miércoles, 19 de septiembre de 2018

¿CÓMO VAN A AFECTAR LOS ROBOTS AL MERCADO DE TRABAJO?

Robots en el mercado laboral
¿Cómo van a afectar los robots al mercado de trabajo?
Desde hace años imaginamos un futuro lleno de robots que harán todas las tareas por nosotros, tanto las del hogar, como la laborales. Y aunque esto no acaba de suceder y la introducción de robots en el mercado laboral se está retrasando más de lo que pensamos, en algún momento llegará y hay que plantearse qué pasara con los puestos de trabajo actuales. ¿Nos quedaremos sin trabajo? ¿Nuestro trabajo será supervisar a los robots? ¿Qué haremos si ya no tenemos que trabajar?

El estudio, publicado en BBC News, “The Future of Employment: How susceptible are jobs to automation”, afirmaba que cerca del 35% de los trabajos que conocemos actualmente como habituales dejarán de existir en veinte años.
Eso hace que muchas personas se planteen si, dentro de 20 años, tendrán que cambiar de carrera laboral y buscar un nuevo sector porque un robot está haciendo su trabajo. ¿Pueden los robots hacer todo tipo de trabajos? ¿O hay sectores en los que siempre tendrá que haber humanos? Una calculadora, desarrollada por las Universidades de Oxford y Deloitte, nos indica cuál es el porcentaje de que un trabajo deje de ser realizado por humanos y pase a ser desarrollado por robots. Así, el porcentaje de que un robot te quite el trabajo si eres médico es solo del 2%, 8% para periodistas y 9% para profesores de primaria. Pero si eres conductor de maquinaria agrícola (96%) o ensamblador de productos eléctricos y electrónicos (92%), mejor ve buscando otro trabajo si te quedan más de 20 años para jubilarte.
En términos generales, si tu trabajo implica negociación, ayudar o asistir a otras personas o crea nuevas ideas y proyectos, estás a salvo, hay ciertos trabajos que no se pueden automatizar. Los trabajadores sociales, las enfermeras, los terapeutas y los psicólogos se encuentran entre las ocupaciones menos probables ya que ayudar y cuidar a los demás implica empatía, algo que un robot nunca podrá tener.
También aquellos puestos requieren que los empleados propongan ideas creativas y originales, por ejemplo artistas, diseñadores o ingenieros, tienen una ventaja significativa frente a la automatización.
Además, las ocupaciones que implican tareas que requieren un alto grado de inteligencia social y habilidades de negociación, como puestos gerenciales, corren un riesgo mucho menor.
Por el contrario, ciertos puestos de trabajo de ventas, como los agentes de telemercadeo y los empleados bancarios, no necesariamente necesitan un alto grado de inteligencia social, dejándolos expuestos a la automatización.
A medida que los robots industriales más avanzados obtengan mejores sentidos y la capacidad de realizar movimientos más coordinados con los dedos y las manos para manipular y ensamblar objetos, podrán realizar una gama más amplia de tareas manuales cada vez más complejas.
Sin embargo, la manipulación en entornos no estructurados, como las tareas que debe realizar un limpiador doméstico, aún están más allá del alcance de la automatización en el futuro previsible, por lo que este sector está a salvo de momento.
Hay que tener en cuenta que, actualmente, algoritmos sofisticados están desafiando una cantidad de roles administrativos y de soporte administrativo, particularmente en servicios legales y financieros. Por lo tanto, las máquinas ya están comenzando a asumir una serie de tareas llevadas a cabo por profesionales del derecho escaneando miles de documentos para ayudar en la investigación previa al juicio.
Además, las nuevas tecnologías se están empleando ya, sin necesidad de robots con aspecto humano, para simplificar diversas funciones y comprimirlas en procesos únicos, eliminando así mandos directivos medios y demoliendo la pirámide jerárquica tradicional. A ese cambio de plano se le llama re-ingenierización. Según Michael Hammer, la re-ingenierización puede provocar una pérdida de más del 40% de puestos de trabajo de una empresa, por lo que parece claro que en los próximos años asistiremos a un desempleo masivo jamás conocido hasta ahora y a una nueva reorganización laboral.
Igual que la industrialización de principios de siglo XX trajo consigo muchos cambios estructurales en el ámbito laboral, ahora habrá que hacer nuevos cambios y adaptarse a los nuevos tiempos. Lo ideal sería encontrar un mundo en el que las máquinas se encargaran de todo y nosotros pudiéramos dedicarnos a la vida ociosa, pero la necesidad de ganar dinero para consumir y mantener la economía que conocemos hace que esto sea solo una utopía.
El único sector en crecimiento es el del conocimiento, pero las personas de edad avanzada o con pocos estudios no podrán recolocarse en puestos de investigadores, científicos o similares. Y, encima, el único lugar que parecía a salvo, el del sector público, también está cambiando y se tiende a la re-ingenierización.
Para como de males, las empresas cada vez buscan más productividad y beneficios, por lo que las posibilidades para salvar los empleos que se perfilan son varias: reducir la jornada de trabajo para redistribuir y repartir el empleo (lo que implicaría ganar menos) y flexibilizar el mercado laboral, es decir, facilitar a las empresas que puedan contratar y despedir de manera aún más sencilla para contratar empleados solo para proyectos concretos, con fecha de inicio y fin marcada.
En definitiva, si tu trabajo es de los que están en peligro, más te vale adelantarte al futuro y diversificar. Y, para todos los demás, tendremos que ir acostumbrándonos a que el puesto de trabajo fijo en una empresa para toda la vida se ha acabado.
TIENE QUE HABER  UNA REVOLUCIÓN SOCIAL YA.

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