viernes, 25 de enero de 2019

¿A DÓNDE VA TU ROPA USADA?

Averigua dónde termina la bolsa de ropa usada que ya no quieres.

Cada español compra una 34 prendas al año y a su vez desecha de media de 10 a 14 kilos, según datos extraídos de un informe publicado por la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil (Asirtex).

La bolsa de ropa que ya no quieres puede optar a una segunda vida o acabar quemada o enterrada bajo la tierra, todo depende del lugar en el que la tires. Estos residuos crecen exponencialmente año tras año por el aumento desorbitado en su consumo. Solo en nuestro país se generaron más de 900 millones de kilogramos de ropa usada en 2017 ya que cada español compró una 34 prendas al año y a su vez desechó de media de 10 a 14 kilos anuales, según datos extraídos del informe «La ropa usada. Tendencias de un mercado emergente», publicado por la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil (Asirtex). La carrera por comprar mucho más de lo que se necesita y el bum del usar y tirar llevan a que cada segundo en todo el mundo se incinere o se entierre bajo el suelo de un vertedero el equivalente a un camión de basura cargado de productos textiles, tal y como se desprende de «Una nueva economía textil. Rediseñando el futuro de la moda», un estudio de la fundación Ellen Macarthur que también analiza esta temática.
El principal problema reside en que este negocio no es circular en todas sus vertientes y en consecuencia, resulta el segundo sector más contaminante del planeta por el alto coste ambiental que supone su producción y debido a que el 90% de estos desechos acaban en la basura. Acciones como dar una segunda vida a los productos textiles y reciclar podrían acabar con los residuos y emisiones. Con este objetivo, a partir de diciembre de 2025, la Unión Europea obligará a los Estados miembros a la recogida selectiva y separada de restos de ropa usada. Asimismo, Bruselas marca actualmente que para antes de 2020 el 50% de estos residuos deberán estar destinados a la reutilización o el reciclaje. «La ropa que se tira a la basura en vez de a contenedores autorizados acaba en vertederos e impide que se pueda producir compost ya que los residuos textiles acaban mezclados con el resto», explica Pedro Andrés Oliver, presidente de Asirtex y director general desde hace 35 años de la empresa de reciclaje Texlimca. «Finalmente, la ropa que acaba en el vertedero se acaba enterrando junto a otros residuos debajo del suelo», puntualiza Oliver.
«La ropa que acaba en el vertedero se acaba enterrando junto a otros residuos debajo del suelo

Actualmente, los contenedores para ropa usada que se instalan en los puntos limpios y en lugares habilitados por cada municipio dependen de las adjudicaciones otorgadas a partir de concursos públicos. A este respecto, desde Asirtex denuncian que la comercialización de los contenedores tiene lugar en algunos municipios «bajo condiciones distintas, en lo lo referido a cargas y costes de índole social, fiscal y subvenciones». El presidente de esta asociación indica que «estas discriminaciones tienen que acabar» y aboga por que «los fabricantes de ropa paguen un tributo» dentro de un Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) al estilo del gestionado a través de entidades como Ecoembes para los envases de plástico o el de Ecovidrio.
En el caso de la capital de España, el Ayuntamiento regido por Manuela Carmena dividió las adjudicaciones en dos fases. Dentro de la primera, firmó un contrato el pasado diciembre con Recuperalia para nueve distritos y bajo un coste anual de 742.887 euros. Madrid también adjudicó otro lote para seis distritos destinado exclusivamente a empresas de inserción social. Para estos contenedores de carácter solidario, esta ciudad optó por la unión de empresas formada por Solidanca Treball Empresa de Inserción y Recumadrid Servicios Ambientales, a la que cobra un canon mucho más bajo que a la primera: 51.100 euros. Para el resto de zonas y en una segunda fase, fuentes del Consistorio madrileño señalan que no existe aún un adjudicatario y que el servicio lo seguirá prestando Ecotextile Solidarity hasta mediados de 2019. Con motivo del lanzamiento de estos nuevos servicios y con el objetivo de adaptarse a la normativa europea, Madrid ha incrementado los puntos de recogida desde los 175 anteriores hasta un total de 609 contenedores y tiene previsto alcanzar un total de 1.150. Asimismo, ya se puede pedir por teléfono la retirada de este tipo de residuos en la puerta de su propio domicilio.
Frente a estos contenedores autorizados también proliferan los ilegales. En un estudio de la OCU de 2015, y que la asociación de consumidores tiene previsto actualizar en breve, se indica que si este depósito está en la calle en vez de un punto limpio y no cuenta con identificación, «lo más probable es que sea un contenedor irregular. Pero incluso aunque lleve un teléfono o un adhesivo de alguna administración, puede ser uno pirata». Por ello, recomiendan llamar al ayuntamiento en cuestión y preguntar qué asociación en concreto tiene la autorización concedida.

