miércoles, 5 de diciembre de 2018

SANTIAGO ABASCAL: ENTREVISTA.

Santiago Abascal: «Sánchez no dura ni un minuto en La Moncloa si adelanta las elecciones»

Santiago Abascal: «Sánchez no dura ni un minuto en La Moncloa si adelanta las elecciones»

El líder de Vox revela que no tienen «ningún interés» en los cargos de la Junta de Andalucía, pero colaborarán para «expulsar al socialismo».

Santiago Abascal acaba de volver de una agotadora campaña en Andalucía, pero no se le nota el cansancio. Recibe a ABC en el piso de la sede de Vox en el centro de Madrid. Hay una bandera de España en el balcón, pero ningún signo de identificación. Los muebles son baratos y funcionales y no hay ni la menor concesión al confort. El líder de Vox mira de frente al entrevistador y responde sin eludir ninguna respuesta.
-¿Esperaba usted sacar estos resultados en las elecciones andaluzas?
-No esperábamos sacar 12 escaños, pero es cierto que en los últimos días tampoco descartábamos ningún escenario porque notábamos una gran adhesión en la calle y una fuerte asistencia a nuestros mítines, que han sido los más multitudinarios de la campaña. Calculamos que han ido unas 25.000 personas. Yo decía que no descartaba ni cero ni diez escaños. Algunos arqueaban las cejas al oír esta última cifra pero la realidad ha superado todas nuestras expectativas.
 
