayo. La formación presidida por Santiago Abascal ha depositado sus esperanzas de crecimiento en una región donde pretende enarbolar la defensa de las señas de identidad frente a las «injerencias pancatalanistas». Un discurso que en anteriores campañas electorales había esvgrimido el Partido Popular y que forma parte del ideario de Ciudadanos, las dos formaciones a las que Vox «aspira a superar» en ciudades como Valencia en las próximas elecciones municipales, según explica su presidente provincial, José María Llanos.
Más allá del optimismo de los dirientes de Vox, las encuestas, como la publicada por ABC el pasado jueves relativas a las elecciones municipales, sitúan al PP a la cabeza del bloque de partidos de derechas. Una circunstancia que, unida al auge de la formación de Santiago Abascal que constataron las elecciones andaluzas, y al desgaste del Gobierno que lideran PSPV-PSOE y Compromís con el respaldo de Podemos, ha propiciado que los populares recobren la esperanza de volver a la Generalitat tras un paréntesis de cuatro años de Presidencia del socialista Ximo Puig.
El Partido Popular todavía no ha designado a su cabeza de lista, pero salvo cataclismo Isabel Bonig, actual presidenta regional, liderará la candidatura a las autonómicas. Su proclamación oficial debe esperar a la del candidato a la Alcaldía de Valencia. Ambas se producirán antes del próximo 18 de enero.
Bonig, al hilo de los sondeos como los elaborados por GAD3 para ABC, ha ya dejado claro que explorará un pacto «a la andaluza» con Vox si la aritmética permite una suma que supere al bloque de izquierdas formado por PSPV-PSOE, Compromís y Podemos, que en 2015 suscribieron el conocido como «Acuerdo del Botánico».
La senda andaluza
De hecho, el pacto alcanzado en Andalucía para aupar a la Presidencia de la Junta a Juan Manuel Moreno Bonilla marcará la senda en una región donde, según han apuntado exdirigentes populares como José Manuel García-Margallo, se prevé una auge todavía mayor de Vox por los aspectos identitarios. De hecho, la formación que lidera Santiago Abascal, que en las elecciones de 2015 apenas cosechó el 0,41% de los votos, aspira a superar «con creces» la barrera del cinco por ciento para obtener representación en las Cortes Valencianas y resultar «determinante» en un eventual cambio de Gobierno.
Para ello, Vox tratará de pescar votos en la caladero del electorado de sesgo más regionalista, que en las anteriores citas con las urnas había capitalizado el Partido Popular. Con todo, ambas formaciones tienen junto a Ciudadanos un adversario político en común: Compromís.
Un adversario común
Las tres formaciones del bloque de derechas han denunciado las políticas de «catalanización» a nivel cultural y educativo puestas en práctica por la coalición que lidera la actual vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, quien tendrá enfrente a Isabel Bonig en el Partido Popular y a Toni Cantó por parte de Ciudadanos. Salvo sorpresa, el actual diputado en el Congreso será candidato a presidir la Generalitat en las filas de la formación de Albert Rivera.
Por parte de Vox, el nombre del cabeza de lista constituye toda una incógnita, toda vez que se da por hecho que su presidente provincial, José María Llanos, concurrirá a la Alcaldía de Valencia.
Los cálculos de Puig
Desde el bloque de izquierdas, Ximo Puig trata de evitar un cataclismo similar al sufrido por su compañera Susana Díaz. A su favor juega un menor desgaste -solo ha gobernado una legidlatura frente a las cerca de cuatro décadas de poder socialista en Andalucía-, la ausencia de casos de corrupción en su Ejecutivo y el factor diferencial de Compromís, un partido de ámbito valenciano dispuesto a pactar con el PSPV-PSOE conforme ha sucedido durante los últimos cuatro años para evitar un Gobierno de derechas.
Ximo Puig coqueteó durante meses con la posibilidad de adelantar las elecciones que le otorga el Estatuto de Autonomía. Una opción desechada ya a estas alturas en aras a la «estabilidad», de acuerdo con la versión oficial, pero en la que ha influido de forma decisiva el nuevo panorama político abierto tras los comicios en Andalucía.
El PSPV, con todo, sigue a la cabeza en las encuestas para las elecciones autonómicas en la Comunidad Valenciana, donde en 2015 cosechó veintitrés escaños y ha gobernado con Compromís (diecinueve) y el apoyo de los parlamentarios de Podemos (doce). Una mayoría holgada -la Cámara valenciana consta de 99 diputados- que Puig pretende revalidar el último fin de semana de mayo, pero en esta ocasión superando al PP, que en los anteriores comicios fue la formación más votada y logró 31 asientos. Para entonces, la presencia de Vox era testimonial. Para dentro de seis meses se antoja un actor político que podría resultar decisivo para decantar la balanza de la gobernabilidad de las cuarta región más poblada de España.
VOX AHORA EL PARTIDO DE MODA COMO LO ESTUVO PODEMOS.
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