Una segunda vida para el textil

La gestión de la moda de segunda mano es un negocio que mueve millones de euros a través de la reventa en España y sobre todo, en países emergentes o en desarrollo. «La ropa usada puede dar mucho dinero: si tenemos en cuenta que una tonelada se compra a unos 350 euros, y que un único contenedor, si se vacía periódicamente, puede recoger unas diez toneladas al año, los beneficios puede alcanzar los 3.500 euros por contenedor», indica la OCU en el mencionado informe.
Así, más de la mitad de la ropa que se recoge en los contenedores autorizados se vuelve a comercializar y dentro de este porcentaje, la mayor parte se destina a la venta en países emergentes -Togo lideró las importaciones de ropa usada procedentes de España en 2016, seguido de Emiratos Árabes-. El resto se destina al reciclaje en trapos de limpieza o mantas, en el caso de residuos de algodón, o de borras para hilado, cuando los restos textiles provienen de tejidos acrílicos.
Las propias empresas de moda también se dedican desde hace unos años a recoger productos textiles tantos en sus locales como a domicilio con el objetivo de cerrar el círculo de sus propios negocios y fomentar la sostenibilidad. Por ejemplo, Inditex tiene como objetivo instalar puntos de recolección en 2.000 tiendas de 40 mercados para el año 2020, un proyecto que ya inició en 2016. Estos productos son donados a entidades como Cáritas, Cruz Roja, Oxfam y CEPF con el fin de que los clasifiquen para revenderlos con fines sociales o para reciclarlos en el caso de que no se encuentren en buenas condiciones. Desde la cadena H&M también animan a los consumidores a dejar en cualquiera se sus locales esas prendas que ya no quieren sin importar la marca o estado. Además, por cada bolsa que se deposite, entregan al cliente un cupón para canjear en su próxima compra.

«Justicia social» frente a «negocio»

El pasado abril, Cáritas España lanzó un proyecto de puntos de recogida de ropa de segunda mano en base a un modelo de economía solidaria y sostenible a través de tiendas de segunda mano denominadas Moda re-. Así, los productos recopilados a partir de 3.800 puntos de recogida se tratan y clasifican en 23 plantas de transferencia y otras de tres de gestión integral (Bilbao, Barcelona y Valencia). Los contenedores se pueden encontrar en las calles de los municipios que tienen acuerdo con Cáritas y en las parroquias de las 30 diócesis adheridas a esta iniciativa.
«El objetivo principal es la reutilización de esta ropa de segunda mano y dar empleo a 800 personas, 700 de ellas en situación de exclusión social», afirma Rubén Requena, coordinador de Moda re- a nivel estatal. «La idea es que el personal aprenda a trabajar trabajando y que esta experiencia les sirva de base para encontrar otro empleo», añade Requena.
Los artículos disponibles en las tiendas de Moda re- (casi 100 en toda España) también desarrollan una función parecida a la de los roperos parroquiales. Las personas que necesiten ropa deben dirigirse a la parroquia y solicitar un vale para canjear de forma gratuita por las prendas que elijan y se prueben dentro de estos locales.
«Dar nueva vida a la ropa y a las personas que lo necesitan -asegura Requena- a través de este proyecto significa entender que vale más de lo que cuesta, porque no es lo mismo hacer negocio con la ropa usada que hacer justicia social».
Las diferencias, como aseguraba Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas en la nota de prensa del lanzamiento del proyecto «son evidentes,ya que moda re- permite general empleo social en el territorio, impulsar la participación social en una actividad transformadora, mejorar las ratios de reutilización y reciclaje y, además, ahorra en la gestión municipal de residuos».
HAY QUE ENTREGARLA A LA GENTE NECESITADA, LA MÍA VA A CÁRITAS

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