-¿Cuál va a ser su estrategia poselectoral? ¿Apoyará Vox una alianza entre PP y Ciudadanos para gobernar? ¿Van a exigir entrar en el Gobierno o prefieren quedarse fuera?
-No barajamos ninguna hipótesis que no pase por la expulsión del socialismo y el comunismo chavista de la Junta de Andalucía. No nos lo perdonaría nadie y no nos cabe en la cabeza poner ningún tipo de obstáculo a ese cambio que necesita Andalucía. Las fórmulas son precisamente lo que tenemos que debatir en el Comité Ejecutivo, pero nosotros no tenemos ningún interés en cargos o en participar activamente en el nuevo Gobierno. Nuestro interés está en las ideas, en la cuestión programática.
-¿Cuáles son las claves del éxito inesperado de Vox en Andalucía?
-Yo creo que las claves tienen que ver con la claridad del discurso, con haber conectado con una España soterrada frente a una España oficial e institucional que está en las tertulias, en los titulares, en las tribunas y en los partidos. Había una parte del pueblo español que se sentía maltratada, afeada en sus sentimientos y nosotros hemos dicho siempre lo mismo en todas partes y además con una claridad extraordinaria. Eso es lo que nos ha permitido conectar desde el punto de vista sentimental. Pero, sobre todo, hemos conectado con un discurso patriótico en el que hemos hablado de España, de las cuestiones migratorias y de la defensa de nuestras fronteras. También nos hemos opuesto a leyes totalitarias como las de género y las de memoria histórica.
-¿No es cierto que el ascenso de Vox se ha cimentado en la crisis de los otros partidos?
-También. Esto ha ocurrido en otros muchos lugares de Occidente.
-Es evidente que Vox ha gestionado muy bien las redes sociales. Pero la gente se pregunta cómo ha financiado esta campaña…
-Nos financiamos a través de las cuotas de los afiliados, que esta mañana eran 18.500. Hemos aumentado 1.000 en las últimas 24 horas. Estas cuotas han bastado para cubrir los gastos ordinarios, de infraestructura del partido. Pero la campaña la hemos financiado con aportaciones extraordinarias. Hemos recabado apoyos a través de internet para recaudar los 150.000 euros que nos ha costado. Realmente es muy poco dinero porque hemos hecho una campaña muy austera en la que hemos viajado en furgoneta, nos hemos alojado en casas de amigos y hemos gastado lo mínimo.
-Vox ha recibido ataques de los partidos de izquierda, con duras descalificaciones de Susana Díaz y Pablo Iglesias. ¿Le ha molestado?
-La agresividad de Podemos contra Vox en la noche electoral pretende enmascarar su gran fracaso. Hemos vivido esas descalificaciones con tranquilidad porque nos dábamos cuenta de que estábamos acertando con nuestro discurso. No nos han molestado los insultos de esos a los que hemos venido a combatir, de quienes son enemigos del orden constitucional y del sistema democrático. Más allá de etiquetarnos o estigmatizarnos, Pablo Iglesias, por ejemplo, ha animado a la gente a salir a la calle con un antifascismo militante que consiste en incitar a conductas tan graves como los gritos que sufrió Ortega Lara en Murcia, al que le decían que volviera al zulo en el que le metió ETA. Y en el caso de Susana Díaz, pasó de llamarnos machistas a afirmar que justificábamos la violencia contra las mujeres y que protegíamos a los maltratadores. La hemos respondido con una querella por incitación al odio. Todos tenemos madres, esposas e hijas y no podemos tolerar una acusación tan burda.
-¿Por qué Vox se ha autocalificado como el partido de los indignados y contra quien va esa indignación? ¿Está su partido creando crispación?
-Lo que crea crispación es que mucha gente nos está votando. Cuando nadie nos apoyaba, les daba igual lo que dijéramos. Cuando nuestro candidato Francisco Serrano acuñó ese término, tenía en mente la gente que está cansada de que le digan lo que tiene que pensar desde tribunas mediáticas o políticas.
-¿Cuándo cree usted que serán las generales y qué esperan de ellas?
-Creo que el presidente del Gobierno se va a incrustar en su sillón de La Moncloa como una lapa como consecuencia de las elecciones en Andalucía. Se las prometía muy feliz con un resultado favorable que le permitiera revalidar su mayoría, pero ha ocurrido todo lo contrario. Han visto que, si se adelantan las elecciones, Pedro Sánchez no va a durar ni un minuto en La Moncloa. Como carece de escrúpulos, va a alargar todo lo posible la convocatoria. Pero no puede eludir las europeas, municipales y autonómicas, donde creo que vamos a llegar con extraordinaria fuerza. Tenemos la vocación de ir a las europeas para ganarlas.
-¿Cada voto que saca Vox no es un voto que pierde el PP y que le debilita electoralmente?
-Nosotros no hemos venido para perjudicar o beneficiar al PP. Los que hablaban del voto útil han perdido su discurso porque estas elecciones han demostrado que ha tenido que entrar Vox en el Parlamento andaluz para que exista hoy una mayoría alternativa. Hemos conseguido a las primeras de cambio lo que el PP no ha logrado en 36 años. El PP no puede hablar de voto útil cuando convirtió los 185 escaños de Rajoy en algo completamente inútil para su electorado.
-¿Es posible una alianza entre PP, Ciudadanos y Vox para sacar a Sánchez de La Moncloa?
-Lo más importante es expulsar del poder a quienes están sosteniendo su Gobierno en los enemigos de España y los enemigos de España son los que han dado un golpe de Estado separatista, los que han justificado los asesinatos de ETA y quienes están queriendo llevarnos a modelos como Venezuela. Es necesario que seamos capaces de articular una mayoría alternativa desde cada una de nuestras siglas.
-¿Está Pedro Sánchez quemado por su alianza con los independentistas?
-La alianza con los independentistas le ha hecho un daño extraordinario. Hemos detectado que ha habido militantes socialistas que han votado a Vox por este asunto. Esos militantes, que jamás votarían a un PP manchado por la corrupción, han apoyado a Vox por su firme defensa de la unidad de España. Va a ser posible echar a Pedro Sánchez gracias a muchos socialistas que son muy buena gente.
-¿A qué tipo de votantes se dirige Vox?
-No pensamos en ningún tipo de votante. Nos dirigimos a todos los españoles. No estamos pensando en pescar en un caladero determinado. Ahora sabemos que un 40% de nuestros votantes provienen del PP, cerca de un 30% de Ciudadanos, un 15% de la izquierda y el resto, de gente que no acudía a las urnas y de votantes muy jóvenes.
-¿Qué coincidencias y diferencias tiene usted con Pablo Casado?
-Con Casado hablé la noche electoral porque me llamó. Quedamos emplazados a vernos para discutir cómo se puede construir una mayoría alternativa. Las diferencias entre Vox y el PP son claras. Tienen que ver con el modelo de Estado. El PP defiende las autonomías y nosotros planteamos la supresión del modelo, pero eso hay que hacerlo paso a paso. Por ello, ponemos sobre la mesa la recuperación de competencias en educación, sanidad y justicia como primer paso. Planteamos una regulación de la política inmigratoria más contundente que la del PP y la derogación de todas las leyes ideológicas del socialismo. Eso nos distancia.
-¿Por qué decidió dejar el PP tras muchos años de militancia?
-Me costó mucho tomar esa decisión, pero más que con unas siglas, yo me identifico con un proyecto: con la bandera, con la unidad del país, con las libertades. Las siglas son un instrumento y no un fin. Y eso le sucedió al PP. Empecé a alejarme cuando María San Gil chocó con Rajoy en el año 2008. Esa gota empezó a llenar el vaso y el vaso se acabó desbordando.
-¿Qué medidas contempla Vox para regenerar la vida política?
-El principal acto de corrupción de toda la democracia es el golpe de Estado separatista en Cataluña. Eso hay que resaltarlo porque nos preocupa que algunos políticos nos quieran meter la mano en el bolsillo, pero es mucho más grave que nos quieran robar parte de nuestro territorio. Lo que planteamos es un endurecimiento penal para los delitos de corrupción, la elección de los órganos de gobierno de los jueces por los jueces y una reducción de la Administración. Las autonomías han multiplicado por 17 las posibilidades de corrupción.
-Se tacha a Vox de ser un partido clasista que defiende a los privilegiados…
-Hemos obtenido un excelente resultado en las 3.000 Viviendas de Sevilla. Y se verá como en el sur de Madrid o en lugares depauperados y de gente muy modesta ya se está escuchando el discurso de Vox.
-Otra etiqueta con la que se clasifica a Vox es de haber resucitado la extrema derecha…
-Somos un partido de extrema necesidad. Quienes nos dicen que somos la extrema derecha es porque normalmente están en la extrema izquierda o porque tienen algún interés político en llevarnos al rincón. No queremos perder tiempo en combatir las etiquetas.
-¿Han tenido contacto con Steve Bannon (antiguo asesor de Trump)?
-Es cierto que se ha mostrado interesado en nuestro movimiento y que hace algunos meses se comprometió a ayudarnos en el combate a los apoyos del separatismo catalán en los círculos europeos. Sabemos que ha mostrado interés por nuestro proyecto.
-¿Tiene Vox afinidad con el partido de Le Pen en Francia?
-Estamos de acuerdo en las políticas migratorias y en la afirmación de la soberanía de los Estados dentro de la UE. Lo que intentamos hacer es aproximarnos a los partidos europeos con los que tengamos coincidencias básicas.
-También se encuadra a Vox dentro de los populismos que han crecido en países como Italia, Hungría o Polonia. El populismo se caracteriza por defender soluciones fáciles para problemas complejos. ¿No han caído ustedes en eso?
-La etiqueta populista es paralizante. Se utiliza para arrinconar. Nosotros no ofrecemos soluciones fáciles a problemas complejos. La idea de acabar con el sistema autonómico no es fácil porque comporta una reforma constitucional por la vía agravada. Y eso se lo decimos a la gente. Populismo es lo que hizo Rajoy al no cumplir su programa o lo que hace Ciudadanos con propuestas imprecisas que todos podemos firmar. Nosotros no mentimos y no eludimos defender posiciones que en ocasiones son minoritarias.
-¿Es Vox partidario de suprimir las autonomías?
-Sí. Nuestro planteamiento es llegar a un Estado políticamente centralizado y administrativamente descentralizado. Un sistema político con un solo Gobierno, un solo Parlamento y un solo Tribunal Supremo.
-¿Es Vox un partido contrario a la inmigración?
-Curiosamente en El Ejido hemos tenido unos excelentes resultados que sólo se explican porque nos han votado inmigrantes legales que trabajan en España. Vox no les preocupa. Ellos mismos no quieren que la inmigración se produzca de una manera ilegal y desordenada. Esas personas no se dejan llevar por las caricaturas que nos hacen. Nuestra posición es defender las fronteras como algo necesario para proteger nuestra libertad y nuestra prosperidad. Hay que regular la inmigración en función de las necesidades de la economía nacional y en función de la capacidad de adaptación de los inmigrantes. Un país tiene que regular a quien recibe.
-¿Es usted islamófobo?
-Que a mí no me guste el islam no significa que me tengan que llamar islamófobo. Tampoco me gusta el comunismo y no me llaman comunistafobo. Estamos ante una religión a veces convertida en ideología política que tiene bula y a la que no se permite hacer ninguna referencia crítica. Nosotros queremos que quienes se instalen aquí acepten nuestras costumbres y que, por ejemplo, no nos impongan el menú de los comedores escolares. Y, por supuesto, queremos que las mezquitas salafistas y fundamentalistas sean cerradas y que no se permita su financiación por parte de regímenes que no toleran la libertad religiosa.
ESTOY SEGURO QUE DE AHORA EN ADELANTE NO SE VAN A OLVIDAR DE SU NOMBRE.

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